De cabello canoso peinado hacia un lado y cara aniñada, este republicano de 51 años ha ascendido rápidamente, y a menudo en la sombra, los escalones del poder desde su Luisiana natal hasta la capital, Washington, apostando por los valores tradicionales de la derecha. Y eso a pesar de que sus detractores consideran que no sintonizan con la realidad de las zonas urbanas.