Cuando la pareja fue arrestada por el crimen, la joven lucía demacrada y desnutrida, por lo que rápidamente la bautizaron como la “niña asesina”; sin embargo, ya tenía 24 años. Poco después del arresto, las autoridades descubrieron que Gypsy gozaba de salud: No necesitaba de una silla de ruedas y podía caminar y alimentarse por sí sola. Ante ello, las autoridades dictaminaron que Gypsy había sido víctima de abuso de su madre, por lo que le otorgaron una condena menor a la de Nicholas, quien consumó el crimen.