Presos políticos narran el horror que vivían dentro de las cárceles en Nicaragua
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Después de más una semana de haber sido desterrados y despojados de su nacionalidad al ser enviados hacia Estados Unidos, algunos presos políticos nicaragüenses narraron lo que sufrieron en prisión por meses y algunos por años, acusados por oponerse o criticar al régimen de Daniel Ortega, actual presidente de Nicaragua. Condiciones inhumanas dentro de las prisiones para las opositores, además de torturas físicas y psicológicas imperaron mientras guardaban prisión. A continuación los relatos.
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En varias entrevistas, algunos de los presos políticos describieron falta de comunicación con sus familiares, falta de higiene en las celdas y torturas. La gran mayoría llegó a Estados Unidos sin familiares y teme por la seguridad de sus parientes en Nicaragua.
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Celdas completamente oscuras, de unos 3x2 metros, y un hoyo en el piso que sirve como baño. Gritos a la distancia de presos amarrados con cadenas, constantes amenazas, agua racionada al día y comida en mal estado son algunas de las condiciones inhumanas que narraron los entrevistados.
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Sosa Herrera, de 60 años, asegura que uno de sus compañeros de cárcel quedó ciego por haber permanecido años solo y sin luz, en una celda igual a la suya. A diferencia de él, que fue liberado, el otro preso quedó detenido.
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La mayoría de presos políticos estuvieron recluidos en “El infiernillo”, como llaman al área de máxima seguridad de la cárcel La Modelo, de Tipitapa, en las afueras de Managua, donde se mantienen junto a asesinos y narcotraficantes.
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El opositor Sosa Herrera pasó tres años recluido solo y sin ningún tipo de comunicación en un espacio de unos 3x2 metros. Narra que “sólo entraba la luz a la celda cuando le entregaban comida por una pequeña ventana que había en la puerta de metal y que se abría tres veces al día”.
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Le dejaban una ración de comida equivalente a una cucharada de arroz y frijoles que parecían descompuestos, dijo, y era el único momento en que veía a otras personas. Quienes eran, el preso de la celda de enfrente y los guardias.
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Desde su celda, recuerda que podía escuchar el sufrimiento de otros presos amarrados con cadenas toda la noche en lo que los reclusos conocían como la “banca de la meditación”. Él reveló se siente afortunado de no haber sido uno de ellos, aunque sufría de tan sólo escucharlos.
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Una mujer opositora, cuya identidad no quiso que fuese revelada por miedo a represalias, aseguró que estaba recluida junto a féminas asesinas y narcotraficantes. Según la opositora, “el maltrato fue sobre todo psicológico. Nos provocaban diciéndonos que nos íbamos a pudrir en la cárcel, que nos íbamos a engusanar”.
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Otro entrevistado aseguró que “no tenía colchón para recostarse, sólo un camarote de cemento”. Para sus necesidades fisiológicas explicó un hoyo en el suelo de la celda y tenía acceso a agua en un grifo dos veces al día por una hora. Así permaneció durante tres años de completo sufrimiento.
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Sin dejarlos ver a su familia, con condiciones inhumanas y sufrimiento psicológicos, relataron algunos presos políticos lo vivido en los últimos meses. Luego de recuperar su libertad, aún hay algunos que no pueden creerlo y agreadecern haber terminado esa pesadilla. Más de 200 presos políticos fueron enviados a Estados Unidos.
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