Así fue el triste adiós al piloto Luis Araya, víctima de la tragedia aérea en Roatán
Familiares y amigos de Luis Araya se reunieron para darle el último adiós en el cementerio Barrio Mejía, en La Ceiba, tras el trágico accidente aéreo
- 21 de marzo de 2025 a las 17:29

Familiares, amigos y colegas de Luis Araya, un destacado piloto de la Aerolínea Nacional de Honduras (Lanhsa), se reunieron en un cementerio del barrio Mejía, en La Ceiba, para darle el último adiós tras la tragedia aérea que le arrebató la vida el pasado 17 de marzo en Roatán.

La carroza fúnebre que llevaba los restos mortales del querido piloto hacia el campo Santo en La Ceiba, era seguida por diversos vehículos de todos los que asistieron a su entierro.

Durante el homenaje privado al piloto, los asistentes compartieron palabras de cariño y respeto hacia Araya, quien era conocido no solo por su profesionalismo, sino también por su calidad humana.

Luis Araya, originario de Nicaragua, había hecho de Honduras su hogar desde su juventud, obteniendo la nacionalidad hondureña mientras perseguía su sueño de ser piloto.

Su carrera despegó en diversas aerolíneas internacionales, incluyendo reconocidas compañías en Indonesia e India, donde acumuló una vasta experiencia en el sector.

El trágico accidente ocurrió cuando el avión que pilotaba Araya, vuelo 018 de Lanhsa, se precipitó al mar junto a su copiloto, Francisco Lagos, y diez pasajeros que también perdieron la vida. Del trágico accidente solo sobrevivieron cinco personas.

La aeronave se encontraba en ruta desde Roatán hacia La Ceiba, la conocida "novia de Honduras", cuando la tragedia golpeó a la comunidad aeronáutica y a sus seres queridos.

Luis Araya residía en la colonia Sitramacsa de La Ceiba, junto a su esposa Claudia Sánchez y sus hijos.

Sus seres queridos, profundamente conmovidos, han expresado su necesidad de espacio para sobrellevar este difícil momento.

La carrera de Araya se vio afectada en 2020 por la pandemia de covid-19, que obligó a muchas aerolíneas a cerrar. Este giro inesperado lo llevó de regreso a Honduras, donde se unió a su familia y trabajó para la aerolínea Sosa antes de incorporarse a Lanhsa.

Su pasión por la aviación nunca se desvaneció, y continuó volando hasta el trágico día de su muerte.

El impacto de su pérdida se siente profundamente en la comunidad de aviación hondureña. Sus excolegas recuerdan a Araya no solo como un piloto hábil, sino también como un amigo leal y un mentor para quienes se adentraban en el mundo de la aviación.