Medicina Forense, a través de su Sección de Identificación Humana, llevó a cabo la tercera inhumación del año, donde se enterraron los restos de 20 personas, de las cuales una correspondía a una mujer. Estos cuerpos no fueron reclamados por sus familiares durante más de tres meses, a pesar de los constantes llamados realizados por los medios de comunicación que cubren esta fuente forense.
Estos cuerpos permanecieron en los cuartos fríos por más de tres meses sin ser reclamados por sus familiares, a pesar de los continuos llamados realizados a través de los medios de comunicación.
Entre los cuerpos inhumados, algunos estaban identificados, como José René Cruz Hernández, Orlin Omar Amador y Concepción Cubas Zerón, mientras que el resto fueron enterrados como desconocidos al no haber sido posible su identificación científica.
La identificación de algunos cuerpos fue imposible debido a la falta de huellas dactilares o la imposibilidad de realizar otros métodos científicos como el odontograma o ADN, los cuales requieren la presencia de un pariente para la toma de muestras.
Los cuerpos inhumados provienen de diversas zonas del país, incluyendo Catacamas, Comayagua, Danlí, Intibucá, y Zambrano, así como de la morgue del Hospital Escuela y diferentes sectores de Tegucigalpa y Comayagüela.
La Sección de Identificación Humana coordinó el entierro de estos cuerpos con la Alcaldía Municipal del Distrito Central (AMDC), que apoyó con el traslado de los cuerpos, proporcionando ataúdes y el terreno en el Cementerio Municipal Jardín de Los Ángeles.
El cementerio está ubicado en el kilómetro 14 de la carretera que conecta Tegucigalpa con Olancho, donde se llevaron a cabo las inhumaciones.
Como en cada inhumación, se contó con el acompañamiento religioso de un sacerdote de la Iglesia Católica para dar cristiana sepultura a los cuerpos no reclamados. En esta ocasión, el presbítero Eugenio Aldana, párroco de la Iglesia El Salvador del Mundo, en la colonia Cerro Grande, fue quien presidió la ceremonia de despedida.
El acompañamiento religioso y espiritual se considera esencial para dar un adiós digno y humanitario a estos cuerpos, asegurando que reciban una sepultura respetuosa.
Esta tercera inhumación del año refleja la continua necesidad de gestionar los cuerpos no reclamados, garantizando que sean enterrados con el debido respeto. Medicina Forense y las autoridades locales continúan trabajando en conjunto para asegurar que incluso los cuerpos no reclamados reciban un trato digno y una despedida adecuada.