De su lado, el padre de Dunia, relató con tristeza que ella era su soporto económico y hasta emocional. “Ahora la extraño y la voy a extrañar toda mi vida. Ella fue muy educada conmigo, me servía, ella fue muy educada, me daba lo que yo quería, me ayudaba con sus manos a hacerme comida, a lavarme ropa y ahora está lejos... eso se terminó. No merecía morir así, porque era educada, trabajadora, muy atenta con nosotros, yo vivía contento, ella me consolaba por mis enfermedades y por mi vejez. Algunas veces me agarraba de la mano y me llevaba a donde yo quería ir. Eso va a ser un recuerdo imborrable, solo Dios nos puede consolar”, dijo consternado.