TEGUCIGALPA, HONDURAS.- “Macizo”, “cheque” y “tuani”, son tres palabras que se usan frecuentemente y que se aplican prácticamente en contextos idénticos por su significado, pero ¿cómo surgió la aparición de cada una en el léxico hondureño? Estos vocablos guardan años de historia y también las marcadas diferencias del español que se habla en el territorio catracho.
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A estas palabras se suman “topoyiyo”- “charamusca” y “guineo” - “plátano”, que aunque tienen el mismo significado para todos los hondureños, en Tegucigalpa y San Pedro Sula se emplean según la zona.
Hay otros vocablos curiosos como “pocillo” y “atol” que con el paso de los años ya se han arraigado en el lenguaje de los catrachos.
Hasta la fecha, más de 8,000 hondureñismos han sido aceptados por la Real Academia Española.
La variedad lingüística es muy amplia, tanto que no podría estudiarse de una sola vez, ya que “aunque una persona conozca mucho de gramática y ortografía no se puede categorizar como un purista de la lengua, debido a que esta siempre va cambiando”, tal como lo expresa la máster en Lexicografía Hispánica, María Sánchez.
Esta situación solo demuestra que la “lengua en Honduras es un sistema que está en constante evolución”, según el máster en Didáctica de Lenguas y Culturas, Brayan Carrillos.
Y a criterio de Josue Álvarez, máster en Lengua y Literatura Hispánica, “la diversidad en el lenguaje lo que hace rico al español hablado en Honduras”.
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Los motivos que explican las distintas formas de hablar en varias regiones de Honduras son diversos, pero todos convergen en la historia.
A finales del siglo XVI, Honduras sufrió un cambio drástico con la conquista de España y la adopción obligatoria del castellano. Sin embargo, el contacto de los españoles con las diferentes lenguas indígenas que existían en ese momento solo dio paso a una variedad lingüística que observamos actualmente, es decir, que no se perdieron por completo las lenguas aborígenes.
En ese sentido, amplía el experto Didáctica de Lenguas y Culturas, Brayan Carrillos, que todavía “tenemos gran cantidad de palabras, muchas de ellas tienen raíces indígenas, de la lengua náhuatl sobre todo, porque la lengua náhuatl fue como la lengua franca entre las culturas del centro sur de México, lo que hoy conocemos como Mesoamérica”.
Por ejemplo, en la región nororiental del país, especialmente en los departamentos de Gracias a Dios y El Paraíso, es notable la influencia del misquito en el español de los hablantes.
Carrillos considera que “lo mismo ocurre en la “zona lenca”, departamentos de Intibucá y Lempira, donde todavía hay lo que nosotros denominamos influencia de sustrato de la lengua lenca, aunque ya esté extinta, pero hay influencia en la forma de hablar”.
Hay otras razones, como la influencia del inglés en la zona insular, específicamente en Islas de la Bahía. Esta región estuvo vinculada a la colonia británica hasta 1860.
En ese contexto, la máster en Lexicografía Hispánica de la Academia Hondureña de la Lengua, Hilce Hernández, explicó en su estudio “Actitudes lingüísticas en Honduras” que “un considerable segmento de la población isleña ya habla español como lengua nativa, pero todavía hay muchos que no la hablan en lo absoluto o que lo hablan con un acento inglés que podría ser tomado como norteamericano”.
Por su parte, en la zona sur del país, durante el periodo colonial estuvo influenciada por la presencia de corsarios y piratas ingleses y fue objeto de muchas incursiones desde el Golfo de Fonseca.
“De hecho, la geografía marítima de la zona la convierte en una de las regiones de extraordinaria riqueza léxica marítima y pesquera”, indica Hernández en su estudio.
En el caso de la zona norte, especialmente en el departamento de Cortés, hubo gran influencia lingüística del inglés americano a comienzos del siglo XX, debido al enclave bananero estadounidense, precisamente la Cuyamel Fruit Company que se instaló en Omoa, una empresa fundamental para que Honduras fuera conocida como la “República bananera”.
No así, “hay un rasgo más conservador (en el habla) en la zona central, puesto como Comayagua fue la sede de la provincia de Honduras durante el período colonial, eso de alguna manera marcó la tradición lingüística de esa que también es compartida con el departamento de Francisco Morazán”, expone Brayan Carrillos.
El experto explica que en el caso de Tegucigalpa y Comayagüela, por razones de inmigración de personas procedentes de otros departamentos, “esa visión conservadora en el uso de la lengua se ha visto un poco afectada y entonces vemos que más bien lo que tenemos hoy día es un mosaico lingüístico en esta zona”.
Dialectos
El especialista en lingüística, Josue Álvarez, aclaró que un dialecto es la forma correcta para referirse a cómo se habla en una región específica.
“Por ejemplo, el dialecto hondureño, el dialecto sampedrano, el dialecto de Tegucigalpa, el dialecto olanchano y creo que deberíamos acostumbrarnos a usar esa palabra -dialecto- para referirse a la forma de hablar de una región”, manifestó.
Carrillos añadió que existen hablas regionales y hablas locales. Las primeras muestran rasgos característicos de cada región en donde se habla un idioma o esa variedad dialectal y las locales son todavía más específicas o más particulares.
En “la zona nororiental, que podría tomarse en cuenta el departamento de Olancho, El Paraíso, y Gracias a Dios, allí por haber una lengua indígena como el misquito, el español es muy distinto al de la zona central, por ejemplo, usted verá que la gente tiende a pronunciar la s de una manera particular, y se dice que es una pronunciación casi silbada de la s”, explicó el experto en Didáctica de Lenguas y Culturas.
“Yo diría que es más parecida a la pronunciación de la s cómo se articula en España. Por lo general, nosotros no pronunciamos de esta manera, pero ellos tienen esa particularidad”, detalló Carrillos.
Lo mismo ocurre en los departamentos de Intibucá y Lempira, “donde todavía hay influencia de sustrato de la lengua lenca, aunque ya esté extinta, pero hay influencia en la forma de hablar”.
“Si usted viaja a esos lugares se dará cuenta que las personas de cultura lenca hablan el español diferente a nosotros, pronuncian de manera diferente, tienden a hablar con mayor rapidez y hay como cierta diptongación o unión, por ejemplo, ellos no dicen “profesor”, dicen “prof-esor”, así prof unido”, agregó.
Otra zona es la costeña, donde de acuerdo al experto la gente tiende a hacer un sonido un sonido silbante y chillón cuando pronuncian la z y la s.
“Hay gente que dice para el caso: ‘soy de Jan Pedro San Pedro’, eso es una aspiración, en vez de pronunciar la s de San Pedro la aspiran, o por ejemplo, en lugar de decir pescado, se tiende a escuchar como “pezcado” o en el caso de España o mosca se escucha “Ezpaña” y “mozca”, comentó el especialista.
En la región sur, en Valle y Choluteca, en cambio los ciudadanos tienden a usar formas apocopadas, es decir que “acortan las palabras”.
“Hablan muy rápido también y por ejemplo, dicen “pa lante”, “pa atrás”, en lugar de para adelante y para atrás”, explicó Carrillos.
¿Localismos u hondureñismos?
La historia y folclore de Honduras les denomina hondureñismos, pero los expertos consultados por EL HERALDO aclararon que se trata de localismos y son palabras utilizadas en ciertas regiones geográficas de un país y usualmente solo son entendidas por los nativos.
Un ejemplo es la palabra “chonguenga”, que era utilizada para referirse a una embriaguez o borrachera y ahora se usa como “chonguengue”, que quiere decir una gran fiesta o celebración.
Otro concepto interesante es el de la palabra “descarrachado”, que antes era utilizada para denigrar a las personas indigentes o a los divorciados. Ahora se utiliza en algunas regiones de Honduras para referirse a personas desaseadas.
También hay palabras que suelen sumarse a expresiones comunes, como la palabra “jacha” que comúnmente es utilizada en las expresión: “pelar las jachas”, que quiere decir que una persona se ríe mucho o que es sonriente.
Algunos intelectuales consideran que expresarse con localismos se traduce como pobreza de lenguaje y educación, sin embargo, Josue Alvárez opinó que no puede hablarse de “formas correctas, ni de formas incorrectas. Simplemente se habla de variaciones o de formas distintas de hablar”.
“En un contexto formal yo debo utilizar un nivel culto, un nivel estándar de la lengua; en un contexto familiar o entre amigos yo puedo hacer un uso popular de la lengua, que es mucho más espontáneo, dialogado y no tan cuidadoso”, dijo Carrillos.
Finalmente, “la lengua es un asunto de gustos de los hablantes”, dijo.
¿Perdemos nuestra cultura e identidad cada vez que se modifica nuestro léxico?
La diversidad del lenguaje está fuertemente arraigado a la historia de Honduras y aunque se podría pensar que con el paso del tiempo la identidad se ha corrompido al utilizar vocablos de otros países, Alvárez considera que caemos en ambigüedad al pensar que la identidad es algo estático, porque en realidad “son procesos dinámicos que van cambiando y eso al final también forma parte de nuestra cultura”.
A su criterio se sumó el de la máster en Lexicografía Hispánica, María Sánchez, quien explicó que cultura, sociedad y lenguaje “son tres elementos que van unidos y que los cambios en un idioma como tal lo generan los hablantes, porque son quienes los utilizan”.
Uno de los grandes cambios en el léxico fue derivado de la pandemia del covid-19, “por todos los recursos que utilizan las palabras técnicas, por la indumentaria y por otros fenómenos que ocurrieron en ese contexto”.
Otra situación ha sido el rápido acceso a vocablos de otros países a través de la tecnología, sobre todo porque “la variante hondureña no es muy expandida como estos países que tienen mucha influencia en la televisión, como Colombia o México”.
Los cambios en el lenguaje hondureño seguirán ocurriendo y la rapidez dependerá de cada generación.
“Podríamos tomar en cuenta que cada generación cambia y que también depende de los padres qué tanto les estamos dando la tecnología a nuestros hijos, por ejemplo, la mayor influencia que va a tener un niño es la influencia de los programas, depende de películas, de caricaturas, porque si esas caricaturas fueron hechas en otro país, claro que va a tener un cambio”, concluyó.
Conservar y valorar nuestra lengua debería ser un deber.
Honduñerismos más comunes
Que un término hondureño se gane un espacio en el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), es tarea díficil, pues antes de eso, los expertos certifican que la palabra que vaya a ingresar esté en uso popular.
La Academia Hondureña de la Lengua es el primer ente encargado de identificar un término. A continuación las más comunes: