Durante 8 años utilizó el traje de enfermera que para ella era la barrera de protección que la libraría de múltiples enfermedades.
Jamás se imaginó que un día tomaría el puesto de sus pacientes en una camilla del Hospital de Especialidades del Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS).
A simple vista, su alargado y sereno rostro no denota ninguna afección al igual que su delgado y moldeado cuerpo trigueño.
La tersa piel de sus manos con largas uñas bien cuidadas más bien dejan ver una salud superficial que se deteriora con solo ver una amplia cicatriz al rededor de su cuello.
Hoy, a sus 28 años, esta marca se ha convertido en el collarín más importante, que cada día le recordará que debe vivir a plenitud luego de haber emprendido una lucha contra el cáncer de tiroides.
“A mí me daba taquicardia y sudoraciones fuertes en la noche y me tocaba una pelotita en la garganta, eso me dio la pauta, vine al médico y los endocrinólogos no me encontraban nada, me habían dicho que era un quiste sebáceo”, relató Jessica Pavón, una paciente recién operada por cáncer en la tiroides.
“Las pruebas aparentemente me salían normales, pero ya con la biopsia el doctor comprobó y me dijo que era cáncer”, agregó.
Su relación con la medicina la sostuvo en aquel momento para no dejarse debilitar por el diagnóstico y comenzar a buscar alternativas de tratamiento.
“Al inicio me preocupé, pero le pedí a Dios que me diera la fuerza y la sabiduría necesarias para que el doctor me ayudara en el proceso para salir bien de la cirugía”, comentó.
“Tenía miedo por mis hijos, uno piensa que los va a dejar solos, pero me dije que Dios tiene la última palabra, comencé a platicar con algunos compañeros cirujanos que me decían que este cáncer en la etapa que me lo habían detectado no era problemático”, recordó.
Luego de varios meses comenzó su lucha por lograr una intervención quirúrgica para extirpar la tiroides.
“Y en este paso estoy, el doctor me ha dicho que debo esperar algunos resultados para ver si necesito aplicarme el yodo (radiactivo), yo espero que no lo necesite, yo sigo confiando en Dios”, expresó.
Reflexionó en la importancia que debió dar al cuidado de su salud y practicarse exámenes preventivos, ya que aseguró que siendo enfermera debió dar el ejemplo a sus pacientes.
“Debí pensar en mí, en ellos que uno los regaña porque van al médico cuando ya están bien graves, y yo fui igual, fui hasta que me pegó la taquicardia y el cardiólogo fue el que fue dando”, comentó.
“Me dijeron que sacaron toda la tiroides, y me dejaron la levotiroxina (medicamento) de por vida, tal vez si me hubiera detectado a tiempo no hubiera sido así, aprendí a que hay que ir al médico”, agregó.
Nuevas amenazas
Y es que el cáncer en la tiroides forma parte de las nuevas amenazas asintomáticas para la mujer hondureña.
Según el doctor Jorge Rodríguez, cirujano oncólogo del Hospital de Especialidades del Instituto Hondureño de Seguridad Social, “actualmente estamos viendo una gran cantidad de pacientes con cáncer de tiroides, la enfermedad tiroidea se está investigando más”.
Detalló que estadísticamente se podría decir que el 30 por ciento de las mujeres con nódulos en la tiroides desarrollan este tipo de cáncer.
“Solo aquí en el Seguro Social podríamos decir que por cada 10 pacientes con cáncer de tiroides nueve son mujeres y uno es hombre, es decir que la mujer es altamente vulnerable”, señaló.
Sin embrago, aseguró que no se podría decir que ha incrementado, sino que el estudio de esta afección ha permitido un número fuerte de detección.
“Muchas personas que anteriormente tenían nódulos tiroideos o tenían un bocio y que se manejaban de manera conservadora con medicamentos, empezamos a ver que hasta un 30 por ciento de pacientes con nódulos tiroideos pueden tener un carcinoma oculto”, explicó Rodríguez.
Un carcinoma oculto o de pequeño tamaño en un cáncer que no produce síntomas manifiestos.
Puede permanecer localizado y ser descubierto solo con biopsia, o puede metastatizar (propagarse) y ser descubierto en el estudio diagnóstico de la enfermedad metastásica resultante.
Rodríguez explicó que el hecho de poseer pruebas de tiroides normales no lo exenta de tener un cáncer de tiroides.
“La revisión debe incluir examen clínico, las pruebas tiroideas y el ultrasonido de tiroides, que es fundamental para decidir si tomamos o no una biopsia”, indicó el especialista.
Explicó que al ser detectada la presencia de un carcinoma en la tiroides se procede a su extirpación.
Después se puede determinar que a la paciente con cáncer de tiroides se le prescriban ciclos de radiaciones con yodo.
Cuando el yodo radioactivo (RAI), también conocido como I-131, se administra al cuerpo en forma de líquido o cápsula, este se concentra en las células de la tiroides.
La radiación puede destruir la glándula tiroides y cualquier otra célula tiroidea incluyendo las células cancerosas que absorbe el yodo.
Rodríguez aseguró que aún no existen estudios médicos que puedan determinar las causas que originan el cáncer de tiroides.
“Cuando se revisan los libros de cáncer de tiroides, muy pocas veces usted puede encasillar las causas, a lo mejor hay factores hormonales que aún desconocemos”, dijo.
“Por eso es tan importante que cuando estén con el internista o el médico general no cuesta nada decirle hágame unas pruebas tiroideas, un ultrasonido de cuello para ver cómo estamos”.
Afortunadamente para los pacientes, el cáncer de tiroides tiene una alta tasa de curación de aproximadamente el 85 por ciento.
Sin embargo, en una etapa avanzada el cáncer de tiroides también puede producir una metástasis hasta ocasionar la muerte.