Honduras

Ever Velásquez, sobreviviente del incendio en La Montañita: 'Me vi en el espejo y me eché a llorar”

EL HERALDO reconstruye la historia de la hospitalización en Honduras y México del bombero Ever Velásquez y esos momentos agónicos de su recuperación

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26.03.2019

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Cuatro días después de estar en la Sala de Quemados del Hospital Escuela, Ever Velásquez se sintió alegre por primera vez. Una enfermera se acercó y le dijo que tenían que limpiarlo porque él y sus dos compañeros salían para México. Eran las 6:30 de la mañana.

Ever, Óscar Fernando Madrid (34) y Frank Obilson Santos Girón (31) resultaron con graves quemaduras en el incendio forestal del 25 de abril de 2018 en el sector de La Montañita. Dos compañeros de ellos murieron carbonizados ese mismo día.

Los tres fueron llevados al Hospital General para Quemados de la Ciudad de México. Tan solo cuatro días después murió Óscar Fernando Madrid y cuatro semanas más tarde Frank Obilson Santos Girón. Ever es el único sobreviviente de aquel fatídico día.

Su vida cambió, pero a lo largo del último año Ever, un muchacho de apenas 22 años, es un claro ejemplo de que la adversidad y los mayores obstáculos no pueden detener los sueños y las aspiraciones, aunque eso haya significado que la vida penda de un hilo.

Ever junto a sus abuelos María Cleofe García y Franciso Velásquez.

Ever junto a sus abuelos María Cleofe García y Francisco Velásquez. Foto: Marvin Salgado/EL HERALDO


Ever no sabe si la muerte tiene algún sentido o no, pero en esos momentos de horror, en esos infinitos segundos cuando las llamas queman el cuerpo, en esos segundos en los que se tiene la fe y la convicción de conectarse con un ser supremo, en esos segundos en los que uno siente que la vida se va, en esos segundos de agonía, siempre hay espacio para pensar en sus seres queridos.

Ever Velásquez ha tenido la osadía de contarnos su historia no para que nos compadezcamos de él, sino para aprender que aún en los peores momentos hay que aferrarse a la vida y luchar por lo que siempre has querido salir adelante. Esta es su historia.

Un fugaz paso por el IHSS
“Cuando llegué al Seguro Social vi a un tío y lo único que le pedí fue que orara… recuerdo que le dije que lo amaba”, rememora Ever con una frágil voz que parece pondrá punto final a la entrevista en cualquier momento. Pero no.

Los ingresaron a la sala de emergencia. “Ahí solo me practicaron una traqueotomía -procedimiento quirúrgico realizado con el objeto de crear una abertura dentro de la tráquea para facilitar el paso del aire a los pulmones-”.

En joven apagafuegos en la central de bomberos.

El joven apagafuegos en la central de bomberos. Foto: Marvin Salgado/EL HERALDO


Hasta allí no podía ingresar nadie, si no tenía autorización. A través de una ventana de vidrio podían ser observados. Llegaron compañeros y familiares a darles ánimo, fuerza y fe.

Su estadía en ese lugar fue efímera. La sombría noche cayó y al cabo de seis horas, los bomberos fueron movilizados a la Unidad de Quemados del Hospital Escuela Universitario (HEU). Cuando despertó ya estaba en el hospital.

Cuando despertaron, lo primero que hicieron fue preguntar por sus dos compañeros (Felipe Santiago Varela (43) y Josué Vargas (45) que habían sido declarados desaparecidos.

“Lo que nos decían es que no nos preocupáramos porque habían salido ilesos del accidente. Para nosotros era una alegría saber que dos de nuestros compañeros se habían liberado de ese lugar”. Sin embargo, no era así. Los médicos y familiares les ocultaban una cruel y dolorosa verdad que tarde o temprano saldría a la luz; no era el momento de empeorar la ya agravada situación. Ellos dos habían fallecido carbonizados el 25 de abril.

El viaje a México
El 29 de abril a las 6:30 de la mañana empieza a cambiar la vida de Ever. Una enfermera se acercó y le dijo: serán trasladados al Hospital General para Quemados en la Ciudad de México, por lo que les tenemos que realizar una limpieza para que sean llevados.

“Se sintió un momento de alegría al saber que nos iban a sacar de ahí. Teníamos la esperanza de ser tratados en un lugar donde la tecnología y la medicina están más avanzadas, pero por otro lado la tristeza nos visitó porque sabíamos que íbamos a estar lejos sin poder ver a nuestros familiares”, recuerda el joven.

Momentos en que los tres bomberos eran trasladados hacia el hospital de México.

Momentos en que los tres bomberos eran trasladados hacia el hospital de México. Foto: EL HERALDO


A esa hora del día, la noticia ya había sido difundida en los medios de comunicación que mantenían informada a la sociedad sobre lo que sucedía respecto a la desgracia que unió al país.

Nos enrollaron como tamal y nos comenzaron a sacar en las ambulancias... un compañero de la central de bomberos me repetía: Todo va a estar bien'.



Ambulancias y una valla humana, conformada por autoridades de los cuerpos de socorro, familiares, amigos y reporteros se apostaron en la salida de emergencia del HEU para despedir a los valientes ciudadanos.

“Nos enrollaron como tamal en un material y nos comenzaron a sacar en las ambulancias, mientras un compañero de la central de bomberos que estaba a la espera de nuestra salida me repetía: todo va a estar bien”.

La movilización de los bomberos inició a las 8:40 de la mañana.

Óscar Fernando Madrid era el apagafuegos más perjudicado, por lo que tuvo que viajar primero. Frank Obilson y Ever Velásquez salieron minutos después en otra aeronave facilitada por el gobierno mexicano, tras las gestiones de ayuda que había hecho Honduras.

Almas rotas
Aquí quedaba su abuela, María Cleofe García, en la colonia Abraham Lincoln. Fueron días muy difíciles para ella, pero con su fe dio muestras del temple de la familia.

“Nosotros solo mirábamos pasar los aviones desde aquí de la casa, en un momento pensamos que Ever no iba a regresar”, dice con voz entrecortada, mientras sus lágrimas ruedan por sus blancas mejillas.

“Yo todos los días me arrodillaba y pedía a Dios que me le diera una oportunidad a mi muchachito”, logra balbucear.

La periodista Sabdy Flores conversando con la fortalecida familia del joven bombero.

La periodista Sabdy Flores conversando con la fortalecida familia del joven bombero. Foto: Marvin Salgado/EL HERALDO


Su esposo, don Francisco Velásquez, quien está de pie en la puerta de una habitación de la fresca y acogedora vivienda escuchando muy atento el relato, no soporta y llora. Para ocultar su dolor se retira, se interna a un cuarto y seca sus lágrimas, son lágrimas de una herida que todavía no cicatriza.

Un martirio estaba por iniciar…
Ever compartió con EL HERALDO que uno de los días más dolorosos de su vida fue cuando entró al hospital de la Ciudad de México, el calvario estaba por empezar.

“Al llegar a México nos explicaron que el material que nos habían colocado en el Hospital Escuela se había adherido a nuestro cuerpo, porque no nos aplicaron un medicamento que ayudara a mantener nuestra piel húmeda para que no se pegara”.

Los médicos mexicanos informaron que no los podían ingresar al quirófano con todo ese material, debido a las bacterias que adquirieron en el trayecto del hospital a los aviones.

“Recuerdo que comenzaron a despegar el material de nuestros cuerpos sin colocarnos anestesia, la tortura que sentíamos era insoportable”, dice Ever casi con la voz quebrada por el recuerdo.

Ever Velásquez apreciando la pintura que le realizó una primita mientras él estaba internado en el Hospital General para Quemados en la Ciudad de México.

Ever Velásquez apreciando la pintura que le realizó una primita mientras él estaba internado en el Hospital General para Quemados en la Ciudad de México. Foto: Marvin Salgado/EL HERALDO


Comenzaron a gritar con toda la energía que les quedaba, pero el clamor era en vano, pues los expertos en medicina solamente repetían: “Tienen que soportar, no podemos ingresarlos así”.

“Fue un instante lleno de dolor. El ardor que sentíamos en todo el cuerpo era horrendo; hasta que los tres nos estábamos desesperando de tanto suplicio decidieron sedarnos”.

Nuevamente le practicaron la traqueotomía porque, según los doctores, en el Seguro Social no se la habían realizado correctamente, puesto que no era la adecuada para la cantidad de oxígeno que el joven requería.

Cuando Ever despertó ya estaba en el quinto piso del hospital mexicano. Le habían colocado un nuevo material en todo su cuerpo, una sonda en la nariz y otra en el área genital.

Estando en México pedí que colgaran en la habitación mi uniforme porque para mí era comenzar de nuevo ese anhelo de regresar al Cuerpo de Bomberos portándolo como si nada hubiese pasado'.



A los cuatro días de haber sido ingresados en el Hospital General para Quemados en México, Óscar Fernando Madrid perdió la vida y al mes, Frank Obilson Santos Girón falleció. Mientras tanto, los doctores solamente brindaban a Ever un 1% de probabilidad de vida.

Tiempo de recuperación
Ever permaneció un mes y medio en el quinto piso -cuidados intensivos- viviendo un proceso doloroso. Todos los días le desarrollaban limpieza de cama e ingresaba al quirófano cuatro veces a la semana para la realización de injertos y aseo corporal.

En ocasiones, la fase de higiene se alargaba a cinco horas en el quirófano y la agonía era horrible, las enfermeras solamente decían: “No podemos sedarlo por completo porque necesitamos que el cuerpo se sienta vivo a través del dolor para que todo el organismo trabaje de la mejor forma”.

“Para mí todo fue dolor. Hasta los momentos en que tenía que defecar eran irritantes, muchas veces no quería hacer mis necesidades porque sentía malestar”, cuenta con pesadumbre que en ese entonces era acompañado por su tío Darwin Velásquez, quien fue su ejemplo a seguir para levantar el estandarte de la nobleza a través de su profesión.

Era aquel dolor tan horrible y espantoso que Ever pensó en la muerte como salida. “Todos los días era el mismo desconsuelo”, casi no dormía y cuando lograba conciliar el sueño, las pesadillas lo golpeaban.

Ever Velásquez en su residencia en la colonia Abraham Lincoln, al noroeste de la capital.

Ever en su residencia en la colonia Abraham Lincoln, al noroeste de la capital. Foto: Marvin Salgado/EL HERALDO


Ante el espejo…
Durante un mes, las noches fueron un infierno para Ever. Se miraba en La Montañita peleando con las lenguas mortales del fuego. Cerrar sus ojos por un segundo significaba enfrentarse al imponente incendio y quemarse nuevamente. Muchas veces se despertó gritando ¡auxilio! y las atentas enfermeras corrían para hacerlo entender que solamente era un mal sueño.

Las pesadillas lo estaban matando poco a poco y por eso para aliviar esta pena llegó la ayuda profesional de una psicóloga.

Tras varios días de recibir apoyo por parte de la consejera, llegó el momento en que le notificó: “Bueno Ever, hoy te toca verte al espejo, hoy te toca ver al nuevo Ever” (un silencio se adueñó de la habitación del paciente, porque fueron palabras que calaron en la profundidad de su alma).

La psicóloga le dijo: “Quiero que pienses en tres cualidades tuyas y te las digas ahorita frente al espejo”. Ever pensó en esas tres cualidades.

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“Cuando me vi frente al espejo no pude decir una palabra… me eché a llorar, me deprimí bastante y me puse a pensar cómo en tan solo dos meses mi vida había dado un cambio tan drástico; pensaba en cómo al verme así iba a ser aceptado por la sociedad. Creía que mi vida no iba a continuar de igual forma”.

La psicóloga lo calmó, le dio ánimo, le inyectó energía, le potenció su lucha por vivir, su fuerza heroica de salir adelante.

“Las palabras de ella me dieron una mentalidad diferente para ver este accidente como un propósito que tenía que pasar para cambiar algo, quizá en la institución o dentro de mí”, dice.

Aferrado a su uniforme
Con el paso del tiempo, el apagafuegos se fue sintiendo mejor, por lo que solicitó que colgaran su uniforme de bombero en la habitación en la que permaneció durante tres meses -para ese tiempo su madre, Yamibel Rubio (41) había viajado a México para acompañarlo-.

Su deseo fue concedido solamente por dos días. En ese pequeño lapso fijó su mirada en el atuendo que fue uno de los escudos de donde cosechó las fuerzas necesarias para recuperarse por completo.

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“Lo pedí porque quise tomarlo nuevamente como el reto que yo me había propuesto antes de entrar a la institución, lo tomé como un sueño. Para mí era comenzar de nuevo ese anhelo de regresar al Cuerpo de Bomberos portando el uniforme como si nada hubiese pasado”, expresa con orgullo.

Asimilación de la muerte
Tres días antes de recibir el alta del centro asistencial, Ever recibió la visita de la psicóloga, quien entró a la habitación y pidió a doña Yamibel que, por favor, los dejara a solas porque necesitaba hablar con el sobreviviente. Una desgarradora verdad estaba a punto de despedazar el corazón de Ever, quien hasta el momento no sabía que sus dos compañeros habían perdido la vida estando en México.

En diversas ocasiones los médicos y familiares le habían dicho que Óscar Fernando Madrid ya había sido dado de alta y que Frank Obilson Santos Girón, aún estaba internado pero fuera de peligro.

El apasionado por combatir las llamas se aferró a su uniforme de bomberos.

El apasionado por cambatir las llamas se aferró a su uniforme de bomberos. Foto: Marvin Salgado/EL HERALDO


“La psicóloga me dijo que mis dos compañeros habían fallecido”
Ever recuerda que después de recibir la triste noticia, la orientadora le brindó un espacio a solas. “Lloré, lloré bastante por ellos”, dice con desconsuelo.

Pidió que le autorizaran una llamada a Honduras para hablar con los familiares de ellos. Y habló con ellos y fue también en ese momento que se enteró de la muerte de sus dos compañeros el mismo día del siniestro.

“Ese día lloré mucho. Lloré por mis compañeros. Solo yo estaba vivo. Dios me dio esta oportunidad, ¿por qué...?”