El gobierno reaccionó ayer al artículo de The New York Times a través de un comunicado firmado por Christa Castro, ministra asesora de Estrategia y Comunicaciones.
A continuación el documento:
'El artículo del NYT muestra con crudeza el accionar criminal de los carteles del narcotráfico y el crimen organizado internacional por boca de uno de sus capos, asesino confeso de por lo menos 78 hondureños, entre ellos los funcionarios encargados de combatirlo y perseguir sus actividades criminales.
Reconoce y revela también cómo en los últimos cuatro años se desarticularon y derrotaron las bandas criminales, se capturaron y extraditaron 14 de los capos principales, mientras se persigue dentro y fuera del país otra docena de capos prófugos, y describe cómo se incautaron bienes producto de sus actividades criminales por cientos de millones de dólares.
En suma, por boca de los principales responsables de la tragedia, señala cómo están siendo derrotados en esta guerra y cómo, cercados por la acción del gobierno de Honduras, pactaron con el gobierno de Estados Unidos para liberarse de ser juzgados por sus crímenes en territorio hondureño.
La sucesión de batallas en las que se viene operando la derrota de las bandas criminales representa un cambio de una dimensión difícil de imaginar hace apenas cuatro años. Sacar del juego a estas bandas criminales permitió una reducción en la tasa de homicidios casi en un 50%.
La destrucción de 150 narcopistas y una docena de narcolaboratorios; el fortalecimiento de escudos terrestres, marítimos y aéreos ha producido una dramática reducción en los vuelos de los narcotraficantes, como lo atestigua la evidencia en la reducción de las trazas detectadas por las autoridades de USA.
El confinamiento de los más peligrosos criminales y narcotraficantes hondureños en nuevas cárceles de máxima seguridad, aislándolos del manejo de las bandas criminales en el territorio, la profunda depuración de la Policía Nacional, de la que fueron separados más de cuatro mil efectivos y en todas sus formas, han rendido sus frutos. Frutos que no habría sido posible consolidar sin una reorganización sin precedentes del Ministerio Público y la Justicia. Todo en poco más de cuatro años.
Es cierto, como señala el artículo del NYT, que los actores del crimen organizado internacional, los herederos y secuaces de los capos extraditados y prófugos, están intentando construir en Honduras y en el Triángulo Norte una “segunda generación” de estructuras criminales para continuar atendiendo la demanda de los países del norte de la droga producida en los países del sur de América. Como lo es también que están poniendo recursos para desarrollar mercados emergentes para la colocación de drogas en los países del Triángulo Norte a través del fortalecimiento de maras y pandillas locales. La segunda fase de la guerra está en pleno desarrollo y también se está ganando.
Pero esa estrategia plantea como pieza fundamental sacar del juego a quienes los han combatido con más efectividad. Antes lo hacían, según la confesión de Rivera Maradiaga, ordenando su asesinato. Planearon y pagaron para asesinar al presidente Hernández, en un complot desarticulado por inteligencia de USA y de Honduras, cuyos actores están hoy en la cárcel.
Ahora han recurrido a insinuaciones falsas que buscan involucrar y desacreditar a su principal enemigo, el presidente Hernández, sin aportar ninguna evidencia de sus acusaciones, simplemente porque son falsas.
Y lo hacen a 50 días de unas elecciones nacionales en las que, de resultar reelecto el actual Presidente, tienen garantizada la continuidad de la guerra a sus organizaciones, y su derrota definitiva.
Se equivocan quienes piensan que con estas acciones podrán volver a actuar en la impunidad. El Presidente ha señalado una y otra vez que en Honduras nadie está, ni puede, ni debe estar por encima de la ley. Solo así, con esa certeza, podrá continuar profundizándose nuestra alianza con los países que son nuestros socios para hacer justicia dentro y fuera de Honduras. Y solo así podremos consolidar los cambios en el país, que hoy son notorios y se reconocen a nivel de organismos internacionales, calificadoras de riesgo y países amigos. La ruta es una sola y en ella estamos comprometidos'.