Honduras

Las Islas del Cisne, un paraíso natural único en Honduras

Un recorrido por el archipiélago de Honduras, ubicado en el Caribe, muestra la riqueza natural de un recóndito paraje con un potencial turístico y científico extraordinario

FOTOGALERÍA
05.05.2017

Tegucigalpa, Honduras
Las olas golpean con furia las gigantescas rocas volcánicas en un choque ensordecedor. La espuma y el agua que suben parecen salpicar a las aves que, cruzando el cielo, se acercan tanto que antes de ser alcanzadas alzan vuelo en un ritmo que suele ser un extraordinario espectáculo de la naturaleza de esta isla caribeña.

Ver ese contacto de olas y aves, jugueteando y bailando al vaivén de las aguas turquesas marinas, no solo es un privilegio sino que se convierte en un momento maravilloso que hace olvidar -por un instante- las penurias y angustias que golpean a los hondureños, pero que refuerzan la fe y la esperanza de una Honduras de oportunidades.

Las Islas del Cisne, un pequeño archipiélago en el Caribe, a unos 250 kilómetros de tierra firme, son un paraíso natural muy poco conocido, pero que guarda un extraordinario potencial turístico y científico.

El archipiélago consta de tres islas: Cisne Grande con un área de 5.5 kilómetros cuadrados, Cisne Pequeño con 2.5 kilómetros cuadrados y el llamado cayo Pájaro Bobo con menos de 10 metros.

En la mayor de las islas hay una pista aérea de unos 2.5 a tres kilómetros y se encuentra el apostadero de la Fuerza Naval de Honduras.

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En esta imagen se aprecia un paisaje precioso.

En esta imagen se aprecia un paisaje precioso.



Por 30 días, 14 soldados de la Fuerza Naval disfrutan de uno de los paraísos más bellos que tiene Honduras. Suerte para ellos. Privilegio de pocos. Un grupo de periodistas estuvo menos de cuatro horas en ese lugar, pero fueron suficientes para que quedaran extasiados y enamorados de uno de los parajes más lejanos pero más cautivadores de Honduras.

La presencia de los militares, que son rotados cada mes, al mando de un oficial no solo sirve para ejercer soberanía, sino que para evitar que la zona sea utilizada por los narcotraficantes, pero también han auxiliado a decenas de cubanos que huyen de su país y que terminan siendo arrastrados por las corrientes marinas a este paraíso perdido.

Islas del Cisne

a 250 kilómetros de tierra firme, son un verdadero paraíso natural de Honduras, donde se puede sentir la brisa de un mar sosegado, azul resplandeciente, y ver el vuelo de las aves y el descanso de los garrobos.



En el mapa apenas se ve como un punto casi imperceptible al noreste de Honduras, en algunos mapas ni siquiera aparece, pero quién pudiera imaginarse que este pedacito de Honduras guarda una riqueza natural e histórica inigualable.

Fue ocupado por Estados Unidos y utilizado como una base de operaciones durante la Segunda Guerra Mundial, de cuya infraestructura destruida por los fenómenos naturales todavía quedan vestigios.

Cerca del puerto, adonde llegan una vez al mes el barco carguero o las patrulleras navales, se ve un enorme tanque de combustible usado para abastecer a los aviones de aquella época y que cualquiera que no sepa de armas podría confundir con una gigantesca bomba.

Después, cuando cayó el dictador Fulgencio Batista en Cuba y empezó la dictadura de los hermanos Castro, Estados Unidos la utilizó para instalar antenas y “bañar” con una señal de radio para dar información y hacer propaganda contra la dictadura.

La isla fue también utilizada por Estados Unidos para instalar en la década de los sesenta una estación meteorológica que mandaba información dos o tres veces al día al Centro de Control de Huracanes en Miami.

Honduras siempre reclamó estas islas como parte de su territorio y fue así que el 22 de noviembre de 1971, bajo la presidencia en Honduras de Ramón Ernesto Cruz y Richard Nixon en Estados Unidos, se firmó el protocolo en San Pedro Sula en el que se reconoce la soberanía hondureña.

El acuerdo fue suscrito por el entonces ministro de Relaciones Exterior de Honduras, Andrés Alvarado Puerto, y el enviado del mandatario estadounidense, Robert H. Finch.

Un viaje al paraíso
Un grupo de periodistas de diferentes medios de comunicación de Tegucigalpa fue invitado por Casa Presidencial para ir a las Islas del Cisne, donde el presidente Juan Orlando Hernández inauguró las nuevas instalaciones del apostadero naval y el mejoramiento de la infraestructura local. El viaje fue de Tegucigalpa a Roatán y luego a Islas del Cisne en un vuelo de casi una hora en un pequeño avión.

A los actos oficiales con rigor y protocolo militar, con el sol golpeando a la tropa, siguió el corte de la cinta y después hubo tiempo para tomar algo helado y calmar la sed. De inmediato, el traslado de los visitantes fue a un sector de la isla donde se avistan los llamados “pájaros bobos”.

Para llegar a una de las costas se recorre una calle de tierra y se ve la vegetación con mucha palmera y una pequeña lomita donde los árboles y arbustos vuelven la zona selvática y tupida. Allí, los riscos detienen la furia de las olas y las aves juegan en el aire como dibujando figuras geométricas.

Una amplia alfombra verde de una especie de perejil (muy común en zonas manglares del sur y que se disfruta mucho con huevo frito) sirve de descanso y hábitat perfecto para el pájaro bobo que anida, pone sus huevos, los calienta hasta que nacen sus crías y luego las cuida y alimenta.

A lo largo de la costa se ven decenas de pájaros bobos anidando y cuidando a sus crías y se muestran tan habituados a la presencia de humanos que uno se puede acercar tanto que no lo ven como una amenaza y tan solo reaccionan si uno quiere tocar a sus crías.

El paso del tiempo, la furia del mar y la acción de la naturaleza han transformado a la roca volcánica en figuras que parecen enormes garras capaces de herir los pies si no se tiene cuidado al andar, pero que suele ser el lugar perfecto para los caracoles y otras especies marinas.

14 soldados

de la Fuerza Naval protegen la isla y son rotados en el mes.



Y si uno mira al mar se da cuenta que el agua tiene diferentes tonalidades, desde un azul turquesa, azul marino, azul profundo a un verde claro y un verde profundo.

Un paisaje marino verdaderamente extraordinario, tanto que una cámara fotográfica capta apenas el paisaje, pero no el sentimiento y la emoción que genera estar viéndolo en vivo.

Desde otro lado, ya viendo hacia el interior de la isla, las ramas de los arbustos juegan con el viento y unos troncos secos son esculturas abstractas con el fondo azul celeste del cielo del mediodía, pero que en la noche, con la luz de la luna, simulan fantasmas o custodios de los pájaros bobos y sus crías.

Camino a una playa, casi virginal, se aprecian enormes garrobos que no se inquietan ante los visitantes. Aquí, el mar es más tranquilo, las olas suaves se pierden al llegar a la costa entre la arena blanca y amarillenta.

Es una playa grande donde se puede encontrar mucha vida marina, algas y corales, piedras blancas con diferentes formas y tamaños, raíces y ramas secas de arbustos que parecen siluetas o imágenes arquitectónicas.

Se encuentran caracoles marinos grandes y a la orilla de la playa uno de los visitantes le da al presidente Hernández la concha de uno de ellos.

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Una miembro del equipo de periodistas que visitó las Islas del Cisne.

Una miembro del equipo de periodistas que visitó las Islas del Cisne.

El Presidente se lo ofrece a uno de los periodistas que lo muestra con orgullo. Será una excelente pieza de decoración.

El calor aprieta a la 1:30 del mediodía. Y es hora de seguir conociendo la isla. La siguiente parada es el atracadero, adonde llegan las patrulleras navales o el carguero que cada mes lleva víveres y al personal militar que se rotará.

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Pájaros lobos

las islas son el hábitat de estas aves que llegan por miles.

Casi a las dos de la tarde el grupo regresa al punto de donde había salido la caravana. Un amplio salón con mesas en forma de U con manteles blancos es indicativo de que llegó la hora del almuerzo.

Una exquisita sopa marinera, conversación entre los invitados sobre lo maravilloso de la isla y las reflexiones sobre su potencial y qué aprovechamiento se le puede dar a este paraíso.

Uno de los periodistas dice las palabras de agradecimiento por la invitación y el Presidente explica que se está trabajando para definir una estrategia sobre esta zona, donde hay espacio para desarrollar otro nivel de turismo.

Subrayó que así como este paraje hay muchos más en Honduras y por eso se debe considerar todo el potencial turístico inigualable de Honduras. Agradeció a la Fuerza Naval por custodiar la isla y a la Fuerza Aérea por el apoyo que brinda.

Llegó la hora del retorno. La caravana de periodistas y la del Presidente estaba lista.

José Godoy, el asistente del Presidente que había coordinado el viaje el 1 de mayo, pregunta: -¿Qué le pareció el viaje?

-Sencillamente impresionante. Extraordinario. (Y las palabras se quedan cortas después de conocer este maravilloso apartado de Honduras, una Honduras que merece mayor dignidad y mejores oportunidades para todos).

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La instalación en la que vive el grupo de 14 militares que cuidan y protegen las islas.

La instalación en la que vive el grupo de 14 militares que cuidan y protegen las islas.