TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Nueve años después de no saber nada de su hijo Julio César Amador Aguilar, que salió desde Honduras rumbo a Estados Unidos para cumplir su sueño americano su madre, doña Aracely Aguilar Larios recibió una misteriosa llamada por celular desde México.
-Aló, doña Aracely.
-Sí.
Le hablo de parte de su hijo Julio César.
-¿Cómo?
Sí doña, aquí va camino a Estados Unidos con un coyote.
-Pásemelo, por favor, páseme a mi hijo.
Ahorita no puedo, va adelante con un hombre, le llamo porque su hijo ocupa dinero, a mí me da pesar de ese muchacho.
-Sí, solo le pido que me lo pase.
No puedo, pero ocupamos el dinero.
“Me llamaron varias veces, pero nunca me lo pasaron, al fondo se escuchaban ollas, platos, como si fuera un comedor, un día les dije que por hacerme eso le iban a rendir cuentas a Dios, que me estaban haciendo sufrir pues cuando mi hijo se fue ni teléfono teníamos y nunca más volvieron a llamar”, confió a EL HERALDO entre lágrimas la señora.
Su hijo Julio César Amador Aguilar salió desde Honduras un 23 de enero del 2003, tenía 20 años y partió en compañía de dos amigos.
“Se había graduado de perito, me dijo que se iba porque aquí no había trabajo, le dije que era profesional, que se esperara, pero me dijo que iba a ganar más en Estados Unidos que en un banco aquí en Honduras y que deseaba ayudarnos”, comentó.
Relató que su muchacho iba en compañía de dos amigos. “Lo perdieron en Guanajuato, les llegó la policía y corrieron con destinos diferentes, a mí nunca me habló durante el viaje, pero sí se comunicó con un amigo en Estados Unidos a los 14 días de haberse ido y le dijo que iba bien con un hombre de Orica que no conocía, nunca más supimos de él”.
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A doña Aracely la atacaron los recuerdos y rompió en un desconsolado llanto. “Me duele, más cuando recuerdo que me dijo que no quería que yo me muriera moliendo esas tinas de maíz y que me quería ayudar, yo soy fuerte, pero cuando me acuerdo de esas palabras lloro”.
La señora cree que su hijo está vivo. “Creo que está casado, que tiene hijos, que vive en México, que se quedó ahí y se olvidó de nosotros, yo quiero que sepa (rompe en llanto) que lo amo, que necesito saber de él, quiero verlo, que si tiene su vida, que sepa que tiene una madre que lo llora y que siempre lo buscó”.
Explicó que una luz de esperanza surgió en el año 2014, cuando un joven de su colonia se fue para México como migrante.
“Cuando regresó alguien le dijo que yo no sabía nada de mi hijo y llegó a la casa a decirme que lo había visto en Cocotlán, que lo saludó, “¡Hey loco!”, pero él no le respondió, dijo que estaba casi seguro que mi hijo vive en esa zona pues no lo vio como a los demás migrantes, sino como alguien de la zona”, explicó.
Relató que el muchacho le dijo que con todo gusto si en algún momento deseaban su ayuda para ir a la zona, él los acompañaba y los llevaba al lugar exacto donde lo vio.
Con lágrimas en los ojos y su corazón partido la señora comentó que “no soy capaz de ver las fotos de él, trato de ser fuerte, pero siempre está en mi recuerdo, si él vive en México como yo creo y no regresó porque piensa que no cumplió su palabra de ayudarnos, quiero que sepa que eso no importa, que yo lo amo y necesito volver a verlo”.