Aunque las mujeres de la región centroamericana no han avanzado en cuanto a su participación en el mercado laboral, han superado a los hombres en ingresos en un promedio de un tres por ciento.
Esta es una realidad, aseguró a EL HERALDO el economista chipriota Renos Vakis, quien elaboró un informe a nivel de los seis países centroamericanos sobre el tema de género y sus cambios en la última década.
En el estudio denominado “Una revolución de género en marcha”, Vakis explica lo que ha pasado en la región sobre el tema de equidad de género en el mercado laboral.
Según él, el interés era revisar la dinámica en tres ejes fundamentales: la participación laboral de las mujeres en el mercado en general, el tema de los ingresos, así como analizar el tipo de políticas que han cambiado dentro la década comprendida entre 1997 y 2006.
Las tendencias
El tema de género cada día está más en la agenda de políticas a nivel de países y “queríamos ver la realidad que ha pasado en las oportunidades a mujeres en Honduras y los países alrededor”.
Lo que se vio son dos o tres tendencias de manera paradógic. Por un lado, en la participación laboral, cuatro de diez mujeres están en el mercado laboral y esos datos no han cambiado en la última década.
Pero sí se ha registrado un cambio en la aportación de las mujeres a las economías de los países de Centroamérica. Hoy día, alrededor de 40 centavos de cada dólar que entra a una familia provienen de las mujeres.
Por un lado se observa que la participación laboral no ha cambiado, pero por otro se ve un aumento de la contribución de las mujeres a la economía.
En términos de participación laboral los incrementos más fuertes, aunque siguen moderados, han sido en Panamá y Costa Rica. Mientras que en el resto de países como Honduras no se ha visto un aumento de participación laboral.
Lo que sí se ve en Honduras es la disminución de esa brecha en término de ingresos laborales. Honduras es uno de los tres países de la Centroamérica donde las mujeres han tenido éxito en el ingreso.
Lo interesante es cuando se miden los ingresos promedios entre mujeres y hombres.
Hace una década los hombres ganaban alrededor del 15 por ciento más que las mujeres. Esto se daba por varios factores que tenían que ver no solo con la experiencia, sino también con otros aspectos relacionados a normas sociales, cultura, preferencia, discriminación, entre otros.
Pero hoy en día las mujeres ganan más que los hombres en un promedio de un tres por ciento. Honduras, El Salvador y Guatemala ostentan el mejor rendimiento, mientras que las brechas de ingresos en Costa Rica no se modificaron durante el período. Si bien las brechas de ingresos disminuyeron en Nicaragua, dicha nación todavía presenta brechas de ingresos favorables a los hombres.
Vakis sostuvo que las mayores oportunidades de trabajo para las mujeres están concentradas en cuatro sectores: educación, salud, comercio principalmente microempresas, y en la maquila.
Educación
Un resultado muy claro en la investigación es el tema de la educación. Las mujeres desde los últimos 20 años han venido mejorando su educación a un ritmo más acelerado que los hombres, de tal manera que hoy en día en Honduras, las mujeres tienen casi un año más de educación que los hombres, lo cual resulta positivo para obtener mejores ingresos en el mercado laboral.
Hace diez años, un año de educación a una mujer le daba un aumento de ingresos de diez por ciento, hoy en día es de un quince por ciento.
Esto está sucediendo en Honduras, en toda la región y a nivel de América Latina. La desigualdad se ha dado vuelta.
“Los resultados del estudio sugieren que la educación ha sido un motor importante en la decisión de las mujeres de ingresar al mercado laboral, particularmente entre las mujeres jóvenes”, dice el estudio.
Otro aspecto que está contribuyendo a los cambios del papel de la mujer en el campo laboral es que las féminas están teniendo menos hijos, y por otro lado hay una tendencia a más mujeres, jefes de hogar, solteras, divorciadas, separadas con hijos. Eso ha crecido a un ritmo de 20 a 30 por ciento.
Hoy en día en uno de tres hogares hay una jefa de hogar, eso ha implicado un cambio de comportamiento. Es obvio que si una mujer vive sola con hijos va a buscar trabajo, medios para generar ingresos.
Algunos de estos cambios están dando más flexibilidad a las mujeres de tomar decisiones.
Otro aspecto que está ayudando a las mujeres para reinsertarse en el mercado laboral es el cambio de las normas sociales y esto se pudo percibir en los seis países en estudio. Es un cambio de la percepción en lo que la gente piensa sobre el rol de la mujer en general en la sociedad y su relación en el campo de trabajo.
También está la situación de la migración. Aunque esta puede afectar las normas y actitudes sociales y las dinámicas domésticas, a su vez tendría un impacto adicional en el bienestar. Este es un tema difícil de analizar, dijo Vakis.
él considera que eso ha tenido dos implicaciones: la primera es que entre los que migran la mujer es la primera en llevar el dinero al hogar y eso cambia el control de los recursos dentro de la familia y equilibra más las oportunidades.
Por otro lado, cuando alguien migra aprende nuevas costumbres y cuando regresa los trae consigo, esos cambios sociales poco a poco están modificando actitudes dentro de la sociedad, de una manera positiva.
Para el economista chipriota, en materia de políticas públicas para las mujeres, los gobiernos no solo deben trabajar en capacitación, sino también en generar espacios donde las mujeres puedan poner en práctica los conocimientos adquiridos.
Acceso a recursos
Otro factor que actualmente deben ver los gobiernos para apoyar a las mujeres es el acceso al crédito para microempresas, pues esto da flexibilidad.
Un hecho importante es que cuando las mujeres reciben transferencias condicionadas y tienen una interacción con líderes que les inspiran en el trabajo, aumentan los ingresos, explicó Vakis.
El estudio “Una revolución de género en marcha”, patrocinado por el Banco Mundial, establece que las políticas que han modificado la asignación doméstica de recursos poniendo dinero en las manos de las mujeres han facilitado la inversión en acumulación de capital humano y la igualdad de género en el futuro, teniendo además el potencial de inducir cambios en las normas y preferencias sociales y conductuales.
Dichos programas incluyen las transferencias condicionales de efectivo dirigidas a las mujeres pobres, programas que han proliferado en toda la región durante la última década.