Tegucigalpa, Honduras
Una fresca y tranquila mañana se sentía el pasado 26 de enero en el arrecife de Media Luna, ubicado en La Mosquitia, Gracias a Dios, cuando, de repente, una gran explosión cambió la vida de 11 personas.
En una embarcación mediana, que fue construida de manera artesanal, viajaban 16 personas que se dedican a la pesca artesanal de gusanos de mar, más conocidos como pepinos. Llevaban siete días continuos navegando en el mar, cerca del cayo Sombrilla, en Gracias a Dios, sin lograr sacar muchos pepinos porque el alto oleaje no les había favorecido.
Las esperanzas de todos los buzos eran inmensas porque esta vez sería un gran día, cada quien pensaba en el bienestar de su familia: entre más gusanos recolectaran, iban a tener mayores ingresos económicos.
Los pescadores venden la libra de pepinos a 115 lempiras, que es altamente consumido como alimento por los asiáticos.
Por ese trabajo los buzos corren el riesgo de morir ahogados y solo ganan al mes unos 6,000 lempiras, con lo que mantienen a sus familias.
“Todos estábamos alegres esa mañana porque queríamos producir un poquito más de pepinos de mar porque el mal tiempo había bajado, todos mis buzos estaban felices, nosotros llevamos 16 buzos porque necesitábamos recolectar más”, recordó Eldin Eude, capitán de la embarcación, mientras se tocaba su clavícula derecha fracturada y hacía un gesto de dolor.
Acostado en la camilla número 518 de la sala de ortopedia de hombres del Hospital Escuela Universitario (HEU), el capitán trataba de recordar cómo sucedió el accidente en el que él y 10 de sus compañeros resultaron severamente lesionados.
Él sufrió fracturas en sus dos piernas y en su clavícula, así como quemaduras en su cuerpo.
A las 11:00 de la mañana de ese trágico día, los buzos sintieron hambre y uno de ellos se puso a preparar la comida: pescado frito. Minutos después, antes de que sirvieran los alimentos, el capitán se dispuso a encender el bote, al introducir y girar la llave, la batería de la embarcación estalló inmediatamente.
Eldin, de 37 años, estaba encima de ella, por lo que la explosión lo hizo volar. El gran estruendo y las llamas se esparcieron con gran velocidad, todos los tripulantes desesperados se lanzaron como pudieron al agua.
“A mí (el impacto por la explosión) me dejó inconsciente por cinco minutos y las mismas quemaduras me despertaron, yo fui la última persona en salir del bote”, contó.
Debido a la explosión, la mitad de la embarcación quedó hundida en el mar. “Lo primero que hicimos fue pedir auxilio a un bote de buzos de langostas que estaba cerquita y presenciaron todo, pero en lugar de ayudarnos se fueron sin importarles”, aseguró decepcionado.
2,000personas se dedican arecolectar pepinos de mar en la región de La Mosquitia hondureña. |
Gracias a que la embarcación tenía dos lanchas se pudieron salvar y llegaron a la orilla del cabo Sombrilla, donde pidieron ayuda a las primeras personas que vieron.
Dos señores, Terencio y René, también pescadores de la zona, los apoyaron en aquel momento de desesperación y los trasladaron en una embarcación al hospital más cercano. Al día siguiente, ocho de los buzos fueron trasladados por los cuerpos de socorro desde La Mosquitia hasta el HEU por las severas quemaduras.
Cuatro de ellos ya recibieron el alta médica, pero necesitan apoyo económico porque tienen que permanecer varios días en la capital ya que tienen que acudir a evaluaciones médicas en el centro asistencial.
Varios de los pescadores tienen la incertidumbre de saber si volverán a caminar. “Nos quedamos sin el barquito, era la única fuente de entrada de dinero que teníamos, perdimos todo en un instante, ¡ayúdennos por favor!”, exclamó entre lágrimas.
El capitán aseguró que necesitan apoyo, otra embarcación o un trabajo diferente para sacar adelante a sus familias. Mientras tanto, el señor Eude permanecerá hasta dos meses recuperándose de sus lesiones en el HEU.