TEGUCIGALPA, HONDURAS.- El expresidente hondureño Juan Orlando Hernández cumplirá este martes cinco días de haber sido encerrado en el Centro de Detención Metropolitano de Brooklyn, Nueva York, Estados Unidos, donde permanece a la espera de su audiencia el próximo 10 de mayo.
En el centro conocido como MDC, el expresidente ha sido visitado por su cuerpo legal y por líderes judíos, según confirmaron a este rotativo sus abogados.
El recinto carcelario está ubicado en el vecindario South Slope de Brooklyn y alberga a reclusos de ambos sexos. Está dividido en cuatro secciones de diferentes niveles de seguridad, en función de los delitos de los que se acusa a los detenidos.
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La prisión fue inaugurada a inicios de la década de 1990. Tiene una capacidad de mil asientos y fue construida específicamente para personas en prisión preventiva en espera de cargos o juicio.
EL HERALDO consultó a los abogados defensores sobre el estado en el que se encuentra el exmandatario y a qué cosas tiene acceso durante su detención y así respondieron:
¿Puede salir de su celda el expresidente? ¿Se encuentra seguro donde está?, preguntó el periodista.
“El ex presidente tiene un espacio privado, donde tiene acceso a una cancha de basketball, televisión, lugar donde hacer ejercicio y está recibiendo comida especial”, respondieron.
De igual manera, detallaron que esa alimentación especial es comida kosher, la cual se ajusta a las normas dietéticas judías, comunidad con la cual ha tenido fuertes vínculos en los últimos años, razón por la que se cree podrían ayudarlo a financiar su fianza, si así lo permite el juez.
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Celda en Honduras
Durante los 66 días que el expresidente estuvo recluido en Honduras previo a su extradición, guardó prisión en las instalaciones de la Dirección Nacional de Fuerzas Especiales, también conocidas como el Comando de los Cobras, donde se le ubicó en una celda que fue acondicionada para su uso.
El exterior de su celda era custodiado por tres policías de manera permanente y había un comisionado que se encargaba de vigilar su seguridad dentro de una oficina continua a la habitación del expresidente.
En otro espacio aledaño se ubicaban otros dos agentes registrando las visitas que él recibía y cuidando un botiquín al que solo tenía acceso el médico que vigilaba su salud cada cuatro horas.
Ya dentro del cuarto, el expresidente tenía una cama, un escritorio y una silla, un ropero, refrigeradora, un vaporizador de aire y su baño privado.
De igual forma tenía derecho a practicar sus ejercicios en una zona adecuada para este fin en el centro y espacio para leer y redactar un libro en el que estaba trabajando, al igual que se le brindaba alimentación especial que era suministrada por su familia para cuidar su dieta.
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