TEGUCIGALPA, HONDURAS. -“Por favor, pónganse de pie, que hará su ingreso el Tribunal. Queda terminantemente prohibido revisar el teléfono, masticar chicle y hacer comentarios durante el desarrollo del juicio”, son las primeras advertencias que hace Rosa Isabel Narváez Ordóñez, la única mujer alguacil de los Tribunales de Sentencia de todo el país. “El que incumpla estas reglas será desalojado del juicio... pueden sentarse y guardar silencio”, lanza una nueva advertencia la alguacil.
Narváez es una mujer carismática de 50 años, pero cuando de trabajo se trata no le tiembla la mano para poner orden en las salas donde se desarrollan los juicios.
Rosita, como cariñosamente le llaman los abogados y empleados, tiene 22 años de ser empleada del Poder Judicial y los últimos seis los ha fungido como alguacil.
Expresidentes, diplomáticos y hasta periodistas han sido puestos en su lugar por Narváez, que en el pasado fue agente de la Policía Nacional, carrera que le fortaleció su carácter y disciplina.
Hace unos meses, mientras se desarrollaba un juicio por el desfalco del Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS), la alguacil puso en su lugar a personeros de la Misión de Apoyo contra la Corrupción e Impunidad (Maccih), que estaban emitiendo comentarios durante el debate.
“Durante un juicio en la Sala I, vi un desorden entre un fiscal de la Maccih con otros delegados, ellos estaban hablando, masticando chicles, con los brazos estirados como si estuvieran en un cine”, contó.
“Yo siempre mantengo mi carácter y en cuanto a cumplir una regla, yo no lo pienso, y le dije al señor que me entregara el chicle, y un delegado que andaba con él me dijo ‘sabés con quién te estás enfrentando’, le dije que disculpara porque quien manda en la sala es el alguacil y en ese caso soy yo, así que por favor respete las reglas del Tribunal y en ese momento se levantaron y se fueron”, aseguró la funcionaria judicial.
En otro juicio, estaba el expresidente Manuel Zelaya y no quería seguir las reglas, pero en este tribunal nadie es intocable. “Le llamé la atención”, apuntó.
Es madre de siete hijos, abuela y una de sus mayores satisfacciones es ver a sus hijos en la universidad.
Entre risas, dijo que algunas veces los más rebeldes son los periodistas que por llevar la noticia irrespetan las reglas.
La semana pasada estuvo asignada en la recepción, que de acuerdo a ella no es una tarea fácil, “porque tenemos que estar pendientes del ingreso del personal, los privados de libertad, el que está en la mesa tiene el control de todo el Tribunal, manejamos la agenda de los juicios, y brindar la información a las personas”.
Rosita está convencida de que su labor debe ejercerla con suma responsabilidad, entusiasmo y eficiencia.