Llegó a la capital de Honduras con la esperanza de mejorar sus condiciones de vida y las de su familia.
Celina Mairena es hija de un matrimonio que procreó 12 hijos, todos viven en Las Flores, Teupasenti, El Paraíso, de donde es originaria.
Su mayor anhelo fue estudiar y convertirse en alguien productiva para el país y para ayudar a los demás.
Mairena trabajaba con jóvenes en su comunidad a través de la iglesia a la que asistía, eso la motivó a convertirse en una trabajadora social.
La entusiasta jovencita, convencida de su anhelo, viajó a la capital de la Repóblica para ingresar a la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), quien tuvo que pasar muchas necesidades para poder lograr su meta, ser una profesional de éxito.
De aseadora a licenciada
La vida para Celina nunca fue fácil, las carencias de su hogar la hicieron emigrar a la ciudad.
“Me vine de mi pueblo para trabajar de doméstica, aproveché para sacar un curso de computación pues ya tenía mi bachillerato, era una ciudad grande y debía conocerla, era la primera vez que estaba en Tegucigalpa”, relató.
Seis meses más tarde logró matricularse en la UNAH en la carrera de Trabajo Social, pero sus recursos económicos se agotaban.
“Ya no tenía trabajo, así que decidí buscar una oportunidad de empleo en la universidad... Me dieron de aseadora en el departamento de Mantenimiento”, recordó.
Entre una de sus anécdotas es el día que se matriculó, “yo aseaba registro, y el día de mi matrícula anoté los códigos de las clases e hice la fila como los demás alumnos, con mi uniforme de aseadora y la escoba, y una secretaria me dijo: ‘¿Muchacha y qué hace allí?’ yo le dije ‘me voy a matricular’.
Yo quería sacar mi carrera lo más rápido posible y ese día matriculé 5 clases y la secretaria me dijo que no iba a poder con ellas, pero todas las pasé gracias a Dios”.
“Entré a trabajar el 17 de junio de 2002, nos pagaban con jornal, de aseadora estuve 3 años, luego estaba en una oficina archivando documentos... Ese día jamás lo olvidaré, porque confiaron en mí, me tendieron la mano, me dieron la oportunidad de cambiar de trabajo, ya no andaba con una mecha y un trapeador”.
Mairena logró su meta de graduarse de licenciada en Trabajo Social en el año 2008.
A partir de esa fecha, ingresó a laborar al Consultorio Jurídico Gratuito de la UNAH, allí emprendió su nueva faceta como trabajadora social, atendiendo a las personas que van en busca de asesoría legal.
“Aquí no había un trabajador social, no llevaban estadísticas, faltaba un poco más de organización, desde entonces desempeñé mi profesión”, dijo con orgullo la alegre jovencita.
En 2009 Celina construyó su propia casa en una residencial, luego de haber alquilado modestos cuartos en al menos 6 barrios y colonias de la ciudad.
“Saber de dónde vengo me hace sentir más orgullosa, no me da vergüenza que la gente sepa que trabajé de aseadora, lo hice con mucho amor teniendo en mente que tenía que lograr mi meta y aquí estoy, voy por más, ahora estudio Derecho y sacaré una maestría, quiero seguir ayudando a la gente”, aseguró la licenciada.
Pasión por el canto
Celina, además de ayudar a las personas, tiene una pasión por el canto y la música.
Ella, junto a dos de sus once hermanos, tiene habilidades artísticas. Ella aprendió a ejecutar la guitarra a corta edad, mientras asistía a la iglesia de su comunidad.
“Uno tiene que ser feliz, alegrarse, disfrutar de la vida, este es un talento que Dios me dio y que comparto con los demás cada vez que puedo para regalarles un rato alegre”, dijo con una gran sonrisa.