Tegucigalpa, Honduras
En 1997, durante los preparativos para el Jubileo del año 2000 y con motivo del año dedicado al Señor Jesucristo, un grupo organizado de fieles católicos decidió realizar una monumental obra.
Para ello se obtuvo la venia de monseñor Óscar Andrés Rodríguez, ahora cardenal, quien acordó la construcción de una imagen especial del Hijo de Dios, algo que fuera más que un ícono, por lo que la obra a construir tenía que reflejar los ideales de un pueblo en busca de esperanza, de renovación de la fe, con sed de triunfo y de grandes anhelos.
Así que se pensó en el monumento de un Cristo Resucitado, en ascensión al cielo, que al elevarse sobre la parte más alta de la ciudad mantuviera su mirada puesta en ella.
Monumento de esperanza
Como en otros países del mundo, Honduras también tiene la imagen de un Cristo, muy catracho y original.
Motivo de orgullo es para la feligresía católica que el monumento Cristo de El Picacho -como se le bautizó- cumple el próximo 16 de enero dos décadas de presencia en la nación y en particular en la capital.
Esta imagen debe su nombre al sitio donde se encuentra ubicado, que es hacia el lado norte de Tegucigalpa, en lo alto del verde cerro El Picacho, donde destaca sobre la copa de la inmensa arboleda a 1,320 metros sobre el nivel del mar.
Su parte central está construida en concreto reforzado que tiene una dimensión de 20 metros, que descansa sobre una base de hormigón de 10 metros.
Esta es una obra inédita del reconocido escultor Mario Zamora (QEPD), quien concibió la idea de un Cristo con sus brazos levemente extendidos y que en sus manos son visibles las llagas dejadas por los clavos, muestra de la resurrección.
El diseño es del arquitecto Luciano Durón y la construcción se confió a Consulcreto.
Su estructura tiene en total 30 metros de alto con 2,500 toneladas de peso.
La administración del monumento se encuentra a cargo de la Fundación Cristo de El Picacho, una entidad sin fines de lucro presidida por el cardenal Rodríguez Maradiaga y apoyada por un grupo de voluntarios.
En ocasión de la celebración del 20 aniversario, la fundación tiene programadas varias actividades con el apoyo de patrocinadores.
Olmeda Rivera, directora ejecutiva de la fundación, informó que se ha culminado con la limpieza e impermeabilización de la imagen del Cristo.
La limpieza se hizo con un químico especial, no abrasivo, y se han cubierto grietas en la parte alta.
En el jardín, que es una área especial, destacan diversas especies de flora y se ha colocado señalización en los diferentes senderos.
Informó además que en la celebración del aniversario el próximo martes 16 se anunciarán más actividades que se realizarán cada mes de 2018.
Obra social
Localizado a 30 minutos de la ciudad, en la actualidad este monumento se ha convertido en un importante referente turístico para la ciudad.
Cada año más de 80 mil turistas de la capital y de otros sectores del país llegan a este espacio en busca de reflexión, meditación, sano esparcimiento y convivencia familiar.
Recorrer los senderos se vuelve una experiencia inolvidable, además que desde lo alto se ofrece una de las mejores vistas del Distrito Central.
“El Cristo de El Picacho es un ícono de fe para que todas las personas que lo vean recuerden que nuestra vida está en las manos de Dios, además es un signo de la identidad de los hondureños”, declaró el canciller de la Arquidiócesis de Tegucigalpa, Carlo Magno Núñez.
Además, se trata de un monumento vivo y en ello tiene que ver la proyección social que genera a través de programas de desarrollo humano, cristianos, educativos, culturales y ecológicos que han llevado a que se le dé esa consideración.
Entre estos programas que maneja la Fundación Cristo de El Picacho está el complejo habitacional Divina Providencia en la comunidad de Amarateca, que beneficia a más de 4,000 ciudadanos que después del paso del huracán Mitch perdieron sus viviendas.