TEGUCIGALPA, HONDURAS.-“¿Dónde estoy? ¿Porqué me movieron de la sala?”, preguntó con mucha dificultad Alex Carranza a una enfermera que estaba parada al pie de su cama, regulando unos aparatos.
Con una leve sonrisa, la mujer le contestó: “¡Te nos fuiste por cinco minutos en la madrugada!, estás en UCI, no te esforcés por hablar, descansá”.
Alex comenzó a llorar, el miedo invadió su corazón, había dejado el mundo sin darse cuenta, dio un viaje y regresó, en su mente pasaron como estrellas fugaces sus hijos y esposa, pues los había dejado sin tan siquiera decirles adiós.
VEA: Honduras suma 1,747 muertes y 56,649 infectados por covid-19
Malos diagnósticos
Primero tenía amigdalitis, o por lo menos eso le dijo el doctor, tres días después era dengue, según el diagnóstico de otro médico que también lo analizó.
Pero no, las fuertes temperaturas que estremecían el cuerpo de Alex eran por el covid-19, que estaba retorciendo su interior, buscando por dónde atacarlo.
Seis días con dos diagnósticos malos, ni las acetaminofén ni el paracetamol de 750 mg surtían efecto, pero lo peor estaba por llegar.
-Aló.
911, ¿de dónde nos llama y cuál es su emergencia?
-No puedo respirar...
-Casi no le escucho, acerque su voz al auricular, por favor.
Con ayuda de su esposa, Alex les explicó los síntomas.
-Permítame, ya le regresamos la llamada, dijo la operadora.
Minutos que parecían horas, hasta que sonó el aparato.
-Le voy a pasar al doctor.
Otra vez a explicar, el médico terminó la conversación con una promesa:
-Ya le mando la ambulancia.
En la colonia Cerro Grande zona 8 todavía están esperando escuchar la sirena de una ambulancia que nunca llegó.
LEA: Covid-19 en Centroamérica: altas cifras, luchas de poder y economías laceradas
Los que sí llegaron fueron sus compañeros de la empresa por medio del departamento de Recursos Humanos, pasó una noche en una clínica privada donde apenas pudieron estabilizarlo y sin más opción lo llevaron al Seguro.
Al llegar al IHSS lo ubicaron en la sala de emergencia con su tanque de oxígeno, interactuó por seis días con diferentes enfermos que llevaban a las camillas de la par, uno a uno los vio morir, a otros gritar porque los tanques se quedaban sin oxígeno.
“Pensé en la muerte, la vi en la cara de otras personas”, confió.
En un día contó 15 muertos, y sus nervios casi rozan la locura, estuvo a punto de pedirle a su esposa que le comprara un tanque de oxígeno por temor a vivir lo mismo que sus vecinos contagiados. Pasó por la sala de covid-19, visitó la UCI muerto y la mano de Dios en los doctores como instrumento le devolvió la vida. Alex aún está en recuperación en casa, la prueba para salir del Seguro fue más empírica que profesional.
-Tenemos lleno emergencia, ocupamos espacio, te voy a quita el oxígeno 24 horas, si no pasa nada, mañana te doy el alta.
ADEMÁS: Países con menos contagios de covid-19 realizan más pruebas que Honduras
Y ahí va, luchando con las secuelas, agarrado de su familia sin olvidar que durante cinco minutos abandonó este mundo.