Honduras

'Vengo a querer a mi papi”

Unas 1,000 personas se aglomeraron en las afueras del penal de Comayagua.

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07.04.2014

Tiene cinco años, casi el mismo tiempo de visitar a su padre en una celda de la cárcel. Con una expresión de felicidad revela su nombre: Gissel Ventura Paz, también el de su hermanito Antonio, de tres años.

Su sonrisa se hace extensa al responder la causa de su presencia en el lugar, pues adelante y atrás de ella la mayoría de las personas que esperan traspasar la valla militar y el cerco metálico son adultos “Vengo a querer a mi papi”, reveló.

A su lado su abuela Martha Estrada Martínez interrumpe la conversación, también quiere contar su anhelo de ver a su hijo Marlon Ventura Estrada, privado de libertad.

“Venimos a ver a mi hijo, él es sobreviviente de la celda número seis”, relató la señora.

El pariente de Martha presenta dos fracturas en la pierna y dos llagas a consecuencia de las llamas que amenazaron su vida. “Lo sé porque me lo contó por teléfono, nosotros aún no lo hemos visto”, aseguró.

Mientras la señora cuenta sus ansias de ver a su hijo la fila de personas a la espera del reencuentro con sus seres queridos luego del incendio se ha alargado. La madre de los niños también conforma la visita que recibirá Marlon, pero mientras él está bajo techo sus hijos, madre y esposa permanecen bajo el inclemento sol, llevan tres horas en pie y aún no logran entrar al penal.

“Es desesperante, uno quisiera tener la fuerza para enfrentarse a los policías y correr a abrazar a nuestro familiar”, dijo la madre del recluso.

El ingreso de la familia se logró luego de esperar por unas cinco horas, pero pese a ello aún tenían fuerzas para salir en veloz carrera hasta la puerta de acceso al centro penitenciario.

Unas 1,000 personas llegaron a las afueras del presidio, entre sábado y domingo, pues la mayoría de los reos fueron visitados por sus familiares o personas de buen corazón que decidieron visitarles.

Entre las personas solidarias se encontraba María Hernández Gutiérrez, quien aseguró que siempre ha mantenido la costumbre de visitar a varios privados de libertad que no son visitados por sus familiares.

“Yo visitaba 12 reclusos, pues son mis hermanos en Cristo, de estos solo me quedaron cuatro, ellos están afectados, dicen que no pueden conciliar el sueño”, dijo la anciana.

En su visita les aconsejó que oraran, que se encomendaran a Dios. “Les dije ‘oren muchachos, Dios les ayudará a superar el trauma, encomiéndense a él’”, manifestó.

De acuerdo con la señora, los privados de libertad tienen pesadillas, no pueden dormir por las noches. Se despiertan asustados y escuchan el clamor de sus compañeros como sucedió durante la tragedia. “Dicen que ven sombras, que escuchan gritos”, agregó.

Son 497 reclusos los que sobrevivieron al siniestro, según lo informado por las autoridades del centro penitenciario.

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