La joven madre, originaria de Omoa, Cortés, en donde vive su familia y sus tres hijas, durante dos años fue la mejor cuidadora de la señora Milagros Centenera, una mujer de más de 80 años con principio de Parkinson y que vivía en la ciudad española Guadalajara.
Durante ese tiempo daban paseos, tomaban café en la terraza y jugaban dominó mientras ponían de fondo música de Rocío Dúrcal y Julio Iglesias, según retrata diario El País.
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Incluso Centenera la invitaba a que se pusiera cómoda en su silla ortopédica, un sillón azul que era su favorito. La experiencia era similar a subirse en una atracción de feria. “Jefa, tengo que ponerme a limpiar”, le recordaba Mejía. “Nada, olvídate. Esto es mucho más divertido”, le respondía la señora.
El trabajo lastimosamente no duró mucho, pues la señora Centenera enfermó y murió en cuestión de días. Mejía asistió al velatorio como un miembro más de la familia. Y con tristeza vio el sillón azul ser retirado de la casa. Erika Mejía se quedó sin empleo en noviembre de 2018.
Afectada por el Covid-19
Ahora la hondureña está sufriendo la agresividad del Covid-19 que inicialmente se le manifestó como un molesto dolor de oído. En los días siguientes comenzó a sufrir dolor de estómago y mareos. La fiebre le subió a 40 grados. Los pulmones dejaron de funcionarle con normalidad. En solo cinco días, Erika Mejía se colocó en el umbral de la muerte.Erika se comunicaba sobre todo con su hermana Alma, la persona que la animó a vivir en España. También se mensajeaba con la hija de su fallecida empleadora, a quien le confesó que estaba muy asustada.
La situación de la hondureña continuó empeorando, los médicos llamaron a su hermana Alma y le dijeron que se preparara para lo peor.
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La dirección del hospital pidió su traslado urgente de Guadalajara al Puerta de Hierro de Madrid, donde podrían conectarle un Ecmo, un soporte artificial que sustituye la función que el pulmón no puede hacer. Solo de esa manera podría continuar con vida. En ese momento no fue posible porque los hospitales de Madrid estaban desbordados. Dos días después, desde Guadalajara, se insistió en la petición: o se llevaba a cabo de inmediato o la paciente no aguantaría más.
Se puso entonces en marcha una operación a gran escala para rescatar a Erika Mejía. Se trató de uno de los traslados más complejos entre hospitales y comunidades autónomas de toda la crisis del Covid-19.
Un helicóptero, el servicio de urgencias de la Comunidad de Madrid, se posó en el helipuerto del hospital para recoger a dos médicos intensivistas y dos enfermeros. Era la primera vez que el personal de este hospital colocaba un Ecmo fuera de sus instalaciones.
Era de noche cuando sacaron a Erika Mejía por la puerta, postrada en una camilla. Iba rodeada de cables y tubos. La subieron con cuidado a la ambulancia. La noche del traslado de Erika Mejía, varias personas observaban la escena en la puerta del hospital y comentaron 'debe de ser alguien importante'.
Aunque su estado sigue siendo crítico, la asistente de hogar a media jornada, con el sueldo de quien trabaja 20 horas semanales y no le da más que para vivir en un piso que comparte con otras dos familias, sigue siendo tratada con sumo esmero para salvarla.