Miami, Estados Unidos
Incierto, como la ruleta rusa, cae la era Donald Trump para miles de hondureños en Estados Unidos.
Solo siete días han corrido de su triunfo electoral y faltan 66 más para que asuma las riendas de la superpotencia (sino pasa nada raro en los colegios electorales o la Cámara de Representantes), pero la visión de su política migratoria causa confusión, incertidumbre y miedo.
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La primera pregunta es si, ya en funciones como presidente, Donald Trump torcerá las líneas de su discurso antimigratorio dado en campaña, y la segunda interrogante, al menos en Honduras, es si ese huracán político se llevará de encuentro los sueños de los catrachos. ¿Cuántos serán? Es una cifra difícil de calcular, pero al menos podemos considerar los que están en situación más vulnerable si revisamos la cifra de la Encuesta de la Comunidad Americana (ACS, en inglés).
Condición complicada
De forma oficial y en el censo del 2013, se proyectaba que en Estados Unidos residían unos 791,000 hondureños, una cifra que difiere por mucho del millón que, casi por consenso, se habla en Honduras. De estos, unos 498,000 nacieron en el extranjero (no especifica, pero se infiere que en Honduras) y 293,000 en Estados Unidos.
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Se infiere que estos últimos son los hijos de los inmigrantes, y, basado en las leyes, también son ciudadanos americanos, por lo que quedan protegidos de cualquier plan de deportación.
La otra mitad
¿Qué sucede con el restante medio millón? Resulta que hay un número de compatriotas que han obtenido la ciudadanía y otros blindados con el Estatus de Protección Temporal (TPS). En teoría, los agentes migratorios no pueden expulsarlos.
Según Pew Research Center, unos 350,000 hondureños viven de forma no autorizada en Estados Unidos. Ellos no tienen TPS, residencia ni ciudadanía. Esta condición los hace blancos de la visión del presidente Trump.
Aunque hace dos días anunció que sus primeros esfuerzos se concentrarían contra los que tengan antecedentes criminales, en campaña prometió deportar a los indocumentados en general.
Sin embargo, una recopilación del Pew Research Center nos permite ver en perspectiva que, más allá del estatus migratorio, los catrachos cargan a cuestas también con serios retos en idioma, ingresos, educación y salud.
Los protegidos
En este momento es improbable pensar que todos los hondureños en Estados Unidos serán deportados, así como los hijos de estos.
De hecho, aquellos que han sido y son productivos para los Estados Unidos no son blanco directo de Trump por ahora, sino más bien aquellos (latinos en general) que vivan de los programas del gobierno sin tener aporte al fisco y la economía. Y como bien se dijo antes, aquellos que tengan pendientes con la justicia por diversas razones.
En la actualidad, el gobierno de Barack Obama expulsó a más de tres millones de migrantes, siendo unos 60 mil hondureños solo en el año 2016, según datos que maneja el Centro de Atención al Migrante Retornado.
Por ahora, las leyes dejan seguras estas posibilidades, en tanto la incertidumbre en este campo como el resto, se mantiene abiertas hasta ver investido a Trump