TECUN UMAN, GUATEMALA.- Las llamas de una pira en la orilla guatemalteca del río Suchiate antes de que despuntara el sol el lunes fue la señal. Una hora después, más de 3,000 migrantes, se dirigieron al
puente fronterizo tras entonar una oración, el himno nacional y varias consignas. El objetivo: que les abrieran las puertas de México.
El grupo, que se autodenominó ' Caravana de la esperanza, Dios es amor' avanzaba organizado: primero hombres, luego mujeres y niños, más hombres, todos tomados de los brazos para formar una cadena humana.
El grupo, que se autodenominó ' Caravana de la esperanza, Dios es amor' avanzaba organizado: primero hombres, luego mujeres y niños, más hombres, todos tomados de los brazos para formar una cadena humana.
Una avanzadilla llegó hasta la verja de hierro que pone 'Bienvenidos a México' y que se mantenía cerrada, para entregar un documento. 'Señor presidente, lo que queremos es Trabajar'. También pedían libre tránsito por México.
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De fondo, sobre el puente sonaba la repetitiva grabación en bucle que les alertaba que 'están ingresando de manera ilegal' a México y que no se dejaran engañar.
Del lado mexicano, un centenar de guardias nacionales equipados con equipo antimotines estaban en alerta sobre el puente que el sábado tuvo que cerrarse por un intento masivo de cruce que solo se saldó con empujones y algunos golpes pero sin heridos.
Las autoridades dejaron pasar ese día a grupos pequeños que querían solicitar asilo o empleo, pero la mayoría de las más de 600 personas que optaron por esto fueron deportadas, según el Instituto Nacional de Migración, por no cumplir los requisitos.
Pero los migrantes no perdieron la esperanza y al amanecer del lunes parecían dispuestos a lanzarse por el río, que en esta temporada se puede cruzar caminando, si no podían hacerlo por el puente.
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En los últimos meses, México ha redoblado los esfuerzos desplegando miles de efectivos militares en sus dos fronteras y en las principales rutas migratorias con el fin de impedir que los migrantes lleguen a territorio estadounidense, tras las amenazas del presidente Donald Trump, de sanciones comerciales y otras represalias.
A finales de 2018 miles de centroamericanos optaron por migrar masivamente formando caravanas para sentirse más seguros y tener así más posibilidades de llegar a Estados Unidos, pero esta sería la primera desde que Washington firmó acuerdos para controlar la migración con Guatemala, Honduras y El Salvador.
El gobierno mexicano declaró el fin de semana que sus medidas habían sido un éxito, indicando el domingo por la noche que los intentos en 'modo desordenado' de los migrantes por cruzar la frontera habían sido 'infructuosos'.
Maureen Meyer, directora para México y derechos de los migrantes en la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA, por sus siglas en inglés), describió la respuesta mexicana durante el fin de semana como un cambio respecto a la gestión de otras caravanas migrantes que habían llegado a sus puertas.
'El gobierno mexicano ha dejado claro que no ofrecerá ninguna visa que pueda utilizarse para viajar al norte, y que cualquiera que viaje sin documentación adecuada será detenido, enviando un firme mensaje al gobierno de Trump de que el gobierno mexicano está haciendo su parte para asegurarse de que los miembros de la caravana no llegan a la frontera estadounidense', dijo Meyer.
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Las autoridades mexicanas ofrecieron una alternativa durante el fin de semana al prometer a los migrantes empleo y una oportunidad de quedarse en el país, aunque los detalles eran vagos y muchos migrantes temían ser deportados.
La oferta de trabajo, y no solo una legalización de su estancia o asilo, es una novedad en los esfuerzos de México por buscar una solución humana para los migrantes, en su mayoría centroamericanos, que huyen de la violencia y la pobreza en sus países de origen.
Más de 1.000 migrantes optaron por dar una oportunidad a México y fueron trasladados en camioneta a centros de inmigración para continuar los trámites.
Claudia León, coordinadora del Servicio Jesuita de Refugiados en la localidad de Tapachula, describió los traslados con vagas promesas de empleo como una 'detención de facto' que podría comprometer los derechos de los refugiados.
No estaba claro qué clase de empleo planteaba México para los migrantes, dado que la mitad de la población mexicana es pobre y hay millones de desempleados.
El gobierno mexicano emitió un comunicado el domingo por la noche indicando que 'en la mayoría de los casos', los cientos de migrantes llegados en los últimos días serían devueltos a sus países de origen 'en caso de que la situación así lo amerite'.