'A ella nunca le gustó andar la cara tapada”, recuerda Thomas López (nombre ficticio), de 47 años, al hablar de su esposa.
Y decimos recordar porque ahora solo puede evocar a su amada. No más besos, abrazos, discusiones, aniversarios o celebraciones. Solo anécdotas, fotos y regalos para revivirla.
Desde la semana pasada, la madre de sus dos hijos y con quien compartió gran parte de su vida se sumó a la lista de las víctimas del covid-19 en Honduras.
Inicio de la pesadillas
El jueves 26 de marzo de 2020 se confirmó la primera muerte por covid-19 en Honduras. Se trató de un hombre de 60 años, quien pereció en el Hospital Leonardo Martínez de San Pedro Sula.
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Con antecedentes de diabetes e hipertensión, ella pertenecía a un grupo de riesgo. Era una buena señal de alerta, pero los síntomas se desarrollaron más rápido que las decisiones para combatirlos eficazmente.
La mujer, de 42 años, estuvo seis días conectada a un respirador artificial, pero al final su organismo no pudo vencer al virus. Thomas no pudo ver ni acompañar a su esposa durante todo el proceso de agonía; ni en su funeral por los protocolos de bioseguridad.
Historias similares, o más trágicas aún, hay detrás de las 4,141 vidas que el covid había arrebatado en Honduras hasta la noche del 27 de febrero. Probablemente más historias, porque esa cifra corresponde al recuento del Sistema Nacional de Gestión de Riesgos (Sinager).
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En los listados extraoficiales de las funerarias del país hay más decesos bajo protocolo covid y un cotejo independiente realizados por la Unidad de Datos de EL HERALDO, con reportes del Registro Nacional de las Personas (RNP), apunta a la misma conclusión.
Fuera de ese debate de cifras, fuentes oficialistas y no oficialistas coinciden en que la nación experimenta en este 2021 un aumento en las muertes causadas por el virus y que hay poca evidencia que este fenómeno vaya a la baja.
¿Cómo llegamos a tantas muertes?
El primer aviso de la segunda ola vino con el aumento de contagios; pero ¿cómo confirmar que no era producto del incremento de pruebas PCR? Muy difícil.
Segundo aviso: tenemos más hospitalizados. El registro de decesos termina por corroborar que estamos cada vez más cerca del episodio de junio, julio y agosto de 2020.
Enero del presente año cerró con 387 fallecimientos por el coronavirus, un incremento a lo vivido en diciembre y en noviembre.
Mientras que febrero de 2021 sumó 541 decesos y superó a agosto del 2020, que era el segundo mes con más muertos (536 víctimas).
El mes más mortífero ha sido julio, con 840 fallecimientos.
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El coordinador de la Unidad de Epidemiología del Sinager, Mario Mejía, consideró que la cifras oficiales de los muertos en Honduras se debe a la alta incidencia del virus en la población.
Para el galeno, la causa de que en enero y febrero se hayan registrado más muertes se debe a la flexibilización de las medidas y a que las personas le han perdido el temor al coronavirus.
“Los huracanes Eta y Iota tienen incidencia, las fiestas de diciembre y la mayor movilidad de la población desde hace varios meses son la consecuencia”, precisó.
El caso de la esposa de Thomas también muestra la otra realidad de los pacientes que buscan muy tarde atención médica.
Ella comenzó con fuertes dolores de cabeza y tos en los primeros dos días, pero pasadas las 72 horas empezó con problemas de respiración.
Víctima
La galena Denise Murillo fue la primera integrante del gremio médico en morir por causa del covid el 31 de marzo de 2020. Este deceso, a casi un año, aún no está registrado en los listados oficiales.
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Aun así, no fue el triaje ni buscó el hospital simplemente porque creyeron que no era covid hasta que su salud empeoró todavía más al cuarto día, cuando fue ingresa directamente a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) de un hospital de la capital hondureña.
“El virus ha sido fuerte en Honduras porque las variables como la organización, que los pacientes vayan a tiempo a los triajes u hospitales y que todos los enfermos sean atendidos... es un reflejo del porqué tenemos esas cifras”, valoró el representante de Sinager.
Vendrán más
Hay un comportamiento diferente en este 2021. Mientras en julio de 2020 se vivió un incremento acelerado de decesos y luego un descenso al mismo ritmo, en febrero del año actual las cifras están estancadas.
Los expertos lo llaman una meseta: los reportes ni suben ni bajan, solo se mantienen, tal y como se ilustra en la última parte de la infografía que acompaña este reportaje.
El dato de alarma es que se trata de una meseta alta y no hay evidencia que esa curva baje pronto.
“Ya hemos cruzado la brecha de los 4,000 muertos y, de seguir así, crecerá aún más”, pronosticó Mejía.
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Por otra parte, un miembro ligado a las funerarias asociadas dijo que en sus registros hay más del doble de muertos de covid que las cifras oficiales.
“Al gobierno no le ha preocupado mucho el tema de los muertos. Este es un problema que tenemos desde hace muchos meses. No quieren oficializar la verdadera cantidad de muertos, que no es la que tienen ellos”, aseveró.
A estas alturas, no es que no sea de público conocimiento el subregistro de fallecidos por la enfermedad.
La misma Secretaría de Salud cifraba en 842 las muertes oficiales por covid en lo que iba de 2021 y en 563 los decesos que todavía no confirmaban, según el boletín de vigilancia del 24 de febrero.
Entre ambos datos se llega a una suma de 1,405 víctimas, si se parte de la recomendación de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de sumar confirmados y sospechosos.
Este subregistro coloca una venda para los expertos y la población, porque indica también que las cifras llegan a destiempo para actuar.
Por ejemplo, EL HERALDO detectó, al comparar registros del RNP, que el pico de muertos por covid había ocurrido un mes (a finales de junio y no en julio) antes que lo reportado por Sinager.
Don Thomas es testigo de ese subregistro. A pesar de que todo indica que su esposa tenía coronavirus, hasta el domingo 28 de febrero no había sido diagnosticada como una paciente positiva.