Honduras debe poner en práctica lo que mejor sabe y puede hacer: vacunar gente. No hay mejor momento para reeditar el éxito de anteriores campañas de vacunación que este 2021 con la cruzada para inocular a su población contra el covid-19.
Parecía que el país tenía las credenciales para emprender tremenda campaña para llegar a 7.1 millones de hondureños (es el número apto para recibir las dosis anticovid), pero descuidó un punto fundamental.Debía garantizar las vacunas, pero entre el acaparamiento de las potencias mundiales y la lentitud del gobierno para negociar todo marcha a cuentagotas.
La poca cantidad de vacunas implica que las autoridades deben priorizar la campaña en los departamentos con más contagios, más población y mayor densidad población, pero crea un desbalance porque unas zonas quedan desfasadas. A lo anterior se le agrega que todas las vacunas adquiridas implican un esquema de dos dosis.
A mediados de mayo, la jornada finalmente alcanzó al primer grupo de la población en general: a los adultores mayores de 75 años. De nuevo, todo a cuentagotas. En junio finalmente la campaña de vacunación contra el covid-19 despegaba de forma masiva.
Honduras tiene una población de 9.4 millones de personas, según cifras del INE al 2021. De esas, solo 7.1 millones son aptas para aplicarse el inmunizante, de acuerdo a la Secretaría de Salud. La cifra era original era de 5.7 millones de personas, pero después se incluyeron a todos los mayores de 12 años y las embarazadas.
En todo caso, mediante acuerdos de donación y compra, el gobierno de Honduras ha garantizado al menos 14 millones de dosis que podrían inocular a siete millones de habitantes.
Si Honduras quiere alcanzar la meta de inocular con al menos una dosis a la población elegible (7.1 millones de personas), debería estar vacunando de forma diaria al menos a 50 mil hondureños de forma diaria.
