Una vez dentro, los asistentes se encuentran con un imponente estrado de roble, desde donde el juez Castel dirigirá el proceso. Los fiscales ocuparán un lado, mientras que Hernández y su defensa se ubicarán en otro. El jurado, como observador, permanecerá atento de las pruebas. La sala cuenta con una capacidad de 50 a 60 personas, quienes podrán presenciar de primera mano un juicio que marcará un hito en la historia de Honduras.