De la gloria al infierno, la caída de Juan Orlando Hernández

La ambición y el incienso de los que le rodeaban fue el origen de la pérdida de orientación del presidente Hernández, según el analista Raúl Pineda. JOH, como es conocido, fue diputado, presidente del Congreso y también presidente de Honduras en dos ocasiones, ahora, espera su juicio en EUA por delitos relacionados al narcotráfico

lun 29 de enero de 2024 a las 0:0

TEGUCIGALPA, HONDURAS.- Las últimas dos décadas fueron de gloria política que cultivó y cosechó, pero el expresidente Juan Orlando Hernández, más conocido como JOH, podría pasar a vivir un infierno terrenal por el resto de su vida, si durante su juicio un jurado en la Corte del Distrito Sur de Nueva York lo encuentra culpable de tres delitos de narcotráfico.

Juan Orlando Hernández, quien desde su vida de estudiante universitario, a finales de la década de 1980 e inicio de 1990, comenzó a forjar su vida como político, hasta alcanzar la cúspide del poder en las elecciones presidenciales de noviembre de 2013 y reelegirse para un segundo mandato en los comicios de noviembre de 2017, hoy enfrenta su mayor desafío: librarse de dos cadenas perpetuas que buscará imponer la justicia estadounidense.

Desde mediados de la primera década del 2000, la DEA comenzó a investigar a los hermanos Hernández -Juan Orlando, Juan Antonio “Tony” e Hilda- así como a sus cómplices -entre ellos otros familiares, militares, policías, políticos y empresarios-, por los delitos de tráfico de drogas a gran escala. El primero en caer en manos de la justicia norteamericana fue “Tony”, quien ya fue enjuiciado y sentenciado el 30 de marzo de 2021 a cadena perpetua más 30 años de prisión.

Una vez que el 27 de enero de 2022 Juan Orlando entregó la presidencia, luego de su segundo mandato, la justicia norteamericana inmediatamente solicitó su extradición. Para evitar que se escapara, mediante un discreto operativo, la policía cercó su residencia -ubicada en la colonia San Ignacio, en la capital de Honduras- pero fue hasta el 15 de febrero que la operación se hizo visible y un día después el expresidente fue sacado de su vivienda esposado de pies y manos.

En una celda del Escuadrón Cobras esperó su destino. Como el juez natural que conoció el caso ordenó que fuera traslado a Estados Unidos, la defensa interpuso un recurso legal que conoció el pleno de magistrados de la Corte Suprema de Justicia (CSJ) donde sus leales, con lágrimas deslizándose por sus mejillas, aprobaron su extradición, según fuentes presentes en ese pleno. El 21 de abril de ese mismo año un avión de la DEA lo trasladó a Nueva York.

Desde entonces, solo su esposa Ana García y sus dos hijas son las que lo han defendido. Aquellos nacionalistas que en campaña política lo vitoreaban, le levantaban el brazo como su máximo líder, los que en su gobierno disfrutaron el poder, aquellos que le decían que era un gran estadista, los que lo abrazaban y le daban regalos, desaparecieron. EL HERALDO intentó conocer la opinión de algunos de ellos, sin embargo, no respondieron ni mensajes de texto, ni llamadas.

Únicamente la diputada Johana Bermúdez contestó manifestando que “Juan Orlando era un tipo que escuchaba a toda la gente y luego planteaba las posibles soluciones a los problemas que le confiaban. De él aprendí a escuchar a todo mundo, a los que piensan igual que mí, a los que piensan diferente, incluso escucho a gente que hoy es gobierno y que fueron acérrimos opositores a él”, expresó.

De acuerdo con la parlamentaria, es en la cárcel, en el hospital, en situaciones difíciles que se conoce a los verdaderos amigos. “Por eso reitero que la gente cuando esté en política nunca se olvide de dónde viene, ni de su familia. Hay políticos que se divorcian apenas logran un cargo de elección porque creen que en ese entorno van a encontrar a sus verdaderos amigos y eso no es cierto”, meditó.

Prosiguió diciendo que cuando les llega un problema se encuentran totalmente solos, sino “vea la situación del expresidente, ¿quién está enfrente?”, preguntó, mientras respondía que solo su esposa y sus dos hijas, porque ahora a todo mundo le da vergüenza hablar de él, como si eso los convirtiera en delincuentes, señaló. “Yo hablo de lo que le conocí, su trabajo en equipo, su don de escuchar, su paciencia, nunca lo vi gritando, ni enojado”, lamentó la congresista.

$!Ana García junto a sus dos hijas, defienden públicamente la inocencia de Juan Orlando Hernández. El expresidente es acusado por tres delitos relacionados al narcotráfico.

¿Quién es Juan Orlando Hernández?

El perfil de Juan Orlando es el de un político nato que se involucró en esta actividad desde que era estudiante en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH). A principios de los años 90 comenzó a militar en el Partido Nacional. Tras graduarse de abogado se desempeñó como docente en la universidad y trabajó como asistente de su hermano, Marco Augusto Hernández, quien en ese entonces era el primer secretario del Congreso Nacional.

El hijo de don Juan Hernández Villanueva y doña Elvira Alvarado Castillo, nació el 25 de octubre de 1968 en la aldea Río Grande, Gracias, cabecera del departamento de Lempira. Hoy, a sus 55 años de edad, enfrenta una justicia considerada imposible de torcer. Realizó sus estudios primarios y de ciclo común en los centros educativos de Gracias, posteriormente se graduó en 1985 en el Liceo Militar del Norte, situado en San Pedro Sula, Cortés.

Un tiempo, cuando estudiaba derecho, entre 1986 y 1990, se desempeñó como escribiente en uno de los juzgados de Francisco Morazán y al graduarse trabajó como docente en la UNAH y como asistente de su hermano en el Congreso Nacional. Posteriormente viajó a Nueva York, donde cursó estudios de maestría en administración pública.

Para las elecciones generales de 1997 lanzó su candidatura como diputado al Congreso Nacional por el departamento de Lempira, resultando electo para el periodo 1998-2002, era el despegue de su larga carrera política. Luego fue reelecto como diputado para el período 2002-2006, donde fue nombrado como primer secretario de la junta directiva del Legislativo que dirigió Porfirio Lobo Sosa.

En el periodo presidencial de Lobo Sosa, 2010-2014, Juan Orlando Hernández alcanzó la presidencia del Congreso Nacional. En ese periodo se aprobaron, la Ley del Consejo Nacional de Defensa y Seguridad (CNDS), la denominada Ley de Secretos, la Tropa de Inteligencia y Grupos de Respuesta Especial de Seguridad (Tigres), la Policía Militar y del Orden Público (PMOP), toda una estructura que a futuro le permitiría maniobrar a su favor.

En ese tiempo, tras una llamada de emergencia a Washington, el Congreso Nacional reformó el artículo 102 constitucional y se aprobó la extradición de hondureños por delitos de narcotráfico y terrorismo.

Para entonces, la DEA ya le seguía los pasos a él y a otros miembros de su familia por sus vínculos con el cartel de Los Cachiros que operaba en Colón (al nororiente de Honduras); así como con Héctor Emilio Fernández Rosa, alias Don H y con Víctor Manuel Villela, alias “El Rojo”, prolíficos y sanguinarios narcotraficantes que operaban en el occidente del país.

En noviembre de 2013 ganó las elecciones presidenciales, y al amparo de la ley de secretos y la ley del CNDS comenzó a manejar el dinero de la Tasa de Seguridad Poblacional, controlando con estos dos instrumentos legales a los poderes Legislativo y Judicial, así como el Ministerio Público, la Policía y a los militares.

$!Juan Orlando Hernández es descrito como un hombre nativo y campesino. Es originario de la aldea Río Grande, en Gracias, Lempira.

En septiembre de 2023, los militares capturaron a Héctor Antonio Vásquez Torres, un amigo muy cercano de Juan Orlando Hernández. Lo acusaron de formar parte de la banda de El Mexicano y lo vincularon a un posible atentado contra el entonces presidente hondureño. Investigadores internacionales revelaron que Toño Frontera creció en Gracias junto al exmandatario Hernández.

Para el 2016, los agentes antinarcóticos ya habían desenredado la madeja y la punta del hilo los conducía directamente a JOH; a su hermano, “Tony”; a diputados del Congreso Nacional; policías y militares. Los antidrogas describieron al potente cartel como una megaestructura dirigida desde el más alto nivel político.

Mientras los agentes antidrogas seguían los pasos de los hermanos Hernández y su cartel, Juan Orlando lideraba un primer y segundo periodo gubernamental considerado por distintos sectores como uno de los más corruptos de la historia del país, superando al de Leonardo Callejas (1990-1994), Manuel Zelaya Rosales (2006-2009) y al de Lobo Sosa (2010-2014). Los agentes definían al entonces mandatario como una persona siniestra y extremadamente ambiciosa.

$!Juan Orlando Hernández fue el primer presidente en ser reelecto, proceso que estuvo cuestionado por irregularidades. Su carrera política siempre fue dentro del Partido Nacional.

Un hombre disciplinado

Según el excongresista, abogado y analista, Raúl Pineda Alvarado, Juan Orlando era un campesino con un alto nivel de disciplina, que nunca pudo liberarse de sus ancestros rurales. Al inicio de su gobierno, sus discursos se referían al Duende, al Sisimite, a La Sucia, a todos los personajes del folclore del campo, detalló.

Se comportó siempre como una persona de origen muy humilde, pero con una disciplina extraordinaria. En el Congreso siempre se vistió formalmente y fue muy formal también en sus relaciones con los diputados, no era un hombre dado a la broma”, relató Pineda.

Recordó que Juan Orlando Hernández llegó a la presidencia del Congreso por el distanciamiento que hubo entre Rodolfo Irías y Pepe Lobo, en el sentido de que cuando le tocó elegir a Porfirio Lobo, bajo la influencia de su esposa, Rosa Elena, prefirió a Juan Orlando Hernández porque lo vio más sumiso y obediente que Navas, quien era el virtual presidente. Pero nunca existió una relación de simpatía intensa, sino que más bien fue la conveniencia de sacar del camino a Irías.

Desde la plataforma de poder que le dio el Congreso, Juan Orlando se convirtió en presidente del país. Llegó por una situación coyuntural que pasó por una oposición sumamente debilitada y por el poder que le dio el acceso a recursos para hacer un populismo a través de programas como Vida Mejor, Techos Dignos, que en alguna medida le crearon una masa crítica favorable, pero que evidentemente fuera de toda duda no le permitió ganar las elecciones con limpieza y transparencia, sino que ganó por el que tenía que ganar, analizó.

Para Pineda, la ambición fue el origen de la pérdida de orientación del entonces presidente Hernández. “La ambición y el incienso de los que lo rodeaban fue lo que lo hizo perder el sentido de la realidad y verse al final involucrado en una situación tan incómoda y molesta como la que tiene actualmente”, analizó.

Ante la consulta si Juan Orlando era un político maquiavélico, Pineda sostuvo que no, pero que era un hombre autoritario. “Un hombre que logró construir un proyecto político en base a la debilidad de la oposición. Un hombre que sí tuvo disciplina y perseverancia, pero nunca fue un hombre de extraordinario talento que le permitiera evadir los problemas del país. No es un hombre tan inteligente que terminó donde está ahorita recluido”.

Este analista presagia para el exmandatario muchos años de reclusión en una ergástula penitenciaria. Y tal vez, después de 30 años, pueda hacer alguna gestión para recuperar su libertad. “Pero yo no veo en el juicio del señor Hernández ninguna posibilidad de obtener un resultado favorable”, mencionó.

Pineda no tiene la más mínima duda de que Juan Orlando va a arrastrar a la justicia estadounidense a sus cómplices. El recién pasado 18 de enero, en una audiencia previa al juicio programado para este próximo 12 de febrero -junto a los expolicías Mauricio Hernández Pineda y Juan Carlos “El Tigre” Bonilla- el expresidente apareció frente al juez Kevin Kastel esposado y con una barba de varios días, desesperado y casi vencido.

Su rostro no ha sido visto por los hondureños, pues desde su extradición ninguna cámara lo ha enfocado nuevamente; de él solo se han publicado algunos retratos donde aparece esposado de pies y manos, justo como fue extraditado de Honduras a Estados Unidos.

$!Durante su gestión como presidente, Juan Orlando Hernández tuvo el apoyo de las fuerzas de defensa y seguridad, pero al dejar su cargo y ser extraditado, ni siquiera su partido lo apoya, dicen analistas.

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