La capital de Honduras también guarda entre sus tesoros de gran valía aquellos que pertenecieron al prócer, que juró hasta su muerte su amor por Centroamérica: el General José Francisco Morazán Quesada.
La historia, como ciencia que tiene por objetivo el estudio del pasado de la humanidad, presenta a Morazán como el paladín unionista y es por ello que su legado cobra vigencia para esta época de celebraciones patrias.
Este ilustre personaje se vuelve motivo de inspiración cada vez que se le rinden honores. Se destacan sus pensamientos, se conmemora su natalicio o se recuerda su muerte.
Eso significa que el héroe de la batalla de La Trinidad jamás pasará de moda.
En ese sentido, EL HERALDO hizo un recorrido a través de un mapa imaginario que destaca los puntos estratégicos para encontrar lo que se denomina “Los tesoros del General Morazán”.
Son sitios o lugares que han estado ahí y ante los cuales se pasa inadvertidos, pero que sí merecen reconocerlos para su justa valoración.
La urna misteriosa
Algo insólito ocurrirá el lunes 15 de septiembre de 2042, es decir de aquí a 30 años...
Ese día, luego de celebrarse el 221 aniversario de independencia patria, las autoridades municipales que rijan los destinos de la capital para esa época, convocarán con urgencia al pueblo.
El escenario para esta solemne cita será el Palacio Municipal, que no hay duda se llenará de curiosos y de quienes han esperado con paciencia ese memorable acontecimiento.
Pero... ¿cuál será el propósito de convocar a los ciudadanos?
Habrá una importante razón para ello: una urna develará algo que misteriosamente se guardó en su interior hace 70 años y que para 2042 se habrá cumplido un siglo...
Según la historia, el 15 de marzo de 1943, durante la administración de Tiburcio Carías Andino, un grupo de ciudadanos, fervientes seguidores del paladín, se negaron a sepultar en el olvido el primer centenario de su muerte, ocurrida en San José, Costa Rica, el 15 de septiembre de 1842.
Ellos, junto al primer Concejo del Distrito Central, fueron los propulsores de lo que se conoce como urna morazánica, que no es más que la veneración del pueblo que vio nacer al paladín el 3 de octubre de 1792 en Tegucigalpa.
Como lo indica en la placa conmemorativa, la urna deberá ser abierta el 15 de septiembre de 2042, en el marco del bicentenario de la muerte del general Francisco Morazán.
Existe la curiosidad en saber qué es lo que celosamente guarda esta urna que se encuentra incrustada en la pared exterior del Salón de Cabildos del Palacio Municipal.
Carlos Guillermo Turcios, director ejecutivo del Museo Casa de Morazán, informó que allí se encuentra algo verdaderamente valioso.
“En 1942 se cumplieron cien años del asesinato del héroe, y a iniciativa de intelectuales se propuso crear la urna morazánica. En su interior sin duda hay obras de arte, objetos y documentos sobre el héroe y esto será una novedad”, declaró Turcios.
Es probable encontrar una copia del testamento de Morazán, al igual que escritos que sobre el prócer dejaron connotados escritores hondureños.
Las celebraciones de los cien años de la muerte de Morazán fueron luminosas, no solo en Honduras sino en Centroamérica. Es muy probable que hayan participado en este evento Froylán Turcios, Alejandro Castro, Marcos Carías Reyes, entre otros intelectuales.
La urna morazánica es uno de los grandes tesoros que giran en torno del prócer y que espera a las futuras generaciones.
Más tesoros
La estatua ecuestre del prócer que luce en la plaza Central, que en 1882 el gobierno de Marco Aurelio Soto ordenó elaborar, es otro de los tesoros que guarda la ciudad, además que se constituye en uno de los grandes homenajes que el pueblo hondureño le tributa al paladín, tal como se lee en una de sus inscripciones: “ A Francisco Morazán La Patria”.
Hay quienes han querido desvirtuar que la obra elaborada por Leopoldo Morice sea la del paladín, pero con pruebas que no dejan la menor duda, hijos morazánicos como Miguel Cálix Suazo, Rafael Leiva Vivas y Carlos Turcios dan fe de su autenticidad.
Otros tesoros de Morazán los guarda el museo dedicado en su honor, donde se conserva la correspondencia original del prócer, además de obras literarias de destacados escritores nacionales e internacionales, colecciones pictóricas y el pensamiento del prócer, que destaca en las salas del recinto.
El anexo del Banco Central atesora el reloj que se dice perteneció al héroe, como también el catre y una de las espadas.
Sin duda, el tesoro más grande es el que se encuentra en el corazón de cada hondureño que reconoce su legado.