Como el ave fénix, el parque Naciones Unidas El Picacho resurgió de las cenizas del olvido para extender sus alas de esplendor.
Sus verdes y abiertos senderos que comunican a un sinfín de singulares escenarios han hecho que se convierta en el espacio consentido de los capitalinos y los turistas.
No por nada cada año aumenta el número de exploradores que se pasean por el exuberante bosque insigne del Distrito Central, aseguró Gisselle Haddad, directora de la Fundación de Parques Nacionales.
Solo 20 minutos de recorrido separan a los capitalinos y los extranjeros del parque que data de agosto de 1946.
Una oferta variada
La naturaleza, la diversión, la aventura, la flora, la fauna y la meditación convergen con armonía en las aproximadamente 400 manzanas de extensión del recinto.
Desde los chicos hasta los adultos, tanto los aventureros como los amantes de la serenidad y sobre todo las familias tienen cabida en el perímetro.
Cabe señalar que la arquitectura se mezcla con delicadeza entre el desarrollo forestal del parque El Picaho y todo el recorrido de los visitantes es custodiado por verdes y frondosos pinos.
Pues el bosque se revitaliza periódicamente gracias al vivero que opera en la zona donde se conservan unas 70 mil plantas de diferentes especies.
La Ciudad de los Niños, el Parque de Educación Vial, el Parque de Agua, la Plaza de la Filosofía, entre otros, encabezan el abanico de sitios que seducen a los visitantes.
Si escucha el cotorreo de las guacamayas, no crea que se perdió en una selva, es el sonido que anuncia su llegada al zoológico metropolitano Rossy Walther.
Recinto de protección ambiental donde unos 350 animales, fieles representantes de la fauna hondureña y extranjera, habitan en su entorno natural.
Los más aventureros tendrán que adentrarse más en el parque para llegar al canopy o explorar las faldas de la montaña para practicar el rapel.
No se puede olvidar del gran monumento que resguarda a los capitalinos, como símbolo de la religiosidad: El Cristo de El Picacho.
Y nadie puede negar las espectaculares vistas que solo pueden divisarse desde los 1,200 metros de altura sobre el nivel del mar que tiene el imponente cerro.