Erika Mejía fue trasladada a una funeraria donde se le realizó una pequeña misa y posteriormente una cremación para que sus hijas puedan tener las cenizas.
La familia, a través de una ventana, observaba el momento en que el ataúd entraba a la cámara que convirtió el cuerpo de Erika en polvo. Sus tres hijas que viven en el departamento de Cortés, en Honduras, solamente pudieron despedirse a través de una desgarradora videollamada.
Estado crítico
Desde que Erika se contagió de Covid-19 su estado de salud no fue alentador, pero el 17 de abril su salud empeoró y el sistema de salud de España hizo lo posible por salvarle la vida.Después de varios días interna, un respirador artificial ya no era suficiente para mantenerla con vida, por lo que el hospital donde se encontraba pidió ayuda a un centro madrileño para ayudarles con Erika.
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Aunque los centros asistenciales estaban colapsados por pacientes infectados, se abrió un cupo para la catracha y un equipo de profesionales hizo uno de los traslados más complejos durante la pandemia.
A Erika se le colocó un Ecmo, un soporte artificial que sustituye la función que el pulmón no puede hacer, pero no fue suficiente para mantenerla con vida.
Los médicos eran optimistas porque la hondureña solo tenía 37 años y las estadísticas no eran tan letales para las personas de ese rango de edad. Los galenos creen que el sobrepeso que sufría fue uno de los factores que complicó su salud.
La voluntad del Señor
Erika dejó Honduras alentada por su hermana Alma, quien siempre estuvo pendiente de sus necesidades, aún en sus días de hospital.Alma fue la primera en enterarse que su hermana se estaba despidiendo de este mundo y que el tratamiento no había funcionado.
La mala noticia llegó a través de una llamada. El hospital le informó que a Erika solo le quedaban horas de vida, por lo que debían prepararse. Devastada, Alma se guardó la noticia para ella sola y no lo compartió ni con sus sobrinas quienes guardaban la esperanza.
A las 11:59 del domingo, Alma volvió a recibir otra llamada, esta vez le informaron que su hermana murió. Sus palabras fueron: 'si es la voluntad del Señor, que así sea'.
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Ayuda a la familia
La familia, a través de Facebook, ha pedido ayuda monetaria para repatriar las cenizas de Erika Mejía a su tierra natal.'¡Hola a todos! Quería pedir vuestra colaboración para ayudar a la familia de Erika. Finalmente no ha podido vencer al Covid-19, a pesar de luchar hasta el final, como una campeona. Ahora su familia tiene que hacer frente a los costes para que puedan velarla, incinerarla y llevar sus cenizas a Honduras, país natal, junto a sus 3 hijas, que no han podido despedirse de su mami, para que descanse en paz. Gracias por vuestra colaboración, cualquier donacion por pequeña que sea, ayuda mucho a su familia. ¡Gracias de corazón! Erika ya brilla en el cielo!', dice el mensaje en redes sociales.
Por los momentos las cenizas de Erika descansan junto a los de su antigua jefa Milagros Centenera, una señora de 80 años que murió en 2018. La hija de Milagros, Inés Samaniego, la contrató para que trabajara con ella medio tiempo.
Ahora que ha ocurrido esta tragedia y en un acto de gratitud, Inés ha permitido que Erika descanse junto a su madre hasta que sus restos puedan ser trasladados a Honduras.
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