Cientos de personas provenientes de Honduras, El Salvador, Guatemala y unos cuantos de México, llegan cada noche al poblado de Roma, situado justo frente al río Bravo. Todos ellos cruzan desde el municipio de Miguel Alemán, en Tamaulipas, México, a bordo de balsas conducidas por traficantes de personas, quienes una vez dejándolos del otro lado retornan al agua a buscar a más migrantes, sin saber qué ocurrirá con los que acaban de compartir un viaje con ellos.
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Pero luego de recorrer más de tres mil kilómetros hasta llegar a este punto, el sufrimiento está lejos de terminar. Tras internarse en matorrales y solitarios caminos su meta es sobrevivir a los peligros, como los asaltantes y secuestradores, y una vez estando más cerca de las primeras viviendas construidas, intentar ser vistos por los agentes de la Patrulla Fronteriza, quienes los llevarán hasta un centro de detención donde finalmente podrán solicitar asilo para permanecer en Estados Unidos o ser deportados. Sin embargo, la lista para obtener un permiso de permanencia en el país es demasiado extensa y las condiciones dentro de los recintos para migrantes también son deplorables.
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Un problema extendido
Mientras la Roma de Europa destaca por el turismo, la seguridad y el desarrollo, la de Estados Unidos es más conocida por la migración y los intensos operativos policiales. Incluso a altas horas de la noche es común ver a patrullas repletas de familias que serán llevadas a centros de detención y decenas de personas más, sentadas o acostadas sobre el suelo esperando su turno para ser detenidos o corriendo para escapar.Para los pobladores de Roma esto se ha convertido en una realidad chocante, muchos tienen sentimientos encontrados, compasión y empatía por quienes llegan en busca de un futuro mejor, como hicieron muchas de sus propias familias años atrás, pero también inquietud y hasta temor por el número creciente de inmigrantes en los últimos dos meses, a veces hasta 500 por noche.
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'¿Qué vamos a hacer con todos estos niños? ¿Dónde los vamos a poner? Aquí también tenemos gente que precisa ayuda', dice Silvia en la puerta de su modesta casa, donde tiene gallinas y jabalíes y ha colocado cámaras de seguridad.
Algunos les dan agua, comida y ropa para que su travesía sea más llevadera, pero otros denuncian que el paso constante de personas arruina sus cercos, sembradíos y hasta han sido víctimas de vandalismo.
'Comprendemos a los inmigrantes porque conocemos sus experiencias, sus historias son también nuestra historia. La única preocupación que tengo como alcalde es si esto se torna un problema creciente que no podemos controlar', dice Jaime Escobar Junior, alcalde de la ciudad.
Justo en el límite de Roma hay un muro inconcluso que fue iniciado por la administración de Donald Trump y que algunos residentes ven como la forma correcta de frenar el éxodo, pero otros opinan que ninguna estructura detendrá a quienes no tienen más opción que llegar.
El 'sueño americano' y la pesadilla de los niños migrantes
Entre las sombras que caminan por las calles de Roma destacan las de los niños, a quienes en algunos casos se les ve exhaustos y confundidos, pero siempre cerca de sus padres, hermanos o familiares y, a otros que independientemente de su edad, deambulan solos rogando por un poco de agua, comida o una llamada para comunicarse con sus familiares y avisarles, que pese a haber llegado solos, siguen bien.Según el Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos, los agentes han detenido en el último mes a unos 500 menores no acompañados cada día y unos 28,000 en lo que va del 2021.
En algunos casos, los niños solo portan consigo una pequeña mochila con ropa, sus documentos que comprueban que nacieron en sus países de origen y el número de teléfono de la persona que los recibiría en el territorio estadounidense.
Este aumento en el número de niños migrantes no acompañados se debe a que el gobierno del presidente Joe Biden se ha comprometido a permitir que los menores de 17 años que cruzan la frontera sin sus padres u otros familiares permanezcan en Estados Unidos, una decisión que, según los críticos, alienta el éxodo hacia el norte.
Pero expertos en migración aseguran que esta decisión pronto será cambiada, pues solo en las últimas semanas se han habilitado más centros de detención para menores, incluso en bases militares, por lo que su llegada podría significar un problema similar al de los adultos en las últimas décadas.
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