La mujer, de contextura delgada y cabellos blancos, no solo sorprendió por haber recorrido el peligroso y largo camino desde el departamento de Cortés, al norte de Honduras, hasta la ciudad de Roma, en Texas, Estados Unidos, sino porque además de su avanzada edad, lo hizo en silla de ruedas. En algunas partes de la ruta fueron ayudadas por otros migrantes solidarios que se prestaban para cargarla, pero en otras, tuvieron que avanzar más lento, mientras su hija empujaba la polvorienta silla.
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Las compatriotas llegaron a suelo estadounidense la noche del pasado 29 de abril a bordo de una balsa inflable, pero ahora se encuentran de nuevo en México, luego de que las autoridades migratorias decidieran retornarlas al país azteca, sin siquiera escuchar las dolorosas razones que las motivaron a dejar su hogar en Honduras.
Las mujeres fueron contactadas por la cadena Telemundo, a quienes les contaron la odisea que han vivido al estar sin comida, sin dinero y a la deriva en la solicitud por un asilo en Estados Unidos.
'Cuando yo pasé en la lancha y estaba parada al otro lado pensé: 'Dios mío, ¿qué hago?... ayúdame' pero vino mi mamá y me dijo: 'hija, ya llegamos hasta aquí, Dios tiene un propósito, démosle para adelante', recordó la hija de doña Trinidad, quien contó que su meta es reunirse con su hija, quien vive en el país norteamericano desde hace algún tiempo.
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Sin embargo, dijo que aunque considera que ella y su madre tienen razones de peso para negarse a vivir en Honduras, los agentes de migración ni siquiera le permitieron hablar con ellos, 'gracias a Dios pasamos, pero cuando ya llegamos ahí no me escucharon ellos, teníamos dos días de no comer ni tomar agua, ni siquiera eso nos regalaron. Yo esperaba que ellos nos preguntaran cuál era el motivo por el que veníamos, pero no me dejaron explicarles nada', lamentó.
Víctimas de la violencia
Según un estudio de InSight Crime, la fundación dedicada a observar la seguridad nacional y ciudadana en Latinoamérica y el Caribe, Honduras fue el tercer país más violento en la región en 2020, solo después de Jamaica y Venezuela. Sin embargo, esta realidad afecta al país desde antes, incluso en 2019, cuando se reportó un alza mayor en los asesinatos. En esos registros están los nombres de varios integrantes de la familia Tábora, pues según las hondureñas, en noviembre de 2019, varios hombres armados llegaron hasta su casa y asesinaron a todos, menos a ellas.VEA TAMBIÉN: Más de 9,000 menores en custodia del Servicio de Inmigración de EEUU
'Nosotros venimos huyendo de Honduras, después de una masacre que hubo en mi familia. Ellos (los asesinos) solo llegaron vestidos de policías y los empezaron a sacar de la casa, los acostaron boca abajo, dijeron que era un asalto y todo y empezaron a disparar a quemarropa a todos. Yo corrí y mi mamá estaba escondida en un lado con su silla de ruedas, cuando miré que estaban golpeando a mi niño, a él lo acostaron boca abajo y yo les dije que no me lo golpearan porque era un niño menor de edad, pero cuando le dije eso solamente le puso el arma en la cabeza y le disparó', recordó entre lágrimas la hija de la nonagenaria.
Para comprobar que su historia es verídica, ambas portan consigo una carpeta con recortes de los periódicos de circulación nacional en donde se publicaron las noticias del hecho violento, además, documentos que prueban que ellas y los fallecidos pertenecían a la misma familia, entre otras cosas.
Doña Trinidad afirma que a pesar de todo lo que han vivido, su único sueño es reunirse con su nieta en Estados Unidos y ese anhelo es lo que le da la fuerza para soportar las tempestades en el largo y tortuoso camino: 'Yo quiero estar con ella, yo quiero estar con mi muchachita, porque ya tiempos se vino y no la he visto. ¡Por favor!', dijo conmovida.
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