'Es imposible pagar la deuda externa si no hay crecimiento. Queremos tener una buena relación con el FMI ( Fondo Monetario Internacional), pero sin crecimiento no podemos pagar', señaló en su discurso de investidura.
A cambio de un severo ajuste fiscal, el FMI otorgó en 2018 un crédito por 57,000 millones de dólares a Argentina, de los cuales el país ha recibido hasta ahora unos 44,000 millones. La deuda total ronda los 315.000 millones de dólares, casi 100% del Producto Interno Bruto.
La titular del FMI, Kristalina Georgieva, saludó en Twitter la declaración del presidente: 'Compartimos plenamente tus objetivos de perseguir políticas para reducir la pobreza y acompañar el crecimiento sustentable. El FMI permanece comprometido a asistir a tu gobierno en esta tarea'.
Fernández, un peronista de centro-izquierda que gobernará hasta fines de 2023, alertó que el gobierno saliente del liberal Mauricio Macri 'ha dejado a la nación en una situación de virtual default'.
'Fiesta de todos'
El centro de Buenos Aires se colmó de partidarios. Miles de personas con pancartas y banderas argentinas caminaron desde el Congreso hasta la Casa Rosada, acompañando la ruta del nuevo presidente peronista que culminó con su asunción en el cargo.Bajo temperaturas extremas del verano austral en el Río de la Plata, hombres y mujeres de todas las edades cantaban y bailaban al ritmo de la cumbia local. Muchos también lloraban abrazados de sus amigos y familiares.
'Tengo una alegría inmensa después de cuatro años', dijo Wendy Fernández, una estudiante de abogacía de 24 años.
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Fernández, abogado de 60 años que fue jefe de gabinete de Néstor y de Cristina Kirchner entre 2003 y 2008, llegó al Congreso al volante de su propio auto. Kirchner, de 66 años, juró a su vez como vicepresidenta y asumió la presidencia del Senado. La expresidenta, que tiene un juicio oral en curso por presunta corrupción y varias causas abiertas, se mostró muy cercana al mandatario, durante toda la ceremonia.
'Estoy esperanzado con Alberto y con Cristina, todos tenemos la sensación de que vuelve por fin un gobierno que escucha al pueblo, la bandera argentina es lo que nos une a todos hoy, esto es una fiesta para todos', comentó Emanuel Bonié, un profesor universitario de 53 años.
'Superar el hambre'
Fernández dijo que le gustaría 'ser recordado por haber sido capaces de superar la herida del hambre en Argentina', un país en plena crisis económica, que cerrará 2019 con una inflación de alrededor de 55%, una pobreza cercana a 40% y una caída del PIB de 3,1%.'Los únicos privilegiados serán quienes han quedado atrapados en el pozo de la pobreza (..) 15 millones sufren de inseguridad alimentaria en uno de los mayores productores de alimentos. Argentina tiene que poner fin a esta catástrofe social', advirtió el flamante presidente, que en la ceremonia estuvo acompañado por su hijo Estanislao, de 24 años, y su novia, Fabiola Yáñez.
El flamante mandatario recibió la banda presidencial y el bastón de mando de parte de Macri en el Congreso. Una escena muy diferente a la de hace cuatro años, cuando Cristina Kirchner dejó la presidencia un día antes de lo previsto y Macri fue investido por el presidente provisional del Senado.
Los únicos mandatarios extranjeros presentes fueron el cubano Miguel Díaz-Canel, así como los de Paraguay, Mario Abdo Benítez; y de Uruguay, el entrante Luis Lacalle y el saliente Tabaré Vázquez.
Contrariamente a los rumores, no estuvo en el acto el expresidente boliviano Evo Morales, a quien Fernández ofreció asilo ante lo que él mismo calificó como un golpe de Estado en Bolivia.
El presidente Jair Bolsonaro, de Brasil, no asistió pero desde Brasilia le deseó a Argentina que 'le vaya bien' con su nuevo mandatario, con quien mantiene una fuerte pugna ideológica, aunque le auguró 'más dificultades' que a Brasil.
Pese a los llamados de unidad de Fernández, no será fácil superar la llamada 'grieta' que divide a los argentinos.
'Todas y todos debemos despojarnos del rencor que cargamos, volvamos a ganarnos la confianza del otro', clamó el nuevo presidente.
Argentina, que en 2001 vivió su peor crisis, con el mayor default de la historia, cinco presidentes en una semana y saqueos y disturbios que dejaron una treintena de muertos, se esfuerza por evitar otro estallido, en especial cuando países cercanos como Chile, Bolivia, Ecuador o Colombia atraviesan por duras protestas ciudadanas.