SEÚL, COREA DEL SUR.-El número de infectados con un nuevo coronavirus se acercó a las 100.000 personas el viernes, mientras el temor global al
COVID-19, la enfermedad que provoca, alteró rutinas, amenazaba el modo de vida de muchos y provocaba cuarentenas ante su avance.
Los mercados financieros en Asia y Europa cotizaban a la baja tras una jornada difícil en Wall Street y después de que las consecuencias del COVID-19 se materializaran en todo el mundo. La suspensión de los viajes y una recesión económica vinculada al brote amenazaban con golpear en los próximos meses a comunidades que ya atraviesan problemas.
“¿Quién va a alimentar a sus familias?”, se preguntaba Elias al-Arja, presidente de un sindicato de propietarios de hotel en Belén, una ciudad de Cisjordania donde las autoridades prohibieron la entrada de turistas y cerraron la histórica Iglesia de la Natividad.
El director ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos, la agencia alimenticia de Naciones Unidas, advirtió de una posible “devastación absoluta” a medida que los efectos del brote se extiendan por África y Oriente Medio.
En Occidente había una sensación de déjà vu ya que la propagación del virus provocaba escenas que ya se vieron en Asia semanas atrás: con oficinas vacías, intensas labores de desinfección en lugares públicos y productos básicos agotados. Incluso el espectáculo de un crucero al que se le prohibió zarpar de la costa de California por el temor al virus, replicó casos similares ocurridos en la otra punta del planeta.
“El mundo occidental está siguiendo ahora el libro de jugadas de China”, dijo Chris Beauchamp, analista de mercados en la firma financiera IG.
Los indicios de que el virus se estaba alejando de China, el lugar donde se detectó en diciembre, eran más claros cada día.
China reportó 143 nuevos casos el viernes, la misma cifra que en la víspera y alrededor de un tercio de los nuevos contagios registrados una semana antes. Hace apenas un mes, China tenía miles de nuevos pacientes cada día, superando a las infecciones en el resto del mundo por 120 a 1. El problema se ha trasladado ahora y el brote se centra en Europa _ con Italia, Alemania y Francia como los países más afectados _ entre otros lugares.
La segunda nación más afectada, Corea del Sur, registraba también un importante descenso en el número de nuevos contagios, y el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS) manifestó que veía “indicios alentadores” allí.
Seúl confirmó 505 nuevos pacientes el viernes, lejos de su máximo de 851 del martes. El país elogió su “notable capacidad de diagnóstico y tratamiento”, pero su viceministro de Salud, Kim Gang-lip, señaló que “No es fácil hacer predicciones sobre cómo se desarrollará la situación”.
El número de pacientes de COVID-19 aumentó en Alemania y Francia, pero Italia seguía siendo el epicentro del brote en Europa, especialmente el norte del país. La enfermedad ha causado allí 148 fallecidos, que la convierten en la nación con más víctimas mortales fuera de China.
El gobierno italiano restringió las visitas a residencias de ancianos para proteger a los mayores, que son la población más vulnerable al COVID-19. Pero con las escuelas cerradas en todo el país, muchos abuelos tienen que asumir el cuidado de sus nietos.
Hasta el Vaticano se ha visto alcanzado por la enfermedad. La pequeña nación-estado confirmó su primer caso el viernes, pero no indició de quien se trataba. La Santa Sede insiste en que el papa Francisco, que ha estado enfermo, solo padece un resfriado.
Irán, otro de los países más afectados, también cerró escuelas y universidades, instaló controles para limitar los viajes entre sus principales ciudades e instó a la población a dejar de utilizar billetes.
La República Islámica dijo el viernes que el nuevo coronavirus ha causado 124 decesos entre 4.747 casos confirmados, y las autoridades amenazaron con emplear la “fuerza” para limitar los viajes entre ciudades.
En Estados Unidos, donde hay más de 230 casos, crecía la ansiedad, especialmente en el estado de Washington, donde las autoridades están tan preocupadas por disponer de espacio para atender a los enfermos que tenían previsto cerrar el viernes la compra de un motel de carretera por cuatro millones de dólares.
Más al sur, en la costa del Pacífico, paracaidistas de la Guardia Nacional de California se descolgaron desde un helicóptero militar para dejar kits para detectar la enfermedad en el crucero Grand Princess. La embarcación, con 3.500 personas a bordo, recibió la orden de fondear en el mar luego de que un pasajero de un viaje anterior murió por coronavirus y al menos otros cuatro se contagiaron.
Por su parte, Corea del Norte anunció el viernes el final de la cuarentena impuesta a unos 220 extranjeros dentro de sus esfuerzos para evitar la entrada al país de la enfermedad, pero no ha confirmado la existencia de ningún paciente con COVID-19. Pyongyang dijo que tiene a al menos 7.000 de sus ciudadanos bajo vigilancia médica y explicó que reforzó los controles a quienes regresan tras viajes o tuvieron contacto con extranjeros.
El virus está presente ya en unos 90 países luego de que Holanda y Camerún reportaron sus primeros casos el viernes.
Los mercados financieros en Asia y Europa cotizaban a la baja tras una jornada difícil en Wall Street y después de que las consecuencias del COVID-19 se materializaran en todo el mundo. La suspensión de los viajes y una recesión económica vinculada al brote amenazaban con golpear en los próximos meses a comunidades que ya atraviesan problemas.
“¿Quién va a alimentar a sus familias?”, se preguntaba Elias al-Arja, presidente de un sindicato de propietarios de hotel en Belén, una ciudad de Cisjordania donde las autoridades prohibieron la entrada de turistas y cerraron la histórica Iglesia de la Natividad.
El director ejecutivo del Programa Mundial de Alimentos, la agencia alimenticia de Naciones Unidas, advirtió de una posible “devastación absoluta” a medida que los efectos del brote se extiendan por África y Oriente Medio.
En Occidente había una sensación de déjà vu ya que la propagación del virus provocaba escenas que ya se vieron en Asia semanas atrás: con oficinas vacías, intensas labores de desinfección en lugares públicos y productos básicos agotados. Incluso el espectáculo de un crucero al que se le prohibió zarpar de la costa de California por el temor al virus, replicó casos similares ocurridos en la otra punta del planeta.
“El mundo occidental está siguiendo ahora el libro de jugadas de China”, dijo Chris Beauchamp, analista de mercados en la firma financiera IG.
Los indicios de que el virus se estaba alejando de China, el lugar donde se detectó en diciembre, eran más claros cada día.
China reportó 143 nuevos casos el viernes, la misma cifra que en la víspera y alrededor de un tercio de los nuevos contagios registrados una semana antes. Hace apenas un mes, China tenía miles de nuevos pacientes cada día, superando a las infecciones en el resto del mundo por 120 a 1. El problema se ha trasladado ahora y el brote se centra en Europa _ con Italia, Alemania y Francia como los países más afectados _ entre otros lugares.
La segunda nación más afectada, Corea del Sur, registraba también un importante descenso en el número de nuevos contagios, y el director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS) manifestó que veía “indicios alentadores” allí.
Seúl confirmó 505 nuevos pacientes el viernes, lejos de su máximo de 851 del martes. El país elogió su “notable capacidad de diagnóstico y tratamiento”, pero su viceministro de Salud, Kim Gang-lip, señaló que “No es fácil hacer predicciones sobre cómo se desarrollará la situación”.
El número de pacientes de COVID-19 aumentó en Alemania y Francia, pero Italia seguía siendo el epicentro del brote en Europa, especialmente el norte del país. La enfermedad ha causado allí 148 fallecidos, que la convierten en la nación con más víctimas mortales fuera de China.
El gobierno italiano restringió las visitas a residencias de ancianos para proteger a los mayores, que son la población más vulnerable al COVID-19. Pero con las escuelas cerradas en todo el país, muchos abuelos tienen que asumir el cuidado de sus nietos.
Hasta el Vaticano se ha visto alcanzado por la enfermedad. La pequeña nación-estado confirmó su primer caso el viernes, pero no indició de quien se trataba. La Santa Sede insiste en que el papa Francisco, que ha estado enfermo, solo padece un resfriado.
Irán, otro de los países más afectados, también cerró escuelas y universidades, instaló controles para limitar los viajes entre sus principales ciudades e instó a la población a dejar de utilizar billetes.
La República Islámica dijo el viernes que el nuevo coronavirus ha causado 124 decesos entre 4.747 casos confirmados, y las autoridades amenazaron con emplear la “fuerza” para limitar los viajes entre ciudades.
En Estados Unidos, donde hay más de 230 casos, crecía la ansiedad, especialmente en el estado de Washington, donde las autoridades están tan preocupadas por disponer de espacio para atender a los enfermos que tenían previsto cerrar el viernes la compra de un motel de carretera por cuatro millones de dólares.
Más al sur, en la costa del Pacífico, paracaidistas de la Guardia Nacional de California se descolgaron desde un helicóptero militar para dejar kits para detectar la enfermedad en el crucero Grand Princess. La embarcación, con 3.500 personas a bordo, recibió la orden de fondear en el mar luego de que un pasajero de un viaje anterior murió por coronavirus y al menos otros cuatro se contagiaron.
Por su parte, Corea del Norte anunció el viernes el final de la cuarentena impuesta a unos 220 extranjeros dentro de sus esfuerzos para evitar la entrada al país de la enfermedad, pero no ha confirmado la existencia de ningún paciente con COVID-19. Pyongyang dijo que tiene a al menos 7.000 de sus ciudadanos bajo vigilancia médica y explicó que reforzó los controles a quienes regresan tras viajes o tuvieron contacto con extranjeros.
El virus está presente ya en unos 90 países luego de que Holanda y Camerún reportaron sus primeros casos el viernes.