México
La tranquilidad del mexicano Puerto Vallarta se interrumpió abruptamente esta semana con un importante despliegue de fuerzas de seguridad, tras el secuestro en un lujoso restaurante de uno de los hijos del capo mexicano, Joaquín 'El Chapo' Guzmán, junto con otros cinco hombres.
'Uno siempre se asusta de ver policías y aquí si da un poco de miedo, más sabiendo lo que pasó aquí, lo del hijo del Chapo', comenta nerviosa Josefina Martínez, despachadora de una gasolinera.
El malecón de Puerto Vallarta, situado en la costa norte del estado de Jalisco con paradisíacas playas en el Pacífico, es uno de los destinos favoritos de turistas mexicanos y extranjeros.
En esta zona se encuentra el exclusivo restaurante La Leche, donde el lunes en la madrugada irrumpió un grupo armado de siete hombres que se llevaron a seis clientes, entre ellos, a Jesús Alfredo Guzmán Salazar, de 29 años, hijo de Joaquín 'El Chapo' Guzmán, fundador del cártel de Sinaloa, uno de los más temidos de México y quien se está actualmente en prisión a la espera de ser extraditado a Estados Unidos.
Desde ese momento, el restaurante permaneció cerrado y acordonado hasta la noche de este miércoles. Pese a la reapertura, el lugar se mostraba desierto.
El mismo lunes, el gobierno de México desplegó un operativo de policías estatales, federales y de las secretarías de la Defensa y de la Marina Armada para dar con los secuestradores, integrantes del poderoso Cártel Jalisco Nueva Generación y los plagiados.
Este cártel se ha convertido en uno de los más poderosos del país. En 2015 derribó un helicóptero militar y su líder, Nemesio Oceguera 'El Mencho', es uno de los narcotraficantes más temidos y buscados.
Los oficiales patrullan esta ciudad de unos 200.000 habitantes en convoyes de al menos tres unidades y han instalado puestos de revisión en diversas avenidas.
'Tenemos cuidado con los vehículos que detenemos. La situación es de calma pero no nos podemos confiar. Estamos preparados y dispuestos para todo', comentó a la AFP bajo anonimato uno de los uniformados, antes de revisar una camioneta gris.
- Nerviosismo en zonas colindantes -
Uno de los puestos de revisión está instalado en los límites entre Jalisco y el estado de Nayarit, una zona que las autoridades intentan sellar ante posibles enfrentamientos entre narcotraficantes.
'En Nayarit no se baja la guardia y se defenderá la frontera (entre estados), arriesgando incluso nuestra propia vida', dijo a la prensa el fiscal de esa demarcación, Edgar Veytia.
Los policías aparentan calma en sus puestos, pero se notan sus manos sudorosas que aprietan con fuerza los rifles de asalto.
'Los elementos de la fiscalía nos señalan por radio si se acercan vehículos sospechosos y nosotros aquí estamos preparados para revisarlos', explicó a la AFP Marcos Munguía, comandante de la policía de Nayarit.
A pesar de la presencia de las fuerzas de seguridad, algunos turistas entrevistados se declararon en calma.
Kevin Lillingston de 28 años, originario de Oregon, Michigan, Estados Unidos, llegó con su novia y dos amigos a este puerto el sábado pasado y no han modificado sus planes de volver a sus casas el próximo domingo.
'Hemos recorrido algunas playas y lugares, pero no hemos visto nada. Sí teníamos información de que México es peligroso y hay cárteles de la droga y balaceras, pero no pensamos que algo pasaría', comentó Lillingston.
Desde que en diciembre de 2006 el entonces presidente Felipe Calderón lanzó una ofensiva militar contra los cárteles de las drogas, más de 166.000 personas han sido asesinadas y más de 27.000 se encuentran desaparecidas, según cifras oficiales del gobierno federal.
La tranquilidad del mexicano Puerto Vallarta se interrumpió abruptamente esta semana con un importante despliegue de fuerzas de seguridad, tras el secuestro en un lujoso restaurante de uno de los hijos del capo mexicano, Joaquín 'El Chapo' Guzmán, junto con otros cinco hombres.
'Uno siempre se asusta de ver policías y aquí si da un poco de miedo, más sabiendo lo que pasó aquí, lo del hijo del Chapo', comenta nerviosa Josefina Martínez, despachadora de una gasolinera.
El malecón de Puerto Vallarta, situado en la costa norte del estado de Jalisco con paradisíacas playas en el Pacífico, es uno de los destinos favoritos de turistas mexicanos y extranjeros.
En esta zona se encuentra el exclusivo restaurante La Leche, donde el lunes en la madrugada irrumpió un grupo armado de siete hombres que se llevaron a seis clientes, entre ellos, a Jesús Alfredo Guzmán Salazar, de 29 años, hijo de Joaquín 'El Chapo' Guzmán, fundador del cártel de Sinaloa, uno de los más temidos de México y quien se está actualmente en prisión a la espera de ser extraditado a Estados Unidos.
Desde ese momento, el restaurante permaneció cerrado y acordonado hasta la noche de este miércoles. Pese a la reapertura, el lugar se mostraba desierto.
El mismo lunes, el gobierno de México desplegó un operativo de policías estatales, federales y de las secretarías de la Defensa y de la Marina Armada para dar con los secuestradores, integrantes del poderoso Cártel Jalisco Nueva Generación y los plagiados.
Este cártel se ha convertido en uno de los más poderosos del país. En 2015 derribó un helicóptero militar y su líder, Nemesio Oceguera 'El Mencho', es uno de los narcotraficantes más temidos y buscados.
Los oficiales patrullan esta ciudad de unos 200.000 habitantes en convoyes de al menos tres unidades y han instalado puestos de revisión en diversas avenidas.
'Tenemos cuidado con los vehículos que detenemos. La situación es de calma pero no nos podemos confiar. Estamos preparados y dispuestos para todo', comentó a la AFP bajo anonimato uno de los uniformados, antes de revisar una camioneta gris.
- Nerviosismo en zonas colindantes -
Uno de los puestos de revisión está instalado en los límites entre Jalisco y el estado de Nayarit, una zona que las autoridades intentan sellar ante posibles enfrentamientos entre narcotraficantes.
'En Nayarit no se baja la guardia y se defenderá la frontera (entre estados), arriesgando incluso nuestra propia vida', dijo a la prensa el fiscal de esa demarcación, Edgar Veytia.
Los policías aparentan calma en sus puestos, pero se notan sus manos sudorosas que aprietan con fuerza los rifles de asalto.
'Los elementos de la fiscalía nos señalan por radio si se acercan vehículos sospechosos y nosotros aquí estamos preparados para revisarlos', explicó a la AFP Marcos Munguía, comandante de la policía de Nayarit.
A pesar de la presencia de las fuerzas de seguridad, algunos turistas entrevistados se declararon en calma.
Kevin Lillingston de 28 años, originario de Oregon, Michigan, Estados Unidos, llegó con su novia y dos amigos a este puerto el sábado pasado y no han modificado sus planes de volver a sus casas el próximo domingo.
'Hemos recorrido algunas playas y lugares, pero no hemos visto nada. Sí teníamos información de que México es peligroso y hay cárteles de la droga y balaceras, pero no pensamos que algo pasaría', comentó Lillingston.
Desde que en diciembre de 2006 el entonces presidente Felipe Calderón lanzó una ofensiva militar contra los cárteles de las drogas, más de 166.000 personas han sido asesinadas y más de 27.000 se encuentran desaparecidas, según cifras oficiales del gobierno federal.