QUEMADO, ESTADOS UNIDOS.- Entre los cientos de activistas que llegaron hasta la frontera sur de Estados Unidos, en Texas, hay quienes creen que los migrantes en su país son “gente mala” que les quita los empleos. Por eso están dispuestos a combatir esa “invasión”.
Pese a que la convocatoria anunciaba miles de manifestantes en los límites con México, el encuentro de este sábado estuvo lejos de grandes cifras. Pero hubo camaradería, pollo frito, carne asada, música, un bautizo y discursos religiosos. “Pro-Dios, Pro-Armas y Pro-Vida”, se leía en una camiseta a la venta en el evento.
El convoy con camiones, camionetas y casas rodantes desde distintas partes del país llegó hasta un rancho en Quemado, un pueblo de Texas de 162 habitantes, con rústicas casas en medio del valle por donde discurre el río Bravo o Grande, frontera natural entre Estados Unidos y México.
Por ese río cruzan cada mes miles de migrantes tras largas travesías desde América Central y del Sur en busca de mejores condiciones de vida en Estados Unidos, un tema clave en el debate de las elecciones presidenciales de noviembre.
En Quemado acampan durante el fin de semana los activistas de “We the People” (“Nosotros, el Pueblo”, como inicia la Constitución estadounidense), bajo el lema “Take our border back” (Recuperemos nuestra frontera).
Días antes, una de las organizadoras del evento afirmó que los participantes eran el “Ejército de Dios” (God’s Army). “Únete a la pelea de Dios” se leía en la carrocería de un vehículo en Quemado.
“Estamos siendo invadidos y, necesitamos controlar lo que está sucediendo”, dice a la AFP Robyn Forzano, de 43 años, quien controla el acceso al rancho en Texas.
Nora Fortenberry, policía retirada de 55 años, cree que en esta “invasión” viene “más gente mala [que buena], y están aquí para vivir del dinero de nuestros impuestos”.
Varias camionetas llevan banderas de apoyo al exmandatario Donald Trump, favorito republicano para las presidenciales, y con lemas de rechazo al gobernante demócrata Joe Biden, quien busca un nuevo mandato.
“Amamos a los migrantes legales, pero los ilegales los perjudican y nos impiden a nosotros de conseguir empleo”, considera Adam Chavin, de 39 años, vestido con una camiseta con la imagen de Trump.
“Cuando vas a México, hay gente fantástica, pero parece que cuando cruzan a este lado, (...) cometen robos”, dice Marty Bird, de 73 años, simpatizante de Trump, en Eagle Pass.
Esta ciudad, a unos 30 kilómetros de Quemado es epicentro de un conflicto entre el gobernador de Texas, el republicano Greg Abbott, y la administración Biden.
El gobierno federal demandó a Abbott por tomar el control con fuerzas militares del parque Shelby, que tiene una rampa de acceso al río, y por tender alambres de púas en la ribera.
A mediados de enero, el gobierno de Biden denunció que los soldados texanos impidieron el acceso al parque a la policía federal de fronteras, para rescatar a tres migrantes que se ahogaron.
Texas rechazó la acusación. Biden llevó el caso hasta la Corte Suprema, que autorizó a la policía fronteriza a cortar el alambrado de púas. Pero un desafiante Abbott mandó colocar más alambres y tiene el apoyo de gobernadores de otros estados del país, que le han enviado refuerzos militares.
El Fiscal General de Texas, Ken Paxton, ha compartido en sus redes el lema “Ven y tómalo” [”Come and take it”], una provocación utilizada en la guerra de independencia de Texas de México en el siglo XIX. Los republicanos de la Cámara de Representantes han iniciado un histórico proceso de juicio político contra el jefe de Seguridad Nacional de Biden, Alejandro Mayorkas, responsabilizándolo de la crisis migratoria.
Con un negocio de alquiler de kayak en el Río Bravo, Jessie Fuentes se ve directamente afectado: “Ese río hoy es una zona de desastre (...) El parque se está volviendo una base militar”.“Hay ciertos grupos que dicen ser un ejército de Dios, viniendo a nuestra comunidad a esparcir odio (...) Estoy preocupado porque eso no es lo que somos”, agrega.
En Quemado, un camionero de 47 años que se identifica como Ramblin Rick, reflexiona.
“La gente que cruza esta frontera ilegalmente quiere venir a Estados Unidos en busca de un sueño, pero ¿está realmente aquí el sueño? El sueño americano ya no es el que solía ser”, dice.
Uno de los oradores exclama que la lucha en el país no es entre republicanos y demócratas, sino entre patriotas y traidores.“Por eso es que mis amigos y yo nos subimos a nuestras motocicletas y vinimos hasta aquí para decir: ya basta de esto”, dice un militar en retiro apodado ‘Trigger’, de 50 años.
“Si no pueden solucionarlo, entonces Nosotros, el Pueblo [We, The People] lo vamos a arreglar”, asegura.