MIAMI, ESTADOS UNIDOS.-Con el ceño fruncido y los labios apretados, el de costumbre tan locuaz Donald Trump apenas abrió la boca el martes durante su primera comparecencia ante un juez federal de Miami por un caso de gestión negligente de secretos de Estado.
El expresidente estadounidense, vestido con traje azul marino y su habitual corbata roja, se cruzó de brazos mientras uno de sus abogados, Todd Blanche, hablaba por él: “Indudablemente nos declaramos no culpable”.
El caso abierto contra él, acusado de 37 cargos relacionados con la retención de documentos confidenciales tras abandonar la Casa Blanca, lo convirtió en el primer exmandatario del país inculpado a nivel federal.
En una amplia sala del tribunal, abarrotada por ciudadanos locales y medios de comunicación, el expresidente escuchó cómo el juez Jonathan Goodman anunciaba un caso histórico: “Los Estados Unidos de América contra Donald Trump”.
“¿Desea la Fiscalía que el expresidente entregue su pasaporte a las autoridades?”, preguntó el juez. “No, su Señoría”, contestó el fiscal, David Harbach.
¿Se le debe prohibir abandonar el país? “No, su Señoría”, repitió.
Los debates se concentraron sobre la exigencia del juez de que Trump sólo pudiera contactar con los implicados en el caso a través de sus abogados.
Una petición cuestionada por el abogado Blanche, que se levantó para negociar con un tono muy respetuoso, casi suplicante.
Esto “no es apropiado”, dijo, alegando que entre los testigos hay gente que el expresidente ve a diario.
A su lado Trump escuchaba todo atento, con la espalda levemente encorvada.
El juez acabó estipulando que la Fiscalía proporcionará una lista de personas con las que el exmandatario no podrá tener contacto sin pasar por sus abogados.
Poco después, Trump firmó unos documentos revisados por Blanche y la audiencia siguió con el caso abierto contra Waltine Nauta, coacusado por ayudar al exmandatario a retener los documentos confidenciales.
Casi una hora después, el juez dio por concluida la vista y el expresidente abandonó la sala.
Afuera, desde primera hora de la mañana, cientos de seguidores del magnate inmobiliario resistieron un sol de plomo delante del tribunal, en el centro de Miami.
Gritaron consignas a favor de Trump y contra el actual presidente, el demócrata Joe Biden.
Ondearon banderas, bailaron y celebraron al hombre al que esperan ver regresar a la Casa Blanca en 2024.
En la víspera de su 77º aniversario, el multimillonario, cada vez más cercado por asuntos judiciales, pudo sentir una vez más el calor de quienes lo apoyan contra viento y marea.