SAO PAULO, BRASIL.- La condena de la máxima corte electoral que tornó inelegible al expresidente Jair Bolsonaro por difundir acusaciones falsas es un hito en la lucha contra la desinformación en Brasil y tiene un potencial “efecto pedagógico” en la sociedad brasileña, estiman especialistas.
La decisión del Tribunal Supremo Electoral (TSE) confirma la “repulsa” del poder judicial brasileño “al degradante populismo” que renació con “los discursos que propagan desinformación infame” a manos de “verdaderos milicianos digitales” en todo el mundo, dijo en su voto el presidente de la corte, el juez Alexandre de Moraes.
Bolsonaro, que en su mandato de cuatro años (2019-2022) fue acusado de mentir sobre la pandemia del covid-19 o temas ambientales, fue inhabilitado para postularse a elecciones por ocho años por atacar sin pruebas la fiabilidad del voto electrónico en Brasil durante una reunión con embajadores en julio del año pasado, tres meses antes de los comicios en los que buscaba la reelección.
El ultraderechista, que fue condenado por “abuso de poder” y “uso indebido de los medios”, puede apelar la decisión ante la corte suprema.
Sin embargo, la condena del TSE ya tiene un “efecto pedagógico para la sociedad y la clase política brasileña”, dijo a la AFP Ivan Paganotti, doctor en Ciencias de la Comunicación y profesor de la Universidad Metodista de Sao Paulo.
El especialista recuerda que no es la primera decisión de ese tipo en Brasil. En 2021, el TSE ya había tornado inelegible y suspendido el mandato del diputado estatal de Paraná (sur) Fernando Francischini, por propagar desinformación sobre el sistema de votación electrónico de Brasil en 2018.
No hay “intocables”
Procesos como el juicio del Mensalao (soborno a legisladores a cambio de apoyo político) o la operación Lava Jato (red de corrupción en torno a la estatal Petrobras), durante los gobiernos del Partido de los Trabajadores (2003-2016), crearon en la sociedad brasileña la percepción de que los peces gordos de la política también podrían responder por crímenes de corrupción, afirma Paganotti.
De la misma forma, la condena del expresidente acaba con la idea de que existen “intocables” cuando el asunto es la desinformación.
Ahora existe “la percepción de que las acusaciones sobre fraude electoral o intentos de amenaza a la democracia, incluso de representantes políticos de altísima visibilidad, también pueden tener consecuencias”, sostiene el investigador.
Esto es aún más significativo en un país como Brasil, donde la producción y diseminación de desinformación depende en alta medida de los representantes políticos.
Según Paganotti, una información falsa surge primero de un grupo social específico. Pero en un momento determinado, hay políticos que distribuyen esos contenidos, dándoles más visibilidad.
“Victoria de la democracia”
En ese sentido, para Eduardo Barbabela, investigador del Laboratorio de Estudio de Medios y Esfera Pública (Lemep) de la Universidad del Estado de Rio de Janeiro, “la inelegibilidad de Bolsonaro es una victoria de la democracia brasileña”.
“La condena es un paso importante en la lucha contra la desinformación, porque alcanza a alguien que usó la desinformación como una estrategia narrativa durante todo su gobierno”, dijo a la AFP.
Anteriormente, durante la pandemia de covid-19, Bolsonaro ya había hecho afirmaciones falsas sobre la enfermedad y promovido remedios ineficaces para combatirla.
En la ONU, Bolsonaro también mintió sobre temas ambientales en 2020 y sobre datos de feminicidios en 2022.
Esas y otras declaraciones le hicieron ganar el mote de “Trump tropical”, en referencia al expresidente estadounidense Donald Trump.
El norteamericano también enfrentó problemas judiciales tras su salida de la Casa Blanca, pero no llegó a perder sus derechos políticos.
Por eso, para Barbarela, la condena de Bolsonaro es inédita.
“No recuerdo de ningún otro país que haya enfrentado un problema de desinformación en masa y haya adoptado una medida semejante a la condena de un político de alto nivel por propagar desinformación”, apuntó.
Pero el analista político considera que Bolsonaro no debería ser el único juzgado en Brasil por difundir falsedades.
“Mientras él sea el único político de relieve condenado, su discurso de mártir y víctima del sistema seguirá siendo reforzado”.