La tensión con Corea del Norte se ha convertido para la Casa Blanca en un factor de complicación y también en un ejemplo admonitorio, en momentos en que el presidente estadounidense, Donald Trump, tiene que decidir si certifica o no el acuerdo nuclear con Irán.
Se espera que este viernes Trump declare que un histórico acuerdo internacional para controlar el programa nuclear iraní ya no es del interés de Estados Unidos.
Tal declaración no terminaría definitivamente con el acuerdo, pero dejaría la decisión en manos del Congreso -una táctica arriesgada para el conjunto de Medio Oriente.
Y durante los meses de debate -tras la elección de Trump como presidente- sobre las repercusiones regionales que tendría la rectificación o no del acuerdo, aumentaron además las tensiones con Corea del Norte, que se convierte en un problema mayor ante la decisión.
- El peso del cargo -
Cuando Trump se reunió con el presidente Barack Obama por primera vez el 10 de noviembre de 2016, el mandatario saliente le hizo una advertencia premonitoria al presidente electo.
Sentado uno frente al otro en el Salón Oval, Obama le dijo a Trump que enfrentaría una decisión fatídica sobre Corea del Norte en los primeros meses de su mandato.
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Trump tendría que decidir si permitirá a Kim Jong-Un que desarrollara la capacidad de bombardear una ciudad en territorio estadounidense.
Los presidentes, desde George Bush padre hasta Obama, intentaron seducir y/o coaccionar a Corea del Norte para impedir que se dotara de armas nucleares. Pero año tras año, y tras tres generaciones de la dinastía Kim, Corea del Norte se acercó cada vez más al dominio de lo que Winston Churchill llamó alguna vez 'luces de una ciencia pervertida'.
Pyongyang aisló en secreto plutonio, se retiró del Tratado de No-Proliferación y fabricó un misil balístico de medio alcance que puede llegar a Alaska o Hawái. Perfeccionó una bomba atómica.
En noviembre de 2016, los servicios de inteligencia estadounidenses llegaron a la conclusión de que -en meses, no en años- Pyongyang estaría en condiciones de manejar tecnología de misiles balísticos intercontinentales dotados de dispositivos termonucleares miniaturizados, y que Estados Unidos quedaría en su área de alcance.
Estados Unidos tiene básicamente tres opciones: la acción militar, la diplomacia o aceptar la situación. Según asesores cercanos a la Casa Blanca que asistieron a la conversación de noviembre pasado, Obama estaba convencido de haber transmitido al futuro presidente la gravedad de la situación.
Trump salió de la reunión con la idea de que una situación tan seria debió haber sido abordada mucho antes. 'Mire, esto debió haber sido tratado por cuatro o cinco administraciones precedentes', declaró recientemente Trump a Forbes. 'Creo firmemente que no se les puede permitir que tengan armas nucleares'.
Con la doctrina de la mano dura de Trump, Corea del Norte tomaría nota de cualquier mensaje firme que se envíe a Irán.
Sin embargo, varios funcionarios de la Casa Blanca describen el desafío en términos históricos y llegan a la conclusión de que enfrentar hoy a Irán ofrece la oportunidad de hacer lo que se desaprovechó hace una década o más con Corea del Norte.
Ponerse fuertes con Teherán, argumentan, le daría a Trump la posibilidad de evitar que un enemigo de Estados Unidos desarrolle un arma nuclear y ahorraría al próximo presidente tener que enfrentar una retahíla de malas decisiones.
- ¿Renunciar al diálogo? -
Los defensores del acuerdo con Irán argumentan que no hay evidencias de que Teherán lo esté violando, lo que supone que es el mejor modo de evitar que Irán tenga un arma nuclear. Lo mismo para Corea del Norte, sostienen.
'No habría consecuencias más catastróficas para la paz con Corea del Norte que retirarse del acuerdo con Irán', escribió recientemente Ned Price, portavoz del Consejo de Seguridad Nacional bajo Obama.
Los defensores del acuerdo sostienen que la voluntad de Washington de poner en riesgo un pacto que se firmó hace apenas dos años -que Irán parece estar respetando- y que aún es fuertemente apoyado por los aliados europeos de Estados Unidos, sería un terrible mensaje para Pyongyang.
Una de las arquitectas del acuerdo, Wendy Sherman, asegura que Corea del Norte concluiría que es inútil dialogar con Washington.
'Probablemente perderíamos cualquier posibilidad de diálogo con Corea del Norte porque Pyongyang asumiría que Estados Unidos no respetará sus compromisos, ni siquiera los acuerdos multilaterales', escribió Sherman.