Los Angeles, Estados Unidos
Los estragos que está provocando la sequía en California han obligado a las autoridades estadounidenses a considerar el reciclaje de aguas residuales como una opción para garantizar este bien a largo plazo, aunque a muchos les cueste tragarse la idea.
La posibilidad de reutilizar para consumo humano las aguas contaminadas con orina y heces ha generado siempre el rechazo por una simple cuestión: el sabor.
Pero los californianos han comenzado a cambiar de opinión tras los cuatro años consecutivos de duras condiciones climáticas, sin lluvias ni nevadas.
La nieve de las montañas de la Sierra Nevada, una de las principales fuentes para el consumo, ha desaparecido prácticamente, al tiempo que las importaciones de agua procedentes del río Colorado han caído en picado.
'Todo el mundo está estudiando el reciclaje de las aguas residuales', explicó el experto y profesor emérito de la Universidad de California Davis, George Tchobanoglous.
'Actualmente tiramos al mar una gran parte de estas aguas, cuando podríamos reutilizarla', señaló. 'Se puede hacer y es rentable en grandes aglomeraciones costeras'.
Como en Texas
En un estudio publicado el año pasado, Tchobanoglous estimó que de aquí a 2020 las aguas recicladas podrán alimentar a una quinta parte de los 38 millones de habitantes de California.
El estado de Texas, que también padece sequía, comenzó a usar hace tiempo el sistema que recupera el agua de los inodoros, duchas, lavadoras y lavavajillas para darle una segunda vida.
Los que apoyan este método en California ponen como ejemplo la planta de depuración del condado de Orange, al sur de Los Ángeles.
Abrió en 2008 y cada día trata 378 millones de litros, suficientes para abastecer a 850,000 personas.
En el condado de Los Ángeles hay otra planta más pequeña conocida como West Basin, especializada también en reciclar el agua para consumo o uso industrial.
'Hasta ahora veíamos las aguas residuales como un desperdicio, pero ahora es un recurso de mucho valor', apuntó su responsable, Shivaji Deshmukh.
Mucho más barata
A diferencia de Texas, donde las plantas distribuyen directamente el agua reciclada a los consumidores, California las vuelve a meter en las capas freáticas antes de ser bebida.
La calidad es igual en ambos casos: primero se microfiltra el agua para eliminar cualquier organismo, luego se purifica y por último se pasa por rayos ultravioletas que matan las últimas bacterias.
El agua termina siendo casi más pura que la embotellada de los supermercados, por eso hay que inyectarle algunos minerales que le den sabor.
La Nasa se sirve de esta técnica en la Estación Espacial Internacional. Una máquina recoge la orina y el sudor de los astronautas para producir el agua del café o con la que se lavan los dientes.
El coste final de este proceso puede contribuir a mejorar la imagen de las aguas residuales.
'El agua en botella vale unas 10,000 veces más sin que su calidad sea necesariamente mejor', afirmó el portavoz de West Basin, Ron Wildermuth.
'Hace uno o dos días, este agua estaba en las cloacas. Ahora tiene una de las mejores calidades que podamos encontrar', afirmó, antes de beberse una muestra.
Los estragos que está provocando la sequía en California han obligado a las autoridades estadounidenses a considerar el reciclaje de aguas residuales como una opción para garantizar este bien a largo plazo, aunque a muchos les cueste tragarse la idea.
La posibilidad de reutilizar para consumo humano las aguas contaminadas con orina y heces ha generado siempre el rechazo por una simple cuestión: el sabor.
Pero los californianos han comenzado a cambiar de opinión tras los cuatro años consecutivos de duras condiciones climáticas, sin lluvias ni nevadas.
La nieve de las montañas de la Sierra Nevada, una de las principales fuentes para el consumo, ha desaparecido prácticamente, al tiempo que las importaciones de agua procedentes del río Colorado han caído en picado.
'Todo el mundo está estudiando el reciclaje de las aguas residuales', explicó el experto y profesor emérito de la Universidad de California Davis, George Tchobanoglous.
'Actualmente tiramos al mar una gran parte de estas aguas, cuando podríamos reutilizarla', señaló. 'Se puede hacer y es rentable en grandes aglomeraciones costeras'.
Como en Texas
En un estudio publicado el año pasado, Tchobanoglous estimó que de aquí a 2020 las aguas recicladas podrán alimentar a una quinta parte de los 38 millones de habitantes de California.
El estado de Texas, que también padece sequía, comenzó a usar hace tiempo el sistema que recupera el agua de los inodoros, duchas, lavadoras y lavavajillas para darle una segunda vida.
Los que apoyan este método en California ponen como ejemplo la planta de depuración del condado de Orange, al sur de Los Ángeles.
Abrió en 2008 y cada día trata 378 millones de litros, suficientes para abastecer a 850,000 personas.
En el condado de Los Ángeles hay otra planta más pequeña conocida como West Basin, especializada también en reciclar el agua para consumo o uso industrial.
'Hasta ahora veíamos las aguas residuales como un desperdicio, pero ahora es un recurso de mucho valor', apuntó su responsable, Shivaji Deshmukh.
Mucho más barata
A diferencia de Texas, donde las plantas distribuyen directamente el agua reciclada a los consumidores, California las vuelve a meter en las capas freáticas antes de ser bebida.
La calidad es igual en ambos casos: primero se microfiltra el agua para eliminar cualquier organismo, luego se purifica y por último se pasa por rayos ultravioletas que matan las últimas bacterias.
El agua termina siendo casi más pura que la embotellada de los supermercados, por eso hay que inyectarle algunos minerales que le den sabor.
La Nasa se sirve de esta técnica en la Estación Espacial Internacional. Una máquina recoge la orina y el sudor de los astronautas para producir el agua del café o con la que se lavan los dientes.
El coste final de este proceso puede contribuir a mejorar la imagen de las aguas residuales.
'El agua en botella vale unas 10,000 veces más sin que su calidad sea necesariamente mejor', afirmó el portavoz de West Basin, Ron Wildermuth.
'Hace uno o dos días, este agua estaba en las cloacas. Ahora tiene una de las mejores calidades que podamos encontrar', afirmó, antes de beberse una muestra.