MARIPOL, UCRANIA.- Edificios calcinados, barcos hundidos, restos de obuses... El puerto de Mariúpol, en el sudeste de Ucrania, conquistado por las fuerzas rusas, está arrasado, constató el viernes un equipo de la AFP.
En la zona del puerto ya no se libran combates, pero se perciben los bombardeos del gigantesco complejo metalúrgico de Azovstal, último reducto de resistencia en esta estratégica ciudad sobre el mar de Azov.
Cientos de militares y civiles ucranianos se han atrincherado en las galerías subterráneas de la planta, que datan de la época soviética.
Durante una visita para la prensa organizada por el ejército ruso en Mariúpol, los reporteros de la AFP escucharon desde la mañana las detonaciones y vieron columnas de humo gris elevarse desde la zona industrial.
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Al inicio de la tarde, solo unos pocos segundos transcurrían entre dos explosiones y algunas eran particularmente potentes.
Operaciones de desminado
En el puerto, la mayoría de los edificios de la administración de la zona sufrieron graves daños y presentan sus fachadas hundidas o ennegrecidas por las llamas.
La vida parece haberse detenido allí bruscamente.
Rollos de cobre que tenían que ser enviados a Israel (según su etiqueta de exportación) quedaron abandonados junto a vagones destripados de mineral de hierro.
Varios barcos, como un mercante y un navío de la fuerza naval ucraniana, el “Donbass”, se hundieron durante la ofensiva rusa.
Pero el puerto sigue siendo un terreno peligroso. El ejército ruso lleva a cabo operaciones de desminado. Entre los cráteres de los misiles, dos obuses sin explotar están clavados en el asfalto.
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“Tanto el puerto como las aguas que lo rodean fueron minados”, explica Serguéi Neka, un alto responsable del Ministerio de Situaciones de Urgencia de la administración de los separatistas prorrusos.
Al final de un malecón, dos hombres con pesados trajes se dedican a desactivar las minas y los misiles que sacan a flote los submarinistas. Una vez neutralizados, se llevan los explosivos con un camión militar.
Un poco más lejos, varios hombres con palas caminan junto a una excavadora en dirección a uno de los numerosos edificios destruidos. La limpieza de los escombros llevará su tiempo.