El candidato oficialista de izquierda Lenín Moreno y el opositor de derecha Guillermo Lasso se encaminan a una segunda vuelta electoral en Ecuador, ya que - según datos parciales - ninguno logró imponerse este domingo en uno de los comicios más reñidos de los últimos años.
El balotaje está previsto para el próximo 2 de abril y su resultado puede dar un nuevo golpe a la izquierda latinoamericana.
Moreno, del movimiento socialista Alianza País, de 63 años, obtenía un 38,68% de los sufragios válidos y Lasso, exbanquero conservador de 61 años, un 28,86% tras el conteo de 74,48% de las actas electorales, según el Consejo Nacional Electoral (CNE).
'El gran elector ha sido la crisis económica. Antes Correa ganaba por más del 50%, por la bonanza que había en ese momento. La gente sentía que vivía mejor, pero eso ya no es así', explica a la AFP el economista Alberto Acosta-Burneo, consultor del Grupo Spurrier.
A ello se le sumó la ausencia del mandatario saliente Rafael Correa, en el poder desde 2007, y la corrupción que ensombreció la campaña.
Sofía Tinajero, una docente de 32 años, es una de las que dejó de votar al correísmo.
'He sido testigo de un autoritarismo y un retroceso social muy grande', explica a la AFP esta joven quiteña.
La ley ecuatoriana establece que para ganar en primera vuelta, como fue el caso de Correa en dos ocasiones, es necesario obtener un 40% de los votos válidos y diez puntos de diferencia sobre el segundo.
'Campaña acertada'
Los ecuatorianos votaron muy condicionados por el deterioro económico, producto según el gobierno de factores externos como la debacle petrolera, la devaluación de monedas vecinas, el fortalecimiento del dólar o los costos del terremoto del pasado abril.
La oposición, en cambio, aprovechó la posibilidad de atizar el descontento de las clases medias y bajas, que hablan de derroche y mala gestión.
'Lasso hizo una campaña muy acertada, centrada sobre todo en la propuesta de crear un millón de empleos y en el deterioro económico, las principales preocupaciones de los ciudadanos. Además, se vendió como una buen administrador y eso ha calado muy fuere', agrega Acosta-Burneo.
Moreno, cuyo estilo conciliador contrasta con el temperamental Correa, representa el continuismo de un sistema que combina un disparado gasto social con altos impuestos y elevado endeudamiento.
De ganar, se convertiría en el primer ecuatoriano con discapacidad en asumir la jefatura de Estado, ya que sufre una paraplejia consecuencia de un disparo en un asalto en 1998.
Lasso promete fomentar la inversión extranjera y bajar los impuestos para estimular el consumo y la producción.
Detrás, se ubican la exdiputada de derecha Cynthia Viteri (15,4%), que ya pidió el voto para Lasso, y el exalcalde socialdemócrata quiteño Paco Moncayo (7,5%).
Y los resultados aún no permiten confirmar si el correísmo mantendrá la mayoría de dos tercios en el Legislativo.
En una consulta popular simultánea, 12, 8 millones de electores además respondieron Sí o No a una iniciativa de Correa para prohibir a los políticos tener capitales en paraísos fiscales, so pena de ser destituidos si están desempeñando cargos públicos.
Assange y la izquierda
El resultado del 2 de abril será decisivo para el fundador de WikiLeaks, Julian Assange, a quien Ecuador mantiene asilado en su embajada en Londres desde 2012 para evitar su extradición a Suecia por supuestos delitos sexuales que él niega.
Moreno es partidario de mantener el asilo, pero Lasso dijo a la AFP que, de llegar al poder, se lo retirará.
Y la elección supone un nuevo test para la izquierda latinoamericana, tras el giro en Argentina, Brasil y Perú.
Los ecuatorianos podrían frenar lo que Correa define como la 'restauración conservadora' en la región. Pero si no lo hacen, dejarán sola a la Venezuela de Nicolás Maduro y a la Bolivia de Evo Morales.
La corrupción, que está salpicando a políticos de la región, se fue instalando poco a poco como tema en la campaña y terminó pesando en el desgaste dlel correísmo.
Con casos como el de la petrolera estatal Petroecuador, que implicó a un exministro de Correa, y el de los supuestos sobornos de la firma brasileña Odebrecht a funcionarios ecuatorianos, por unos 33,5 millones de dólares.