Hosteleros, restauradores y paisajistas de Estados Unidos tienen dificultades para conseguir mano de obra temporal y en algunos casos rechazan negocios debido al endurecimiento de las condiciones para otorgar visas trabajadores estacionales extranjeros.
El problema son las visas H-2B, emitidas para empleos temporales no agrícolas.
Estados Unidos emite 66.000 permisos de este tipo por año fiscal. Algunos trabajadores repiten año tras año, y el Congreso les ha permitido hacerlo sin entrar en el recuento oficial. Pero tras el cambio de mando en la Casa Blanca, la excepción no se aprobó para 2017.
El propietario del restaurante Cape Cod, Mac Hay, ha organizado a los dueños de negocios que dependen de la mano de obra estacional para presionar al Congreso. Apunta que muchos no pueden operar a tiempo completo sin esa mano de obra.
Un proyecto de ley de gasto público presentado el lunes permitirá emitir casi 130.000 visados H-2B, pero procesarlos puede demorarse semanas.
Pero aunque se apruebe la ley, el otorgamiento de las visas podría demorar semanas, lo cual significa que muchos trabajadores no arribarán a tiempo para el último fin de semana largo de mayo, cuando comienza de hecho la temporada veraniega, tal vez ni siquiera para el feriado del 4 de julio, Día de la Independencia.
Muchos establecimientos dependen de las visas H-2B para contar con trabajadores extranjeros para la cocina, el aseo y otros trabajos que pocos estadounidenses quieren hacer. El resort Mar-a-Lago del presidente Donald Trump suele contratar trabajadores estacionales con estas visas.
Cada visa cuesta en promedio al menos 1.000 dólares en tarifas, viajes y otros gastos que son cubiertos por los empleadores.
Los detractores dicen que la mano de obra extranjera barata perjudica a los trabajadores estadounidenses y reduce los salarios, y que los empleadores no se esfuerzan en obtener mano de obra local. Según la norma, el empleador debe ofrecer trabajo a los estadounidenses antes de solicitar a extranjeros.
Los mayores usuarios de las visas temporarias son las empresas de jardinería. Stephen Faulkner, dueño de una empresa en Hooksett, New Hampshire, dijo que este año perderá trabajos por valor de cientos de miles de dólares porque no le otorgaron las visas para los seis jardineros mexicanos que trabajan con él desde hace una década.