LIMA, PERÚ.- El expresidente peruano Alberto Fujimori permanece hospitalizado este viernes en una clínica en Lima, y está recibiendo terapia de oxígeno tras los problemas cardíacos que sufrió desde el jueves, informó su médico personal, el congresista Alejandro Aguinaga.
“Sigue en la unidad (de cuidados intermedios), sigue monitoreado. Estamos viendo que todavía la presión (arterial) no está en el nivel que quisiéramos, sigue con oxigenoterapia y ahí está. Los profesionales, los especialistas, siguen evaluándolo 24 horas sobre 24”, declaró Aguinaga al Canal N local.
Fujimori fue hospitalizado de emergencia el jueves, tras sufrir un problema cardíaco en la base policial donde cumple desde 2007 una sentencia judicial a 25 años de prisión por matanzas perpetradas por el Ejército durante su gobierno en supuestas operaciones antiterroristas.
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El jueves el expresidente peruano se descompensó a las siete de la mañana, lo que obligó a llevarlo al centro de salud más cercano, un hospital público, para estabilizarlo, indicó su médico. Posteriormente el exmandatario fue trasladado a una clínica privada donde fue ingresado en cuidados intermedios.
Según Aguinaga, a Fujimori le suministran medicamentos para “controlar” su “ritmo cardiaco y que pueda entrar en una situación regular” ya que exhibe una “arrtimia”.
Dignóstico reservado
Aguinaga, actual congresista por el partido fujimorista Fuerza Popular, y exministro de Salud durante el gobierno de Alberto Fujimori (1990-2000), afirmó que “no se sabe hasta cuándo permanecerá internado” el ex mandatario.
“He podido conversar con mi padre, él está consciente. Él sintió que este cuadro tan fuerte nunca lo había sentido, pero ya esta más tranquilo”, afirmó Keiko Fujimori, hija mayor del exmandatario y líder de la oposición.
Desde 2007, cuando llegó a Perú extraditado desde Chile tras cinco años de exilio en Japón, Fujimori ha padecido recurrentemente problemas respiratorios y neurológicos (parálisis facial) e hipertensión.
Keiko Fujimori denunció en octubre que los planes del gobierno del izquierdista Pedro Castillo de trasladar de prisión a su padre, como parte de una política de poner fin a los tratos privilegiados de algunos presos en “cárceles doradas”, influía en el deterioro de la salud de su progenitor.