CIUDAD DE MÉXICO, MÉXICO.- El
50 aniversario de la peor masacre de estudiantes ocurrida en México, la del
2 de octubre de 1968, se conmemoró el martes con marchas, actos culturales y una promesa: la del futuro presidente,
Andrés Manuel López Obrador, de jamás reprimir al pueblo.
“Nunca, jamás, daré la orden a las Fuerzas Armadas, a la Marina, al Ejército, a ninguna corporación policiaca para reprimir al pueblo de México”, dijo quien será el primer mandatario del país salido de la lucha social. “Que nunca, jamás, se utilice la fuerza para resolver conflictos, diferencias, protestas sociales. Ese es el juramento que nosotros hacemos”.
Entre coronas de flores blancas, una sencilla cruz del mismo color con un lazo negro y el lema “Ni perdón ni olvido”, López Obrador se comprometió a honrar la memoria de los jóvenes estudiantes fallecidos “actuando con humanismo, sin represión, luchando todos los días para que México sea un país con justicia”.
La ceremonia en la que participó tuvo lugar por la mañana en la plaza de Tlatelolco, donde ocurrió la masacre y en la que se congregaron antiguos estudiantes, activistas y vecinos.
No está claro cuántas personas murieron en este lugar hace medio siglo cuando las fuerzas del Estado quisieron acabar con un movimiento estudiantil que exigía libertad y democracia pero que el gobierno en turno temía eclipsara los Juegos Olímpicos que comenzarían días después.
La versión oficial habla de 25 víctimas mortales del ataque de soldados contra los estudiantes. Una investigación reciente dice que 44 pero los activistas en la época aseguran que superan los 350 y que muchos cadáveres fueron cargados en camiones cuando se limpió la plaza.
“Aquí nos detuvieron injustamente, padecimos una prisión que no merecíamos, en una cárcel de mujeres, de presas comunes, unas muchachas de 23 años, por andar por la calle gritando justicia, libertad”, recordó Ignacia ‘Nacha’ Rodríguez, exlíder estudiantil del 68.
A falta de conocerse todavía muchos detalles de lo ocurrido aquel día, la conmemoración de este año tiene un tinte especial, no solo por cumplirse el medio siglo de los hechos o por el inminente cambio de gobierno que se concretará el 1 de diciembre. También porque hace solo unos días que una entidad oficial por primera vez calificó lo ocurrido como un “crimen de Estado que continuó más allá del 2 de octubre con detenciones arbitrarias y torturas”.
Nadie ha sido condenado por esos crímenes aunque la justicia federal sí llegó a sentenciar que ese día lo que hubo fue un “genocidio”.
El martes, las autoridades izaron a media asta la gran bandera roja, blanca y verde que ondea en el Zócalo donde por la tarde tenían previsto converger las distintas marchas convocadas con motivo de la efeméride, la mayor procedente del lugar de la masacre.
Ahí, en la principal plaza del país, ropa, zapatos, cuadernos y viejas fotografías manchadas de tinta roja como si fuera sangre rendían tributo a los estudiantes fallecidos mientras la Cámara de Diputados optó por poner el nombre del movimiento estudiantil con letras doradas en su muro de honor junto a los héroes de la patria y una fachada de la Universidad Nacional Autónoma de México se iluminó por la noche desde la víspera con las palabras “68, nunca más”.
De fondo, durante toda la jornada dos gritos se repetían: “el 2 de octubre no se olvida” y la enumeración del 1 al 43 seguida por la palabra “justicia” en recuerdo a los 43 estudiantes de magisterio de la Normal Rural de Ayotzinapa desaparecidos en 2014.
“Nunca, jamás, daré la orden a las Fuerzas Armadas, a la Marina, al Ejército, a ninguna corporación policiaca para reprimir al pueblo de México”, dijo quien será el primer mandatario del país salido de la lucha social. “Que nunca, jamás, se utilice la fuerza para resolver conflictos, diferencias, protestas sociales. Ese es el juramento que nosotros hacemos”.
Entre coronas de flores blancas, una sencilla cruz del mismo color con un lazo negro y el lema “Ni perdón ni olvido”, López Obrador se comprometió a honrar la memoria de los jóvenes estudiantes fallecidos “actuando con humanismo, sin represión, luchando todos los días para que México sea un país con justicia”.
La ceremonia en la que participó tuvo lugar por la mañana en la plaza de Tlatelolco, donde ocurrió la masacre y en la que se congregaron antiguos estudiantes, activistas y vecinos.
No está claro cuántas personas murieron en este lugar hace medio siglo cuando las fuerzas del Estado quisieron acabar con un movimiento estudiantil que exigía libertad y democracia pero que el gobierno en turno temía eclipsara los Juegos Olímpicos que comenzarían días después.
La versión oficial habla de 25 víctimas mortales del ataque de soldados contra los estudiantes. Una investigación reciente dice que 44 pero los activistas en la época aseguran que superan los 350 y que muchos cadáveres fueron cargados en camiones cuando se limpió la plaza.
“Aquí nos detuvieron injustamente, padecimos una prisión que no merecíamos, en una cárcel de mujeres, de presas comunes, unas muchachas de 23 años, por andar por la calle gritando justicia, libertad”, recordó Ignacia ‘Nacha’ Rodríguez, exlíder estudiantil del 68.
A falta de conocerse todavía muchos detalles de lo ocurrido aquel día, la conmemoración de este año tiene un tinte especial, no solo por cumplirse el medio siglo de los hechos o por el inminente cambio de gobierno que se concretará el 1 de diciembre. También porque hace solo unos días que una entidad oficial por primera vez calificó lo ocurrido como un “crimen de Estado que continuó más allá del 2 de octubre con detenciones arbitrarias y torturas”.
Nadie ha sido condenado por esos crímenes aunque la justicia federal sí llegó a sentenciar que ese día lo que hubo fue un “genocidio”.
El martes, las autoridades izaron a media asta la gran bandera roja, blanca y verde que ondea en el Zócalo donde por la tarde tenían previsto converger las distintas marchas convocadas con motivo de la efeméride, la mayor procedente del lugar de la masacre.
Ahí, en la principal plaza del país, ropa, zapatos, cuadernos y viejas fotografías manchadas de tinta roja como si fuera sangre rendían tributo a los estudiantes fallecidos mientras la Cámara de Diputados optó por poner el nombre del movimiento estudiantil con letras doradas en su muro de honor junto a los héroes de la patria y una fachada de la Universidad Nacional Autónoma de México se iluminó por la noche desde la víspera con las palabras “68, nunca más”.
De fondo, durante toda la jornada dos gritos se repetían: “el 2 de octubre no se olvida” y la enumeración del 1 al 43 seguida por la palabra “justicia” en recuerdo a los 43 estudiantes de magisterio de la Normal Rural de Ayotzinapa desaparecidos en 2014.