Tokio, Japón
En respuesta a la segunda masacre a tiros ocurrida en Estados Unidos en seis semanas, el presidente Donald Trump afirmó el lunes que el asesinato de más de dos docenas de personas en una iglesia de Texas no fue “una situación derivada de las armas en sí”.
Tal como hizo después de la matanza de 58 personas el mes pasado en Las Vegas, Trump se resistió a hablar del control de armas en Estados Unidos durante una conferencia de prensa en Tokio, la escala inicial de su primera gira presidencial por Asia.
Trump describió la masacre en la iglesia de Texas como un “problema de salud mental al máximo nivel”. Funcionarios de la Casa Blanca consideraron improbable que Trump exija políticas específicas, tal como hizo después del ataque con una camioneta que tuvo lugar la semana pasada en la ciudad de Nueva York que dejó ocho muertos y estuvo inspirado en el grupo Estado Islámico.
Devin Kelley, el autor de la masacre en Texas, fue cesado de la Fuerza Aérea hace varios años por agredir a su esposa y un menor, dijo la Fuerza Aérea.
“Era un individuo muy trastornado, según los informes preliminares. Demasiados problemas en un periodo largo”, declaró Trump cuando le preguntaron sobre los hechos en el momento en el que él y el primer ministro japonés Shinzo Abe sostenían una conferencia de prensa conjunta.
La reacción tibia de Trump frente a la violencia derivada de las armas de fuego contrasta con su rápido llamado a favor de medidas legislativas y militares después del ataque con la camioneta del 31 de octubre en Nueva York. Horas después de que el vehículo arrolló a varias personas en una concurrida ciclovía, Trump solicitó al Congreso la revocación “inmediata” del programa de lotería de visas de diversidad que utilizó el autor del ataque, Sayfullo Sipov, de Uzbekistán, para ingresar en Estados Unidos en 2010. Trump también afirmó que Estados Unidos había intensificado sus represalias contra el grupo Estado Islámico después del ataque.
“Les estamos dando 10 veces más fuerte”, declaró Trump el viernes.
Después de la masacre a tiros en Las Vegas, Trump y sus colaboradores dijeron que era inapropiado considerar cambios en políticas cuando las personas continuaban de luto. A pesar de que días después se insinuó cierta apertura a prohibir las culatas que permitieron al atacante de Las Vegas, Stephen Paddoc, disparar de manera casi automática, el gobierno de Trump no ha mostrado urgencia en ello.
“Él ha solicitado la revisión del proceso, y estamos a la espera de algunos detalles”, dijo la secretaria de prensa de la Casa Blanca el 27 de octubre, cuando le preguntaron sobre esos dispositivos. “Pero no hay ninguna decisión al respecto”.
El ataque ocurrió el domingo por la mañana en el sur de Texas, cuando un hombre vestido con uniforme negro de operaciones tácticas y armado con un fusil de asalto abrió fuego dentro de una iglesia bautista en una pequeña comunidad, donde mató a 26 personas e hirió a 20.
Cuando Kelley se retiraba del lugar de los hechos fue confrontado por un civil armado, según la policía. Kelley fue encontrado sin vida después dentro de su vehículo.
Trump dijo que “afortunadamente alguien más tenía un arma y disparaba en la dirección opuesta, de lo contrario el desenlace (no) habría sido tan mal como fue. Habría sido mucho peor”.
Los investigadores creen que Kelley se suicidó.
En respuesta a la segunda masacre a tiros ocurrida en Estados Unidos en seis semanas, el presidente Donald Trump afirmó el lunes que el asesinato de más de dos docenas de personas en una iglesia de Texas no fue “una situación derivada de las armas en sí”.
Tal como hizo después de la matanza de 58 personas el mes pasado en Las Vegas, Trump se resistió a hablar del control de armas en Estados Unidos durante una conferencia de prensa en Tokio, la escala inicial de su primera gira presidencial por Asia.
Trump describió la masacre en la iglesia de Texas como un “problema de salud mental al máximo nivel”. Funcionarios de la Casa Blanca consideraron improbable que Trump exija políticas específicas, tal como hizo después del ataque con una camioneta que tuvo lugar la semana pasada en la ciudad de Nueva York que dejó ocho muertos y estuvo inspirado en el grupo Estado Islámico.
Devin Kelley, el autor de la masacre en Texas, fue cesado de la Fuerza Aérea hace varios años por agredir a su esposa y un menor, dijo la Fuerza Aérea.
“Era un individuo muy trastornado, según los informes preliminares. Demasiados problemas en un periodo largo”, declaró Trump cuando le preguntaron sobre los hechos en el momento en el que él y el primer ministro japonés Shinzo Abe sostenían una conferencia de prensa conjunta.
La reacción tibia de Trump frente a la violencia derivada de las armas de fuego contrasta con su rápido llamado a favor de medidas legislativas y militares después del ataque con la camioneta del 31 de octubre en Nueva York. Horas después de que el vehículo arrolló a varias personas en una concurrida ciclovía, Trump solicitó al Congreso la revocación “inmediata” del programa de lotería de visas de diversidad que utilizó el autor del ataque, Sayfullo Sipov, de Uzbekistán, para ingresar en Estados Unidos en 2010. Trump también afirmó que Estados Unidos había intensificado sus represalias contra el grupo Estado Islámico después del ataque.
“Les estamos dando 10 veces más fuerte”, declaró Trump el viernes.
Después de la masacre a tiros en Las Vegas, Trump y sus colaboradores dijeron que era inapropiado considerar cambios en políticas cuando las personas continuaban de luto. A pesar de que días después se insinuó cierta apertura a prohibir las culatas que permitieron al atacante de Las Vegas, Stephen Paddoc, disparar de manera casi automática, el gobierno de Trump no ha mostrado urgencia en ello.
“Él ha solicitado la revisión del proceso, y estamos a la espera de algunos detalles”, dijo la secretaria de prensa de la Casa Blanca el 27 de octubre, cuando le preguntaron sobre esos dispositivos. “Pero no hay ninguna decisión al respecto”.
El ataque ocurrió el domingo por la mañana en el sur de Texas, cuando un hombre vestido con uniforme negro de operaciones tácticas y armado con un fusil de asalto abrió fuego dentro de una iglesia bautista en una pequeña comunidad, donde mató a 26 personas e hirió a 20.
Cuando Kelley se retiraba del lugar de los hechos fue confrontado por un civil armado, según la policía. Kelley fue encontrado sin vida después dentro de su vehículo.
Trump dijo que “afortunadamente alguien más tenía un arma y disparaba en la dirección opuesta, de lo contrario el desenlace (no) habría sido tan mal como fue. Habría sido mucho peor”.
Los investigadores creen que Kelley se suicidó.
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