Francisco ofició la misa de la mañana en la capilla de la Universidad Sophia, dirigida por la orden, y visitó a sacerdotes retirados y enfermos antes de pronunciar un discurso sobre la educación jesuita en el último acto de su semana de peregrinaje por Asia.
“En una sociedad tan competitiva y orientada a la tecnología como la de Japón hoy en día, esta universidad debería ser no solo un centro de formación intelectual sino también un lugar donde puedan tomar forma una mejor sociedad y un futuro más lleno de esperanza”, dijo el pontífice a profesores y alumnos.
Cuando era un joven jesuita en Argentina, Jorge Mario Bergoglio soñó con seguir los pasos de San Francisco Javier, quien llevó el cristianismo a Japón en el siglo XVI. Su salud se lo impidió, pero el actual papa bromeó con obispos japoneses a su llegada a Tokio diciendo que se “vengó” cuando estuvo al frente de la orden en Buenos Aires y envió a cinco sacerdotes argentinos al país como misioneros.
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Uno de ellos es ahora el responsable de la orden en Japón, Renzo De Luca, quien fungió como intérprete del pontífice durante el viaje.
Si Francisco hubiese ido a Japón como misionero, habría terminado en Sophia, una prestigiosa universidad privada que atiende a los adinerados, como muchas de las escuelas católicas en el país.
En su discurso, Francisco instó a la escuela a no ser un centro únicamente para las élites sino a considerar también a grupos más marginales.
“La educación universitaria de calidad no debería ser el privilegio de unos pocos, sino que debe estar constantemente influenciada por el esfuerzo para servir a la justicia y al bien común”, apuntó. “Los marginados serían incorporados de forma creativa a la vida y al currículo de la universidad, en un esfuerzo por lograr un enfoque educativo destinado a reducir las distancias y las desconexiones”.
El papa instó además al centro a mejorar su plan de estudios para incluir más preocupaciones ambientales, siguiendo sus propias prioridades y las presentadas recientemente por los jesuitas para sus escuelas, iglesias y programas en todo el mundo.
Los estudiantes se congregaron en el exterior del centro para recibir a Francisco y algunos alumnos del departamento de teología desplegaron una pancarta de temática medioambiental con la palabra “Bienvenido” en español.
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Según dijeron, se sentían especialmente cerca de Francisco porque lo consideraban de mente abierta y un amigo.
“Le llamamos papa porque es muy cercano a nosotros”, señaló Leo Ito, un estudiante de teología en Sophia.
Tsukasa Yano, un alumno de periodismo y católico de 19 años, hizo fila durante horas antes de la llegada del pontífice y logró que le bendijese su cruz.
“Estoy totalmente abrumado. No tengo otra palabra”, dijo Yano mostrando la cruz en su mano. “Fue muy amable con nosotros”.
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