MADRID, ESPAÑA.-Llegado al poder en junio con una jugada de malabarista, el socialista
Pedro Sánchez ganó este domingo sus primeras elecciones tras años de sinsabores, en los que muchos dieron por terminada su carrera política. Ahora, para seguir gobernando en España, deberá negociar alianzas.
Atacado incesantemente por la derecha durante la campaña, objeto de descalificaciones como 'felón', 'traidor' o 'peligro público', este economista de 47 años consumó su resurrección después de haber cosechado los peores resultados de su partido en 2015 y 2016.
Y es que con 122 escaños de 350, muy por encima de los 85 de las últimas generales, el partido socialista PSOE se colocó sobradamente en cabeza en las legislativas este domingo.
Considerado como políticamente muerto tras sus dos derrotas electorales y la rebelión interna que lo defenestró del liderazgo del partido, Sánchez recuperó las riendas del PSOE y sorprendió en junio al tumbar con una moción de censura a su predecesor conservador Mariano Rajoy, hundido por la corrupción en el Partido Popular.
Para ello contó con unos heterodoxos aliados: la izquierda radical de Podemos, los nacionalistas vascos y los independentistas catalanes, lo que la derecha bautizó como 'gobierno Frankenstein'.
Al filo de la navaja, resistió durante diez meses hasta que los independentistas catalanes hundieron sus presupuestos para 2019 y decidió convocar elecciones anticipadas.
Ante la agresividad de la oposición de derecha y extrema derecha, que irrumpió con fuerza en el Congreso español, Sánchez apeló a concentrar en él el voto de izquierdas como dique de contención ante la amenaza de 'involución' de sus rivales.
Y echó mano del balance de diez meses de gobierno, haciendo gala del aumento del salario mínimo en un 22%, de la promoción de la igualdad entre hombres y mujeres con once mujeres entre sus 17 ministros o del intento de exhumación, todavía no culminado, del dictador Francisco Franco de su mausoleo.
'Él adopta una posición de presidente y presidenciable, explotando esa imagen del que gobierna y tiene que tener una postura de moderación, de solvencia, de seriedad', comentó a AFP Cristina Monge, politóloga de la Universidad de Zaragoza.
Un espíritu combativo
Pedro Sánchez Pérez-Castejón nació el 29 de febrero de 1972 en Madrid, en una familia acomodada: padre empresario y madre funcionaria.
Casado y padre de dos hijas, estudió Económicas en la capital española, obtuvo un máster de economía política en la Universidad Libre de Bruselas, y luego un controvertido doctorado en una universidad privada madrileña, sobre el que pesaron sospechas de plagio que él desmintió enérgicamente.
Jugador de baloncesto en su adolescencia -mide 1,90 metros- se afilió al PSOE en su más temprana juventud y fue sucesivamente concejal en el ayuntamiento de Madrid de 2004 a 2009, y diputado.
Hizo historia en el partido en julio de 2014, al ganar las primeras elecciones primarias celebradas en la formación.
Pero los años sucesivos serían una auténtica montaña rusa. Tras las derrotas de 2015 y 2016, cayó el 1 de octubre de ese año en una rebelión interna de su partido, que le echó la culpa de los malos resultados.
En pocos meses se echó de nuevo a las carreteras con un puñado de fieles, y pese a la animadversión del 'establishment' del PSOE, en las primarias de mayo de 2017 se impuso a la entonces presidenta regional de Andalucía, Susana Díaz.
'¡En el partido no lo han apoyado! Pero esta ha sido su fuerza: apoyarse en la militancia y ser muy constante', celebraba en la sede del PSOE la militante Esther López, una administrativa de 51 años.
Aun reconociendo que nunca ha sido su líder favorito, reconoce que 'ha devuelto la ilusión a un partido que estaba en el letargo'.
Para Sánchez, que tituló su biografía 'Manual de resistencia', la carrera no ha terminado todavía: 'ganar no significa gobernar', recordaba en los últimos días.
Y para gobernar necesitará aliarse con unos rivales que no se lo pondrán fácil: o una alianza de izquierdas con Podemos y el beneplácito de los independentistas catalanes, o una coalición con Ciudadanos (centroderecha), muy beligerante durante la campaña.
Atacado incesantemente por la derecha durante la campaña, objeto de descalificaciones como 'felón', 'traidor' o 'peligro público', este economista de 47 años consumó su resurrección después de haber cosechado los peores resultados de su partido en 2015 y 2016.
Y es que con 122 escaños de 350, muy por encima de los 85 de las últimas generales, el partido socialista PSOE se colocó sobradamente en cabeza en las legislativas este domingo.
Considerado como políticamente muerto tras sus dos derrotas electorales y la rebelión interna que lo defenestró del liderazgo del partido, Sánchez recuperó las riendas del PSOE y sorprendió en junio al tumbar con una moción de censura a su predecesor conservador Mariano Rajoy, hundido por la corrupción en el Partido Popular.
Para ello contó con unos heterodoxos aliados: la izquierda radical de Podemos, los nacionalistas vascos y los independentistas catalanes, lo que la derecha bautizó como 'gobierno Frankenstein'.
Al filo de la navaja, resistió durante diez meses hasta que los independentistas catalanes hundieron sus presupuestos para 2019 y decidió convocar elecciones anticipadas.
Ante la agresividad de la oposición de derecha y extrema derecha, que irrumpió con fuerza en el Congreso español, Sánchez apeló a concentrar en él el voto de izquierdas como dique de contención ante la amenaza de 'involución' de sus rivales.
Y echó mano del balance de diez meses de gobierno, haciendo gala del aumento del salario mínimo en un 22%, de la promoción de la igualdad entre hombres y mujeres con once mujeres entre sus 17 ministros o del intento de exhumación, todavía no culminado, del dictador Francisco Franco de su mausoleo.
'Él adopta una posición de presidente y presidenciable, explotando esa imagen del que gobierna y tiene que tener una postura de moderación, de solvencia, de seriedad', comentó a AFP Cristina Monge, politóloga de la Universidad de Zaragoza.
Un espíritu combativo
Pedro Sánchez Pérez-Castejón nació el 29 de febrero de 1972 en Madrid, en una familia acomodada: padre empresario y madre funcionaria.
Casado y padre de dos hijas, estudió Económicas en la capital española, obtuvo un máster de economía política en la Universidad Libre de Bruselas, y luego un controvertido doctorado en una universidad privada madrileña, sobre el que pesaron sospechas de plagio que él desmintió enérgicamente.
Jugador de baloncesto en su adolescencia -mide 1,90 metros- se afilió al PSOE en su más temprana juventud y fue sucesivamente concejal en el ayuntamiento de Madrid de 2004 a 2009, y diputado.
Hizo historia en el partido en julio de 2014, al ganar las primeras elecciones primarias celebradas en la formación.
Pero los años sucesivos serían una auténtica montaña rusa. Tras las derrotas de 2015 y 2016, cayó el 1 de octubre de ese año en una rebelión interna de su partido, que le echó la culpa de los malos resultados.
En pocos meses se echó de nuevo a las carreteras con un puñado de fieles, y pese a la animadversión del 'establishment' del PSOE, en las primarias de mayo de 2017 se impuso a la entonces presidenta regional de Andalucía, Susana Díaz.
'¡En el partido no lo han apoyado! Pero esta ha sido su fuerza: apoyarse en la militancia y ser muy constante', celebraba en la sede del PSOE la militante Esther López, una administrativa de 51 años.
Aun reconociendo que nunca ha sido su líder favorito, reconoce que 'ha devuelto la ilusión a un partido que estaba en el letargo'.
Para Sánchez, que tituló su biografía 'Manual de resistencia', la carrera no ha terminado todavía: 'ganar no significa gobernar', recordaba en los últimos días.
Y para gobernar necesitará aliarse con unos rivales que no se lo pondrán fácil: o una alianza de izquierdas con Podemos y el beneplácito de los independentistas catalanes, o una coalición con Ciudadanos (centroderecha), muy beligerante durante la campaña.