Se trata de la fase decisiva de los ensayos, que permitirá ver, en una gran muestra de personas sanas, si la vacuna es más efectiva que un placebo para prevenir la infección por el nuevo coronavirus.
Se concluyó el protocolo con la Agencia de Medicamentos de Estados Unidos (FDA) y el ensayo se llevará a cabo en colaboración con los Institutos Nacionales de Salud (NIH).
Moderna está --junto con la Universidad de Oxford, que también lanzó un ensayo a gran escala con 10,000 voluntarios y espera los primeros resultados en septiembre-- a la cabeza en la carrera mundial de vacunas.
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La compañía biotecnológica recibió 483 millones de dólares del gobierno de Estados Unidos.
El 18 de mayo, anunció unos primeros resultados alentadores en un pequeño número de voluntarios (ocho), como parte de la primera fase de los ensayos clínicos.
La fase 2, que incluye 600 voluntarios, comenzó a fines de mayo. La vacunación se realiza en dos dosis separadas de 28 días. La mitad de los participantes recibe un placebo de forma aleatoria.
Si la dosis elegida para las pruebas (100 microgramos) demuestra ser efectiva, Moderna planea producir 500 millones de dosis por año y 'posiblemente hasta 1.000 millones'.
La compañía es una de las cinco en las que la administración del presidente Donald Trump ha apostado en el contexto de su operación 'Warp Speed' (a la velocidad de la luz), según el New York Times, junto con AstraZeneca (socio industrial de vacuna de Oxford), Johnson & Johnson, Merck y Pfizer.
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El objetivo es fabricar 300 millones de dosis de vacunas para enero de 2021.
La tecnología de Moderna, basada en el ARN mensajero, nunca ha demostrado ser efectiva contra otros virus. Su objetivo es proporcionar al cuerpo la información genética necesaria para propiciar preventivamente la protección contra el coronavirus.