MOSCÚ, RUSIA.- Vladimir Putin y Yevgeny Prigozhin solían mantener una relación de amistad. En un principio, Putin lo utilizaba para mantener a raya a su ministro de Defensa, Sergei Shoigu y a otros altos mandos militares.
No conforme con ello, el presidente ruso le ordenó que construyera un ejercito de mercenarios, denominado ‘Grupo Wagner’, para realizar acciones en Siria, varios países africanos y también en el último año Ucrania.
Sin embargo, no supo anticipar que el monstruo que creó podría volverse en contra. Prigozhin se hartó de lanzar videos donde denunciaba a Shoigu y otros generales de no proveerle las municiones necesarias para combatir en la guerra contra Ucrania, además de asegurar que los helicópteros del ejército disparaban contra sus propias fuerzas. Por ello, decidió rebelarse y lanzarse contra Putin.
Esto sorprendió a los conocedores de los entramados de poder en Moscú, quienes aseguraban que Prigozhin nunca hablaba por sí mismo sino que decía lo que su jefe le ordenaba.
¿Quién era Prigozhin?
Se trata de un hombre que pasó mucho tiempo en algunas de las cárceles de la ex Unión Soviética y fue parte de la mafia de San Petersburgo.
Comenzó vendiendo salchichas en un puesto callejero y tiempo después logró abrir varios restaurantes. Para ello, necesitaba que la oficina del alcalde le diera las habilitaciones.
Fue así como en el año 2000 conoció a Putin, que fungía como vicealcalde de la ciudad de San Petersburgo. Producto de su relación de amistad, ambos llegaron a hacerse favores mutuos.
Cuando Putin llegó al Kremlin, le entregó todas las concesiones de los restaurantes oficiales a su amigo. Por esto se le conoce como “el chef de Putin”.
Al enfrascarse en la guerra con Ucrania, Putin necesitaba una fuerza militar alterna que pudiera realizar acciones que no podían hacer los soldados del ejército. En ese escenario volvió a aparecer Prigozhin para conformar el Grupo Wagner, un comando de sicarios dispuestos a encargarse del “trabajo sucio”.
Los Wagner se hicieron muy ricos y poderosos custodiando las minas de diamantes que explotan los oligarcas rusos en los países africanos.
Luego vino la invasión en suelo ucraniano y se terminó conformando un ejercito paralelo de más de 50 mil paramilitares del grupo Wagner que cometieron todo tipo de atrocidades.
Parte de los integrantes de este grupo son convictos de las cárceles rusas a quienes se les conmutaban las penas a cambio de combatir en Ucrania. La gente de Prigozhin tenía al mando cámaras de tortura y clubes donde tenían mujeres ucranianas cautivas. Fue así como mantuvieron el frente ciudad de Bakhmut mientras las fuerzas rusas habían sido doblegadas.
Esto le terminó otorgando mayor poder a Prigozhin, que era el único que podía decir cosas que otros no se atrevían. Insultaba a generales del ejército, dijo que la guerra era un fracaso e incluso llegó a hablar bien del líder opositor encarcelado, Alexey Navalny. Sumado a ello, plateó la posibilidad de que el pueblo ruso se levante contra las élites del país.
La rebelión
Prigozhin determinó irse en contra de los comandantes que están en los cuarteles y el ministerio de Defensa en Moscú, aduciendo que ellos habían ordenado un ataque contra sus cuarteles en Ucrania, que terminó matando a decenas de sus mercenarios.
Esto ocasionó que ordenara a los miembros restantes de su grupo paramilitar que empacara y se dirigieran rumbo a Rostov on Don, ciudad por donde pasa la autopista M4 que lleva directo a Moscú.
La madrugada de este sábado -24 de junio- tomó el cuartel del ministerio de Defensa de esa ciudad y después se le vio en un video dando ordenes y coordinando acciones con los comandantes del ejército de ese lugar.
Luego de ello, todo se tornó confuso. Hay una fración del grupo Wagner que continuó su marcha hacia Moscú, mientras que un grupo de mercenarios chechenos bajo las órdenes de Ramzan Kadyrov se aproxima a Rostov on Don. No se sabe si para reprimir a los Wagner o para unirse a ellos.